Historia finalizada Romeo X Juliet

[Cova 124]

ñañaña, ya no tiene tanta gracia como imagine.

[sara-sara 0]

aayyy romeeoo romeoo! que cabezota que es... ¬¬

peero ya va reconociendo que le gustaa! jjajaj vamos progresando...!

PD: a mi tabien me gustan los numeros pares! jajaa :$

[NatayaTahir 0]

Capitulo 24

El olor a café cubría sin esfuerzo todos los recovecos de aquella pequeña casa. Vainille era una persona madrugadora, el tipo de persona que disfrutaba de un buen café a primera hora de la mañana.

Tomó la taza con delicadeza y fue a sentarse en el sofá. No le apetecía mucho acomodarse en aquellas sillas incomodas que había insistido en comprar porque eran las más baratas.

Sorbió una pizca del brebaje amargo y se calentó las manos con él, perdiéndose con el vaivén del líquido al moverse y en el brillante aspecto que adquiría con la luz.

Hacía ya una semana que habitaba con un joven inquilino que le había tocado por sorpresa. En realidad, estaba muy agradecida, ya que sin su compañía creyó que acabaría volviéndose una chiflada más ahogándose en su soledad. Además, así no tenía necesidad de pensar tanto en el gruñón de su hermano, aunque no evitaba preocuparse por él y pensar qué diantres estaría haciendo. Ni tan siquiera la había llamado una vez para decirle al menos que estaba bien, sano y salvo, sin haber cumplido aún ese plan absurdo que lo llevaba por el camino de la perdición.

Suspiró tristemente y una lágrima escapó de su ojo, silenciosa, sosegada y tranquila. ¿Por qué su única familia se había aventurado a un plan suicida? ¿Qué ganaba tras vengarse? ¿Por qué tanto rencor? Era cierto que aquél hombre les había arrebatado todo lo puro y bueno que sus vidas poseían y ellos dos habían madurado a destiempo, convirtiéndose con tan solo unos pocos años en unos adultos en miniatura. Él cuidaba de ella a su manera, sin que le faltase de nada y ella cuidaba de él a la suya, vigilando que comiera. Pero no podía evitar que él se uniera a aquellas bandas peligrosas ni sacarle aquellas ansias de venganza de su mente. Tampoco pudo transmitirle todo el amor fraternal que guardaba en su corazón, porque a pesar de todo, de los malos modos, de las palabras ásperas y todos los dolores de cabeza, Vainille Brown amaba a su hermano por encima de todas las cosas y daría su vida por él sin pensarlo dos veces.

-Buenos días-musitó tras ella la voz de su compañero de piso.

-Buenos días-respondió secándose las lágrimas y evitando su voz tristona-he preparado café.

Cyril agarró una taza de la estantería y se sirvió una buena taza. Lo había preparado como a él le gustaba, fuerte, amargo y caliente. Muy caliente. Él no le había dicho que le gustaba así el café, sin embargo, ella, muy atenta a los simples detalles de la vida, se había dado cuenta que era el tipo de persona que no le echaba azúcar a nada. Que prefería que las cosas vinieran de esa forma, fuertes y amargas, sin endulzar la realidad.

-¿Te encuentras mejor del resfriado?-preguntó con su tono profesional, ese que siempre adquiría cuando preguntaba por la salud de alguien.

-Estoy mucho mejor. El jarabe que me recomendaste me ha ido de maravilla-sonrió de aquella forma que tanto le agradaba a Vainille. Sincera, franca y algo infantil.

-Perfecto, entonces-sonrió ella y miró el reloj de la pared-no tardaré mucho en irme, tengo que hacer un trabajo con una compañera de clase.

-¿En fin de semana? ¿Eres de esa clase de gente que nunca descansa?-bingo. Había acertado al ver como la cara de Vainille se enrojecía un poco-¡Oh vamos! Tomate un respiro.

-Pero ya he quedado y entre antes me quite de encima este odioso trabajo, antes seré libre-manifestó levantándose para dejar la taza y coger su mochila.

-Como quieras-se encogió de hombros y se sirvió otra taza.

-¿Harás algo hoy?-se pasó la mochila por la cabeza y metió las llaves en ella.

-¿Te recuerdo que no puedo salir?

-Verdad, verdad. Mea culpa-abrió la puerta y antes de marcharse le dedicó una suave sonrisa a Cyril.

Él aún se sentía un poco desconcertado porque una desconocida le hubiera instalado en su casa sin preguntarle casi nada. No había indagado en su pasado ni preguntado por la causa de sus heridas, cosa que agradeció profundamente. No sabría que excusa exponer ya que era un tipo de pocas ideas impulsivas. Mentía a la perfección por la práctica de años, pero eran mentiras aprendidas con anterioridad, ensayadas dentro de su papel.

Se tomó el resto del café y sonrió levemente. Vainille había descubierto como le agradaba el café sin decirle nada.

Fregó las dos tazas con poco énfasis y recordó un poco esa semana que llevaba encerrado en aquella pequeña casa, acogedora, eso sí. Vainille era una persona de pocas palabras, más bien tímida y tranquila. Se notaba que andaba preocupada siempre por las cosas y parecía muy centrada para tener solo diecinueve años.

Aún así, era la única persona que había conocido que lo entendía sin decir nada. Con una mirada, un gesto o cualquier tipo de reacción se comprendían perfectamente, sin pensar.

Como cuando ella no estaba conforme con el programa que estaban viendo, encarando una ceja y él había sabido que eso significaba que debía cambiar de canal. O cuando él refunfuñaba un poquito por el dulzor del café, cosa que ella había entendido y ahora lo había preparado más cargado, sin azúcar.

Y pensó en su…bueno, en su medio-novia Kaori. Hacía dos años que la conocía y por ella sentía una gran estima, sin llegar a ser amor del todo. Ella había declarado que saldría con otros chicos y él no se lo negó. Solo estaba allí, dispuesto para ella, con una sonrisa en los labios bastante ensayada. No es que no pudiera sonreír sinceramente con ella, al fin y al cabo era una de las pocas personas que había mostrado un poco de su corazón, sino que hacía tanto que no sonreía de verás que ya se había olvidado de cómo hacerlo. O quizá no, ya que con Vainille no le costaba nada sonreír. Ni hablar. Ni mostrar lo que realmente pensaba. Con ella se sentía cómodo, relajado, confiado y lograba evaporar un poco aquél muro infranqueable que salvaguardaba sus pensamientos.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 25

Ese día no iba a resultar divertido, aunque ninguno lo era en realidad. Odiaba los fines de semana porque todo pasaba más lento, ya que no tenía clases y las mañanas eran aburridas hasta decir basta. Podía hacer los deberes, pero aquella semana casi no me habían puesto, además los solía hacer por las tardes (cuando no discutía con el estúpido don “soy un hombre distante y solitario, bastante borde y pedante, así que no te acerques a mí”) por lo tanto no poseía nada por hacer, excepto eso sí, morirme de asco.

Había estado dando vueltas al asunto de mi reciente enlace indeseado y la única forma para escabullirme de él era o A) suicidándome (descartado) y B ) matar a mi padre, matar a mi prometido y largarme, todo eso el mismo día de la boda (descartado también). Mi mente se estancó en el plan b y no se me ocurría otra manera de no casarme. Bufé malhumorada y cogí un libro al azar para leerlo.

Trataba sobre una de esas novelas románticas, donde la protagonista odia con toda su alma al engreído, pero no menos atractivo protagonista y él la odia a ella con mayor intensidad, sin embargo, al estar mucho tiempo juntos acababan enamorándose sin pensar y se entregaban con los ojos cerrados el uno al otro.

Cerré el libro de golpe en la parte erótica y suspiré de plena frustración e impotencia. ¿Cómo podía ser que envidiase a unos personajes que no existían? ¡Yo también quería vivir una experiencia amorosa, hormonal o sentirme deseada! Era cierto que sentía cierto pudor por todo lo relacionado con sexo, no obstante, continuaba siendo una chica joven, sana y normal, aunque mis hormonas hacía siglos que habían muerto entre aquellas cuatro paredes.

Él irrumpió por la puerta, brillando con vida propia y odié que algo revoloteara por mi estómago sin permiso. Quizá mis hormonas no estaban tan muertas como creía, solo un poquito enterradas.

Se sentó en una de las sillas, ausente, sin proferir ningún insulto por su parte, algo que me desconcertó. Me lo quedé mirando fijamente, deleitándome con la nuez de su cuello para subir hasta sus labios, jugosos y rosados, dispuestos a ser mordidos. Su nariz fina hasta llegar a sus ojos acerados dispuestos a fulminarte con una simple mirada. Esos ojos que una vez parecieron arder frente al contacto de mi mejilla.

-¿Quieres algo?-pregunté al fin. No iba a estar allí para siempre contemplándole, aunque una parte de mi cerebro me lo gritaba con insistencia. No le hice caso.

-Estoy aburrido-dijo sin más.

-¿Y creíste que conmigo te divertirías? ¡No soy tu mono de feria!-rugí y él sonrió, esa sonrisa picara que me hacía perder el hilo de todas las cosas.

-Tal vez-se veía un poco cansado, sin ganas de discutir.

-¿Ha ocurrido algo?-intenté sonar indiferente, pero no funcionó.

-Nada que te importe-por supuesto, su frialdad siempre latente.

-Entonces, como ves, no voy a entretenerte, así que vete a otro lugar-sentencié y él refunfuñó algo por lo bajo.

-Ya he recorrido tu casa un par de veces buscando algo para hacer, sin suerte.

-Pues llama a alguien y sal, tú que puedes-agarré el libro que acababa de cerrar y continué con mi lectura. Claro está que leí la misma frase unas diez veces seguidas, sin hallar concentración.

-No me apetece salir-musitó sin ganas-quiero estar tranquilo, aquí por ejemplo.

-¿Aquí? ¿Y tu habitación?

-Demasiado vista-contestó.

-¿Y esta no, verdad?-solté con ironía, algo que había aprendido de él en aquella semana de insultos tras insulto.

-No tanto-respondió con el mismo tono, acompañado de su sonrisita satírica que me hacía hiperventilar.

-Como veo que no deseas guerra, puedes quedarte-suspiré resignada y volví a leer por onceaba vez la misma frase.

-No pienses que te lo voy a agradecer-susurró él.

-Ni se me había pasado por la cabeza-ya había comprendido que Romeo no agradecía nada. Incluso llegué a pensar que prefería morir, antes que agradecerle a alguien su salvación.

Nos quedamos en silencio, cada uno enfrascado en sus pensamientos. Estaba claro que no podía leer, por eso deposité el libro a mi lado y miré hacia el techo, sin caer en la tentación de observarle, sin embargo, mis ojos no parecían estar de acuerdo con eso y me delataron al posarse en su figura. Él me estaba mirando de hito a hito, sin parpadear, como si estuviera descubriendo alguna parte que yo desconocía de mi misma.

-Sé que soy guapo, Juliet, pero si sigues mirándome de esa forma me vas a desgastar.

Sentí mis mejillas enrojecerse de pura vergüenza (por ser pillada) y a la vez de una ira que cada día que pasaba parecía ser más palpable. Y eso que siempre había sido una persona pacifica. Pacifica hasta que llegó él.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 26

La miró divertido, con una ceja levantada, burlona. Ella bufó con desesperación y al darse cuenta se obligó a respirar y a mantener la calma. Su orgullo valía mucho más que sus provocaciones.

-Me gusta cuando te enfadas-dijo con tono pícaro y aquello hizo que lo odiara aún más.

-¿Si? No te parecerá tan gracioso cuando te pateé tu bonito trasero-intentó contener la rabia en sus palabras, sin resultado.

Él enmudeció frente a la amenaza. Esa chiquilla lo sacaba de quicio con sus buenas maneras, su orgullo, la forma en que le respondía y su aire altivo. Detalles de su carácter que le molestaban y le encantaban. Pensó algo rápido para hacerla rabiar y sin pretenderlo, sus ojos mostraron lo que debía hacer. Sus labios.

Se acercó a ella con sus pasos felinos, el mismo paso que usaba para sus presas, pero se permitió el lujo de ir despacio, saboreando la distancia que poco a poco se acortaba.

-¿Se puede saber que haces?-ella lo miró asustada. ¿A qué venía ese cambio de actitud? ¡Estaba harta de su caso grave de personalidad múltiple!

Quedaban a una distancia demasiado intima como par que ella se sintiera cómoda. Sus ojos, siempre helados, ahora brillaban como si fueran fuego y le aterraba.

-¿Sabes? No estás tan mal...-susurró de manera sensual en la oreja de la chica y esta se estremeció al notar su aliento tan cerca y aquél olor a menta y tabaco característico de él.

Aquella agitación lo pilló desprevenido, porque jamás ninguna chica se había estremecido al sentirlo tan cerca y sonrió satisfecho.

-Si piensas que voy a dejar que...me...beses...-murmuró en tono casi amenazante, ya que su voz temblaba junto a sus piernas. Y el supo que debía alejarse, ya había cumplido su propósito, sin embargo, un momento, ¿por qué estaba bajando su cabeza hacía sus labios? ¿Desde cuándo su cuerpo iba por separado? Desde que aquél aroma a caramelo lo desarmaba.

Y sin poder moverse, sin poder mover el cuerpo, sus labios se encontraron. Al principio, un simple roce para ir haciendo presión lentamente. Ella se resistió, pegándole puñetazos en el pecho, pero, notó como su boca la apresaba en un ritmo desesperado, violento y egoísta y como la lengua de él lamía sus labios suplicantes, para que los abriera.

Él se sorprendió cuando la chica dejó su inútil intento de forcejear y comenzó a responderle, con una dulzura y una torpeza que tuvo que reducir la pasión e ir a su paso.

Algo que nunca en la vida había hecho por nadie y ahora caía rendido ante ella. Pero su empalagoso sabor era suficiente como para aceptar la derrota. Por su parte, la joven inexperta no sabía dónde colocar sus manos, aunque el chico parecía saber muy bien qué hacer con las suyas. La tenía agarrada por las caderas, de una forma posesiva, acercándola a él. Entonces, ella, pasó sus brazos alrededor del cuello de él y acarició su cabello de manera infantil. Algo que lo volvió completamente loco. Profundizaron el beso, cada vez más subido de tono y justo cuando sus lenguas se hallaron, los dos sintieron un cosquilleo de un placer inexplicable. Para ella, porque era su primer beso. Para él, porque era la primera vez que una mujer le hacía sentir tal cosa.

Y odiaron separarse por falta de oxigeno en sus pulmones. Se habían besado de una forma apasionada, pero dulce y afable a la vez.

Se escrutaron, dubitativos. Aquél beso les había gustado más de lo que estaban dispuestos a admitir y tras un largo silencio, Romeo salió de la estancia, maldiciendo toda su existencia.

Juliet se quedó mirando la puerta, mordiéndose el labio inferior. Aún podía sentir su lengua recorriendo su boca y aquello no le gustó o al menos es lo que quería pensar. Lo que debía pensar.

[Cova 124]

"-Sé que soy guapo, Juliet, pero si sigues mirándome de esa forma me vas a desgastar."

Ay, por favor! xDDDDDD

Que bonito el beso, y que bonita despedida de Romeo :)

Vamos, de un considerado..

Cyriiiiiiiiiiiiiiiiiil (L)

Kaori mola mas que Vainille. Chss

[sara-sara 0]

POR FIIIINN!! POR FIIINN!! jajaj yaaa era horaaa hombree!! a ver si a este beso le siguen mas!

Editado 11 dic 2009 por sara-sara

[Cova 124]

Actualiza Enci, no nos dejes asi! D:

[sara-sara 0]

QUEREMOS CAP QUEREMOS CAP QUEREMOS CAP QUEREMOS CAP!!

[Meri 0]

Pive, subir capítulo ya, lo deseo

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Me encanta su historia, hoy comencé a leerla y

hoy terminé de ello. Alfín se besaron :3

Bueh pive, ya comento

[sara-sara 0]

CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP CAP

[cℓαяιιтα 0]

Jajaja, sara, eso es poco

Eh va, necesitamo capítulo..

[zahori21 0]

Me declaro enamorada!!!

dejame felicitarte, eres genial escribiendo, realmente increible,

tu historia es de las mejores que he leido....me tiene impaciente por el proximo cap.

[NatayaTahir 0]

Siento tardar tanto para subir un capitulo (mea culpa) pero no he estado en casa durante las fiestas (estaba en casa de mi novio viciandome a la Xbox 360 JoJoJo) y me ha sido imposible actualizar. Tengo dos capitulos escritos, lo que no sé es cuando me meteré en los sims para hacer las fotos (ya que este finde tampoco volveré a estar), así que supongo que el lunes me viciaré por la mañana a los sims para que por la tarde ya esten colgados! Siento muchísimo la espera =(

Editado 7 ene 2010 por Hinata_Nione

[NatayaTahir 0]

Y aquí os traigo dos capitulos recién sacados del horno!! Disfrutadlos y siento mucho la espera!

Capitulo 27

Me llevé la mano al pecho, justo donde mi corazón amenazaba con huir de su prisión de lógica y razonamiento.

¿Nos habíamos besado, no? ¿Aquello era real, cierto?

¡Por supuesto que era real! Aún sentía su olor a menta en la ropa y en mi cabello y, el sabor a tabaco en mi lengua. El ritmo frenético de mi corazón solo confirmaba mis sospechas. ¿Me había enamorado? ¿Estaba enamorada de aquél ser solitario y frío que segundos antes se había derretido en mis labios? Sin duda. Más enamorada de lo que estaba dispuesta a admitir.

-Amor-pronuncié con lentitud. ¿Realmente era amor?-debe serlo-musité resignada.

Era lo único que podía responder ante aquellos latidos desmesurados, por el intrigante anhelo de volver a notar sus labios recorriendo los míos y aquella desesperación casi enfermiza porque él sintiera lo mismo.

Me tumbé en la cama, derrotada. Muchos sentimientos se instalaban en mi corazón como un peso muerto. Alegría, tristeza, frustración, deseo, pasión, desesperación, dulzura y miedo. Muchísimo miedo, demasiado. Era lo que más sobresalía ante todas las emociones anteriores. Sin embargo, ¿miedo a qué? ¿A un posible rechazo?

Resoplé desanimada, sin poder evitarlo. ¿El amor no era un sentimiento precioso y de bienestar, como todos los dichosos medios anunciaban? Algo maravilloso, mágico, feliz, reconfortante como decían aquellas novelas románticas que muchas veces había devorado en mi encierro permanente. Entonces, ¿por qué no me sentía ni de lejos de igual forma? ¿Quizá no era amor? ¿Tal vez un capricho? Ni de broma. Estaba enamorada, aunque no me sintiera de una buena forma o muy feliz.

Cerré los ojos y recordé otra vez ese beso que guardaría automáticamente y en contra de mi voluntad, muy recelosamente en mi memoria.

-Mi primer beso-susurré asombrada por lo que acababa de ocurrir, ya que minutos antes no era muy consciente de ello-y mi primer amor.

Pensé en que debería hablarlo con alguien. Bueno, con Smily, porque era la única amistad que tenía y a Nana no le haría mucha gracia mis primeros pasos amorosos con un joven que no debía mirar.

Pero, ¿como contárselo a Smily? Por lo que yo sabía jamás se había enamorado de nadie. Si, poseía novios a docenas y todo eso, no obstante, eran juegos para ella. Mero entretenimiento personal.

Y ahí estaba el magnífico problema, ¿cómo contarle a tu mejor amiga, una chica que ve al sexo opuesto como una mera diversión, que te has enamorado de semejante pieza?

-Perfecto Juliet-me dije-eres oficialmente una idiota-reí con amargura y volví a tocar mi pecho. La taquicardia aún seguía activa y durante mucho tiempo lo estaría, muy a mi pesar.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 28

La cabeza le daba vueltas cuando penetró en la habitación. Sus labios aún recordaban la suavidad de unos ajenos, unos que ahora maldecía con todo su ser.

Se había dejado llevar por sus emociones, algo que jamás había hecho hasta ese momento. Su cuerpo se desconectó de su cerebro, de la lógica que reinaba en su alma desde hacía ya mucho tiempo y se odio por ello.

Por haber sido débil frente a una chiquilla de lo más corriente. Bueno, quizá no de lo más corriente, pero fuera de su canon de mujer perfecta.

Sin embargo, al sentirla tan cerca, al inspirar su aroma dulce y empalagoso, ese olor a caramelo como sus ojos, abriéndose paso en sus fosas nasales, abofeteando la poca razón que poseía, que hacía equilibrios para no caer en la trampa, de la manera más cruel posible.

Al verla allí sonrojada, con sus pecas surcando graciosamente su rostro aniñado y contemplar sus cálidos ojos que derrochaban inocencia y deseo por igual, no pudo hacer nada más que besarla. Besar aquellos labios sedosos, que sabían a canela por su brillo labial y deleitarse con sus movimientos torpes e inexpertos, propios de una chica tan pura como ella.

Porque durante unos minutos que le supieron a gloria, había explorado su boca y sus lenguas juguetearon ansiosas, aferrándose al placer del olvido, de la entrega del momento. Y, por un breve instante, había sido suya. Enteramente suya. Aunque él se había rendido ante ella como jamás reconocería. Y la pregunta era, ¿Quién era de quién?

-No-exclamó frente al último pensamiento-nadie es de nadie. Ella es un fruto prohibido, no debo ser tan idiota como Adán-se recordó.

¿Pero cómo sobrevivir como un Adán fuerte con una Eva como aquella? Ahora entendía un poco la debilidad de aquél pobre desgraciado.

Se paso la mano por el cabello e inconscientemente se llevo el cuello de la camisa a la nariz, relamiéndose los labios.

-Caramelo y canela-musitó-tan dulces como ella.

Y resonó en su mente la vaga presencia de su pecho contra el suyo, terso, blando y jugoso. Perfecto. Y también como sus manos atraparon sus mechones dorados y aquél simple gesto inocente lo había estremecido de placer.

Notó el latir apresurado de un corazón revivido y negó con la cabeza. Él no estaba enamorado. Aquella chica era solo un capricho, un capricho inalcanzable y prohibido.

Tal vez, si caía en la tentación volvería a ser el antiguo Romeo, el témpano de acero.

Si, caer en la tentación no era tan mala idea, ¿Quién podría enterarse? Un pacto con la mojigata y todo iría bien. No era una mala idea.

Lo que Romeo no lograba a imaginar era que cuando cayese en la tentación ya no habría forma de escapar de ella, ya que esta no le dejaría marchar y él no estaría dispuesto a huir.

[Cova 124]

Ooooisss...

Romeo es un poco imbecil,eh? :3

(Lo sigo pensando)

y bueno los capitulos muy chachis, ya sabes, aun que este jordi para absorverte esperare lo que sea! Chss.

Por cierto, a que te gusta mas esta imagen q la de antes? hahahahaha

Siempre tuya, Cova.

[sara-sara 0]

ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh (LLLLLL) jaja me encanta! pero eso si, son un poc bastante cortitos pero bueh... pronto pondrás más, a que sii???

espero cap prontoo!!

[Aliena 0]

Que gran historia, quiero ver mas...

De este foro solo habia estado leyendo Don mundos, y me parece fantastica, pero la tuya es tambien espectacular, tus sims son preciosos, Juliet me parece monisima.

Ademas Romeo se parece muchisimo a un personaje de un libro uqe esoty escribiendo tanto fisica como emocionalmente.

Por favor pueblica un nuevo capitulo pronto que me muero de ganas!!!

Y muchas felicidades por la historia me encanta.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 29

Mi tripa sonaba escandalosamente entre aquellas cuatro paredes. Tal había sido la impresión de mis sentimientos encontrados que el hambre no me perturbaba, al menos no conscientemente. Seguía tumbada en la cama, boca arriba y sin ganas de nada, con una terrible desazón recorriéndome el cuerpo, sumando el intento de autocanibalismo de mis tripas.

-¡Aquí estás, perezosa!-una voz alegre me alejó de todos mis pensamientos y me sorprendí al ver a mi mejor amiga allí, radiante por un motivo desconocido.

-¿Dónde podría estar si no?-respondí con cierta ironía y ella rió ante el comentario.

-Quizá te hubieras escapado y ahora estuvieras en las Maldivas.

-Y en la China-agregué levantándome y dándole un fuerte abrazo-¿qué haces tú aquí?

-Demasiado tiempo libre y muchas ganas de verte. No te preocupes, contacté con tu padre antes y me dio permiso. Últimamente está más... ¿Cómo decirlo?

-¿Más autoritario? O bien, ¿más protector?-mi padre no era una buena persona. Nunca lo había creído y nunca lo haría.

-No importa. Vengo a hacerte compañía y a explicarte mis líos, ya sabes, lo de siempre-se sentó en la alfombra y yo me senté a su lado, dispuesta a escuchar.

Me explicó los nuevos ligues de su agenda, lo pesada que se estaba volviendo su madre con eso de que se casara y las jugosas vacaciones sin padres que estaba preparando su mente traviesa.

-Y así van las cosas en mi vida, una rutina total-reí por ese último comentario y ella sonrió-y tú, ¿hay algo interesante en tu vida?

-Vaya, estar encerrada le da a una muchas emociones. El otro día me encontré una pelusa enorme debajo de la cama-manifesté con sorna y Smily me miró como si no fuera yo.

-¿Desde cuándo eres tan…sarcástica?

-Desde que convivo con el Diablo-indiqué automáticamente y Smily me cegó con su mejor sonrisa de picara.

-¿Ha pasado algo con ese Adonis?-aquél era el tipo de cotilleo que a Smily le encantaba. Sabía que lo hacía sin malicia y solo por puro chismorreo amistoso y ciertamente nunca me había molestado. No hasta que el Adonis mencionado me había dado mi primer beso, para después salir corriendo por patas como si toda yo estuviera en llamas.

La miré unos segundos, dubitativa y mordiéndome el labio por los nervios. Y pensar que solo hacía unas horas que pensaba en cómo decirle a ella mi pequeño e insignificante problema de enamoramiento. Exhalé e inhalé un par de veces, recogiendo todo el valor que pudiera tener escondido y fijé mis ojos en los suyos, dispuesta a confesarlo todo.

-Mehabesadoestamañana-dije de carrerilla, como si diciéndolo más rápido se borrara.

-¿Qué? Repite, anda.

¿Repetir? Es decir, ¿decirlo otra vez? ¡Solo había reunido valor para una vez y ella me pedía que tornara a despojarlo de mis labios! Respiré nuevamente, frotándome las manos y con la cabeza dándome vueltas.

-Me ha besado esta mañana-saqué el aire sobrante de mis pulmones, como si fuera una carga muy pesada y Smily abrió los ojos y formo una preciosa “o” con su boca.

-¡¿Qué?!-gritó sin asimilarlo-¡¿Te ha besado?!

-Si…-musité avergonzada por su sorpresa.

-¡Juliet Clarette Doyle!-no hacía falta que dijera mi nombre al completo-¡Te han dado tu primer beso! ¿Qué has sentido? ¿Ha estado bien?

¿Si había estado bien? ¿Se atrevía a preguntar si había estado bien? Aún sentía en lo más profundo de mi alma el tenue roce con su lengua, con sabor amargo de tabaco y aquél olor fresco a menta que se había incrustado en mi ropa sin atrever a desaparecer. ¡Pues claro que había estado bien! ¡Más que eso!

-Sí que debe haber sido bueno con esa cara de tonta que has puesto-rió su propia gracia cuando notó que mis mejillas se cubrían de un pálido rojo y giré el rostro indignada por estar riéndose tan abiertamente de mi experiencia.

-Bueno-musitó levantándose-creo que es hora de conquistarlo, ¿no crees?

-¿Qué quieres decir?-aquella mirada maliciosa, la sonrisa picarona y la suave risita que nada bueno traía con ella me hicieron temblar.

-¡Te voy a convertir en la mujer más seductora del planeta!-cogió una silla, haciendo ademán para que me sentara, sin embargo, mi propio cuerpo se negó a cumplir su orden. Smily daba mucho miedo cuando se proponía algo.

-¿Cómo…?-mi voz surgió débil, entrecortada y asustadiza.

-¿Recuerdas aquél precioso vestido negro que te regalé?-dijo y asentí. ¿Cómo olvidar aquella pieza de ropa pecaminosa que poco dejaba a la imaginación?-pues con ese mismo.

-Oh, oh-pensé-que alguien me haga desparecer.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 30

El cielo teñido de oscuridad se hallaba tapado por una fina capa de nubes que amenazaban con descargarse en pocos minutos. La cocina estaba totalmente en penumbra, puesto que la ausente Luna no le brindaba su endeble luz. Todo parecía desértico, aunque se distinguía un perfil sentado en una de las sillas más alejadas de la puerta del recinto.

El olor rancio de la cerveza se encerraba entre aquellas paredes, dispuesto a no marcharse del lugar. Un hombre le pegaba sorbos a su tercer botellín, rascándose la cabeza.

Pensativo, hurgaba en su mente para que algún plan brillante se le ocurriera. Algo inteligente para que la chica inocente que lo estaba volviendo secretamente loco lo aceptara. Necesitaba que lo aceptara. Necesitaba embriagarse con su aroma pegajoso y maravillarse de nuevo con el sabor de la canela.

-¡Maldito trabajo de mierda!-dio un golpe a la mesa con el puño cerrado y bebió, acabándose el líquido áspero de su bebida.

Oyó pasos acercándose donde se encontraba él meditativo. Pasos torpes, nerviosos, que no sabían cómo equilibrarse. Los tacones aguijoneaban el suelo con su inconfundible “tap tap” y como si de una alucinación se tratara, Ella entró.

Se recargó sobre el mármol, más que seductoramente, parecía que lo hacía para no caerse por culpa de aquellos zapatos de tacón de aguja que en esos momentos le destrozaban los pies. Intentó poner la mirada cazadora que había estado ensayando toda la tarde con su amiga, sin mucho éxito, ya que se sintió terriblemente avergonzada cuando su presa (¡Espera! ¿Presa? ¿No era ella la presa?) la desnudaba sin pudor con sus ojos resplandecientes, aún sin luz. Respiró sacando pecho y recostándose otra vez sobre aquellos zapatos mortales. Dio un par de pasos, moviendo las caderas pero tropezó con su propia torpeza y se sujetó al mármol de nuevo, para no comerse el suelo que tan cerca había estado de recibirla.

Una risita burlesca hizo que se diera cuenta del horroroso espectáculo que estaba ofreciendo. Ella, que solo quería cazarle, que quería demostrarle que no era solo una niña sin formas, sino una mujer con apetito (recién descubierto, todo sea dicho) dispuesta a humillarlo, se estaba humillando ella solita con tales escenas. El sonido chirriante de la silla confirmó que se levantaba y sus pasos seguros (seguridad que ella odiaba de él) se aproximaban hacía ella, otorgándole un gran nudo en el estómago y unas inquietantes ganas de salir corriendo.

-¿Se puede saber que estás haciendo?-se mofó y Juliet inspiró su característico olor, ahora envuelto en cerveza.

-He venido a picar algo-su excusa era pobre y lo supo cuando él sonrió con aquella especie de mueca burlona.

-¿Tan arreglada?-él se fijó entonces en sus labios pintados de un color chillón y al aspirar su aroma nada de caramelo le llegó. Olía a perfume francés caro y a toallitas desmaquillantes. Su cabello, siempre despeinado, ahora estaba liso, con todos los mechones en su lugar y odio todo el conjunto. Aquella no era Juliet, sino otra de las típicas mujeres con las que se acostaba. A él le gustaba la chica desarreglada, la que solo usaba brillo labial de canela y de cabello rebelde, indomable.

Sin vacilar ni un poco y con total descontrol de sus facultades, le removió el cabello con la mano hasta que este quedó más o menos despeinado, adquiriendo su forma original. A punto estuvo de quitarle el pintalabios con sus labios, pero se contuvo. Su razón había vuelto a brillar, dándole algo por lo que aferrarse. No obstante, no se resistió a coger uno de los mechones de aquella cabellera y olfatearlo con esmero, reparando en un leve y casi efímero olor a caramelo.

-Jamás-musitó cerca de su oreja-jamás vuelvas a presentarte de esta manera-y soltando el mechón, no sin antes volver a extasiarse con él, se alejó del único ser humano que lo perdía y se evaporó de la cocina, dejando como recordatorio las tres botellas de cerveza que descansaban en la mesa.

La joven estaba allí, anonadada y espantada al mismo tiempo, con el aliento de Romeo aún haciéndole cosquillas en la oreja y su cabeza todavía recordando el sabor de su mano. Temblaba toda ella, con las rodillas amenazando con no sujetarla y mandarla al cuerno. Porque ella no se había esperado esa reacción, ni aquella mirada fría y decepcionada que tan bien memorizó. ¿Ni tan siquiera le había dado un vuelco a aquél corazón de piedra al verla? ¿Tan poco atractiva la encontraba? ¿No se veía como una mujer con aquél vestido y el maquillaje que la hacían tres años mayor? Y entonces sí que cayó al suelo, desconsolada y sin entender nada. Porque Juliet no comprendió en ese instante que Romeo la quería tal cual era, que estaba atraído por ella porque no era como las demás. Porque era ella, ella y su esencia a caramelo.

[sara-sara 0]

joeee... anda que smily tambienn arregla las cosas ¬¬ bueno... ella lo hacia con toda su buena intencion

en cuanto vuelva a ser normal, como ella siempre es,.... romeo caera de nuevo! =)

[_Betty_ 0]

Me esta encantando esta historia

Esa tension sexual que hay entre Romeo y Juliet me encanta, y a pesar de que los rubios no son mi fuerte, Romeo me tiene loca con ese caracter tan varonil y duro

Mas??? Prontito??

[NatayaTahir 0]

Capitulo 31

En otro lugar, en la misma ciudad, dos jóvenes alzaban y chocaban alegremente sus copas rellenas de champán. Por el modo en que reían, muy posiblemente estaban celebrando algo. En cuestión, Vainille, tras revisar sus notas por internet encontró un precioso excelente en el último examen de Enfermería Psiquiátrica, una asignatura en la que nunca superaba el aprobado justillo.

Cyril había insistido en celebrarlo y sacó una botella de champán de la bodega particular de la chica, aunque todas aquellas bebidas alcohólicas pertenecieran a su hermano.

También había hecho la cena, algo ligero pero sabroso, una rica ensalada Americana, añadiendo toques de su propia receta. Vainille le agradeció el detalle e incluso Cyril le dijo que se arreglara un poco, como si fueran a salir de verdad ya que le sabía realmente mal que no pudieran hacerlo por su culpa. La muchacha siguió su consejo y se había arreglado para la ocasión con un tímido vestido azul cielo con zapatos planos, liberando su cabello en un peinado despeinado que le daba un aire desenfadado. El maquillaje nunca fue su fuerte, por eso prefirió aplicar un poquito de base, una pizca de rímel y brillo labial claro.

Eso resultó suficiente para que Cyril se quedara plantado, literalmente, contemplándola como si fuera un ciego que veía por primera vez el Sol. Le pareció hermosa, sensual a pesar de que su vestido fuera modesto y sobretodo, única. Notó la garganta seca y respiró profundamente antes de retirarle la silla para que se acomodara. Se sentó delante de ella y comenzaron a cenar, charlando de cosas poco importantes.

La primera botella de champán se terminó, y Cyril abrió otra, y otra y otra más. Vainille no estaba muy acostumbrada al brebaje que adormecía los sentidos y hacía que las personas se sintieran más libres, menos idiotas y mucho más transgresoras.

Él se dio cuenta de este hecho al ver como sus mejillas estaban un poco sonrojadas y por la risita tonta que soltaba por cualquier comentario.

-Creo que he bebido demasiado-admitió cuando Cyril le ponía más champán en la copa.

-La noche todavía es joven-afirmó y se acabó los restos amargos de su bebida.

-No quiero tener resaca. Jamás he podido soportarla-murmuró la chica y él sonrió.

-Yo te cuido mañana, lo prometo.

-En serio, me pongo insoportable con resaca-se levantó de su silla para irse a su habitación y cuando iba a desearle buenas noches a Cyril se tropezó con sus propios pies. Gracias a los buenos reflejos del chico no acabó en el suelo, sino en su pecho, sintiendo los latidos agitados de un corazón alborotado.

Vainille alzó la cabeza para ahogarse en aquellos ojos grandes y cálidos que siempre la miraban con cariño. Él se quedó mudo admirando el gris tormentoso de unos ojos que lo observaban sin titubeos.

-Vainille…-y su voz fue un jadeo nervioso y excitado por tenerla tan cerca. Olió el perfume afrutado de su cabello y ella dio un pequeño respingo, mas no se alejó de sus brazos.

La cabeza de Cyril fue bajando lentamente, dándole a la chica cierto tiempo para que se marchara o aceptara lo que estaba a punto de ocurrir. Ella no vaciló en cerrar los ojos, esperando a que cuando sus labios se posaran en los suyos su corazón se callara y dejara su amenazante agonía de querer escapar de su pecho. Y justo cuando los dos sentían el aliento del otro acariciándoles la piel, el timbre interrumpió la magia del momento devolviéndolos a la terrible realidad.

Vainille se apartó rápidamente de él, mientras maldecía el timbre interiormente. La chica respiró antes de abrir la puerta y se arregló el cabello con la mano. Cuando estuvo lista y agarró el picaporte para tirar de él, contuvo el aliento por ver a Kaori allí de pié, recordándole que ella era la legítima novia del chico que había estado a punto de besar.

-¿Kaori…?-preguntó la rubia al ver que no decía nada y se mantenía en una actitud confusa.

Aquella tarde, antes de marcharse, Smily vio de refilón al hombre que protegía la vida de su mejor amiga y ahora lo volvía a ver allí, en otro lugar y con otro sexo. El chip de su cabeza se activó y fue juntado cosas hasta que la bombilla al fin se iluminó. Por eso le sonaba tanto el rostro de la mujer rubia que la escudriñaba preocupada.

-¿Tienes un hermano llamado Romeo?-preguntó directa al grano y Vainille se sorprendió tanto como ella.

-Si… ¿Le conoces?-la asiática asintió y entró en el recinto, localizando a su novio.

-Cyril, debemos hablar de algo-y cerró la puerta tras ella. Esa iba a ser una noche muy larga y para nada joven.

[NatayaTahir 0]

Capitulo 32

Me había pasado la mañana y parte de la tarde dormitando a causa de aquella noche sin pegar ojo, dándole vueltas a todo el asunto de mi inexistente sensualidad. Vale, quizá no era una mujer explosiva, de esas que dejaban a los hombres con los ojos muy abiertos y mareados tras perderse por sus curvas, pero no me consideraba fea. Poseía una belleza que pasaba desapercibida, no obstante, era belleza al fin y al cabo.

Pero no, él tenía que preferir a una de esas mujeres que realmente le quedaban bien vestidos como aquellos o maquillaje como aquél, de labios chillones y mini faldas que tapaban lo justo.

Resoplé molesta y escuché como mi estomago reclamaba algo de comida, le daba igual que, con urgencia. Algo normal tras haber estado un día, más o menos, sin comer. Así que con mi mal humor resplandeciendo por cada poro de mi piel me dirigí a la cocina para picar algo.

-¡Señorita!-me llamó Nana al verme en el salón-vuelva ahora mismo a su habitación.

-Es que tengo hambre-respondí llanamente y ella negó con la cabeza.

-Ahora le llevo algo para comer, no se preocupe.

Tuve que hacerle caso, sin embargo no le hice del todo caso ya que las escaleras del pasillo brillaron de un modo revelador y sonreí. Bien, sino me consideraba una mujer hermosa al menos merecía una buena explicación por haberme besado. Era lo menos que podía hacer.

Subí los escalones despacio, haciendo el menor ruido puesto que no quería que me oyera y abrí su habitación sin picar. Estaba delante del espejo, detrás de la puerta, peinándose.

-¿Qué cojones haces aquí?-se giró atónito y cabreado al mismo tiempo, haciendo que el flequillo se moviera a su compás.

-Estoy aburrida-dije utilizando la misma excusa usaba siempre para entrar en mi cuarto.

-¡Eso no te da derecho para entrar aquí sin picar!-bramó, pero no me asuste.

-Estoy en mi casa-respondí entre divertida y seria, fijándome en todo lo que había en la sala. Botellas de alcohol, revistas, un viejo escritorio con un portátil, un antiguo televisor…

-Lárgate ahora mismo-volvió a su personalidad gélida, matándome con la mirada, sin embargo le ignore por completo.

-¿O qué? ¿Me besarás?-sonreí un poco al ver como se le desencajaba un poco la cara y se removía la cabeza.

-Eso fue un accidente-le miré sin acabármelo de creer y rió-un espantoso accidente, cabe añadir.

¿Espantoso accidente? ¿Tanto horror le había producido mis labios? ¿Tanta…repugnancia?

-Nadie te pidió que lo hicieras-murmuré dolida, intentando mantener mis lagrimas a raya para que no me traicionaran.

-Quería probar-explicó con aquella sonrisa suya tan retorcida-que se sentía al besar a una poca cosa.

Elevé la cabeza tras escuchar aquellas hirientes palabras y fijé mi vista en sus ojos, fríos, calculadores y algún extraño sentimiento más que no reconocí. Me mordí el labio y salí como un torbellino de allí, empujándole a mi paso.

En el camino me encontré a Nana saliendo de mi habitación con cara de preocupación al no hallarme allí. Al verme con lágrimas en los ojos no pregunto nada y asintió, dejándome sola con mi llanto y mi orgullo maltrecho. Agradecí su silencio y cerré la puerta, observando el plato de comida que reposaba en la mesa. El hambre me había abandonado y solo tenía ganas de llorar, llorar por haber creído que aquél beso había significado algo para él. No obstante me negué a derramar una sola lágrima más por su culpa, no las merecía, así que sequé con fuerza mi mejilla y suspiré, tranquilizándome. No quería estar allí, en la escena del crimen cometido y me escapé de mi fría celda (sin ser vista) hasta llegar a una cocina desierta, donde horas antes me había humillado a conciencia.

Busqué en la nevera un poco de helado (lo mejor para las depresiones) y hallé algo muchísimo mejor. Un par de cervezas frías, media botella de vodka barato y un culo de Ron. Saqué las cuatro cosas y las deposité en el mármol, feliz por mi gran descubrimiento. Una vez alguien dijo que las penas se olvidaban con alcohol, ¿no?