ImagineRe

Historia cancelada ---SIN ROSTRO---

49 posts en este tema

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Ehhh! ya estaba desesperando por no ver capítulo nuevo !

Pobre Elizabeth, como la han dejado... A Dave cuando se le ablandará el corazón? :(

Muy buen capi! sigue pronto :P

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    Capítulo siete ----Mentiras y confesiones----

    Joy se cambió de ropa y se marchó a la dirección que le había proporcionado el secretario de Duncan. Estaba realmente nerviosa, notaba cómo con cada paso estaba más cerca del infierno y cómo su pulso aumentaba a medida que se aproximaba. Temía que la descubrieran, que todo aquello saliera mal y se enteraran de los planes de su padre y sus compañeros de trabajo. Sabía, por lo que le había contado Liam, que Duncan era capaz de cualquier cosa, y… Estaba claro que no le iba a suponer ningún problema acabar con ella.

    Subió hasta el sexto piso y se detuvo frente a la puerta del “jefazo.” Respiró unas cuantas veces intentando calmarse y llamó al timbre.

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    Un hombre de unos treinta y pico años le abrió la puerta con cara de pocos amigos. Su tez era rosada, con dos pequeños coloretes rojizos en los mofletes, como si se hubiese pasado ocho horas seguidas corriendo.

    -¿Grace Stadler? –preguntó mirándola de arriba abajo.

    Joy asintió con el corazón palpitante.

    -Pase. El señor Duncan vendrá en unos minutos. Antes me gustaría explicarle en qué consistirá su trabajo. Acompáñeme.

    -Por supuesto –volvió a asentir siguiendo a aquel hombre.

    -Bien –se paró frente a unas cristaleras que dejaban a entrever el despacho del jefe –Por lo que pone en su currículo, tiene experiencia en la administración, así que no le supondrá ningún problema encargarse de ordenar los documentos que le lleguen de fuera, ¿no?

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    -Por supuesto que no.

    -Tendrá que organizar las citas y, cuando yo se lo pida, deberá contactar con todos los trabajadores y reunirles en la sala principal. Estará presente en todas nuestras reuniones, así que le aconsejo que sea discreta, no queremos problemas.

    Joy escuchaba atentamente, reparando en cada detalle de la expresión de aquel tipo. Era realmente escalofriante.

    -Debe saber que todo lo que lea o vea entre estas cuatro paredes será confidencial –continuó el secretario –en caso de traicionar a la empresa… Tendrá problemas, créame.

    ¿Emily le contó algo de lo que hacíamos?

    -No, nunca hablaba de su trabajo…

    -Bien, aprenda de ello. Ni una palabra a nadie.

    -Claro –afirmó con energía y serenando su corazón.

    -Venga por aquí. El jefe vendrá ahora mismo.

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    El secretario le llevó hasta el despacho de Duncan, y le indicó que se sentara frente a sus guardaespaldas, los cuales no apartaban la vista del frente. Parecía, incluso, que aguantaban la respiración y que estaban completamente petrificados. Ésta les miró sorprendida y, cuando se marchó el secretario, les saludó amablemente.

    -¿Lleváis mucho tiempo trabajando aquí? –preguntó con curiosidad. Estaba realmente nerviosa, necesitaba liberar sus nervios de alguna forma.

    Los guardaespaldas ni se inmutaron. Siguieron con la mirada clavada en la pared de enfrente.

    -Bueno… Yo soy Grace Stadler –se autopresentó con una gran sonrisa, intentando que no se notara su nerviosismo –pronto seremos compañeros de trabajo. Eso espero…

    En ese momento, apareció Duncan, acompañado de su inseparable secretario, el cual había conseguido el puesto tras el asesinato de la antigua mano derecha de Duncan, el padre de Nines Braid. Joy no se percató de que éste había entrado por la puerta, y siguió hablando alegremente con los guardaespaldas.

    -Espero conseguir el trabajo… Me vendría muy bien –habló mirando a los gemelos Brigton –Y… ¿cómo os llamáis?

    -No te molestes –habló entre risas Duncan a su espalda –no te contestarán.

    Joy se levantó sobresaltada, sintiendo cómo el calor subía hasta sus mejillas.

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    -Yo… Eh… Soy J… Grace Stadler –le tendió la mano temblorosa.

    -Lo sé –asintió Duncan mirándola de arriba abajo con una sonrisa de oreja a oreja.

    Joy no se esperaba a alguien tan joven. Tendría… ¿No más de 35 años? ¿Cómo alguien así podía llevar un negocio tan grande y controlar a tanta gente?

    -Veo que Emily conoce mis gustos –le dedicó un pequeño guiño –Esperemos que se recupere pronto –fingió compasión y apego.

    Joy asintió nerviosa.

    -Bueno, supongo que Frederic te ha explicado en qué consistirá tu tarea.

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    -Sí, me ha quedado todo claro.

    -Pero… supongo que no te habrá dicho a qué nos dedicamos, ¿me equivoco? –miró a su secretario sin expresión –somos… algo así como… mensajeros.

    -Mensajeros… –repitió Joy sintiendo rabia por cada lugar de su cuerpo. ¡¿Mensajeros?! Eran unos malditos asesinos, ¿cómo podía tener tanta cara?

    -Cada semana llega un encargo y nosotros nos ocupamos de cumplirlo. De avisar a la gente de las cosas que ha hecho mal. ¿Entiendes?

    -S… Sí, creo que te sigo –acabó con una sonrisa, fingiendo ser tan fría como él.

    -Perfecto. Entonces… –miró su reloj de 1000 euros –¿Mañana te espero a las nueve? Frederic te mandará un correo con tu horario y con algunas especificaciones que debes saber y… Bueno, consentir. Puro papeleo, ya sabes –le dedicó una sonrisa escalofriante.

    Joy asintió con el pulso de nuevo por las nubes. No podía creer que se lo hubieran tragado. Era imposible.

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    El secretario de Duncan la acompañó amablemente a la puerta.

    -Bueno señorita Stadler, que pase una buena noche. Ah, y… –le miró de nuevo de arriba abajo –mañana venga algo más… Arreglada... Más... Seria…

    -¿Seria? –repitió Joy con mala cara.

    -Parece usted… Una estudiante de instituto.

    Joy soltó una sonora carcajada.

    -Es un consejo.

    -Cl… Claro, sí, eh… si –asintió sorprendida.

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    -¡Dave! –exclamó Frederic, haciendo que Joy pegara un pequeño saltito –Ya era hora.

    Joy se dio la vuelta y miró con curiosidad al susodicho. Ese nombre… Ese nombre lo había escuchado en alguna parte.

    -Hasta mañana –le habló a la espalda el secretario.

    -A… Adiós.

    Joy se marchó con la mirada fija en Dave, el cual llevaba un traje azul con corbata y guantes negros, y andaba calmadamente con la mirada fija en el frente.

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    Cuando pasó al lado de Joy le dedicó una mirada penetrante que la hizo estremecer. Sabía de qué le conocía. Liam le había hablado de él, era el asesino sin escrúpulos que se encargaba de los asuntos más… Complicados.

    Se fijó en sus ojos grisáceos y sintió un extraño calambre en el pecho. Su mirada parecía esconder mil heridas y un dolor incalculable. Unos pequeños mechones negros le caían sobre la frente, tapando ligeramente sus ojos y dándole un aspecto misterioso.

    Dave reparó en la joven, que le miraba con expresión pasmada, y supo al instante que sabía quién era.

    Pero… ¿Y ella? ¿Quién era ella? Nunca subía nadie desconocido a la oficina de Duncan, solo los trabajadores y los encargados del servicio de limpieza.

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    -Date prisa –protestó Frederic –Hace una hora que te he llamado.

    -El tráfico –contestó sin demasiada energía.

    -Duncan está…

    -Enfadado, sí, lo imagino –le cortó inexpresivo.

    Cuando Joy se hubo metido en el ascensor, Dave habló en un susurro.

    -¿Quién era esa chica?

    -La nueva secretaria de Duncan. Grace Stadler.

    ¿Y Emily? Pensó Dave, pero no dijo nada, no le apetecía hablar.

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    Dave pasó al despacho de Duncan, y se lo encontró cruzado de brazos y con los ojos entornados. Estaba enfadado, no cabía duda. Se puso las manos detrás de la cabeza y soltó un pequeño bufido.

    -¿Por qué, si se te dice que vengas de inmediato, tardas una maldita hora? Vives a diez minutos, no a sesenta.

    -El tráfic…

    -No –le cortó dando un golpe en la mesa –esa excusa ya no me vale. Quería encargarte algo, pero veo que ya no puedo contar contigo.

    -No exageres, solo he llegado tarde.

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    -¡¿Solo?! –exclamó frunciendo el ceño –Maldita sea, ¡no has sido capaz de cumplir con la hija de Keller y cada vez que se te pide algo pones mala cara! ¿Qué coño te pasa?

    Dave no contestó. Sabía que si hablaba, le iban a salir de la boca todo tipo de insultos.

    -¿Sabes? Creo que te estás acostumbrando demasiado a los lujos. Esto es un trabajo serio.

    Dave le miró pasmado. ¿Lujos?

    -El coche que te regalé hace unas semanas se lo quedará Frederic.

    El secretario abrió los ojos sorprendido, a la par que emocionado.

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    -¡No! ¡No puedes hacerme eso! –protestó con mala cara y acercándose a su mesa –¡He tenido unos días malos, es solo eso!

    -No –negó con contundencia –no me lo trago. Antes eras el mejor, incluso más eficiente que tu padre.

    La sangre de Dave hirvió al recordar a su padre.

    -Llévale comida y ropa limpia a la chica. Si se muere de una infección no nos servirá de nada –habló con frialdad –Y ahora… Apártate de mi vista –le echó de su despacho con desprecio.

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    Dave salió dando un portazo y se marchó hacia la parada de autobús, donde esperaba Joy congelada de frío a que llegara el autobús.

    -¿Una mala noche? –le habló a Dave con buena cara, intentando que no se notara su desprecio hacia él.

    Dave suspiró con cara de pocos amigos.

    -Trabajas para Duncan, ¿verdad? –preguntó intentando iniciar una conversación.

    -Sí –asintió sin mirarla.

    -¿Llevas mucho?

    -Desde los dieciocho años.

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    -¡Joder! –exclamó sorprendida –Yo empezaré a trabajar mañana.

    -Pues… Suerte con ello –arqueó una ceja, mientras se marchaba de allí con las manos metidas en los bolsillos y la mirada fija en el asfalto.

    -¡Eh! ¡Espera! ¡El autobús está apunto de llegar!

    Dave no dijo nada. No le apetecía lo más mínimo hablar con nadie. Estaba furioso, deseaba mandarlo todo a la mierda, no tenía tiempo para estúpidas conversaciones con rubias entrometidas. Quería irse a casa y evadirse del asqueroso mundo que le rodeaba.

    Recordó, entonces, que debía ir a la fábrica, y un sentimiento de amargura invadió todo su cuerpo.

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    Dave entró por la puerta buscando con la mirada a Elizabeth. De repente, un fuerte golpe en la espalda le sorprendió. Miró hacia atrás y vio que Elizabeth se había abalanzado sobre él y se había agarrado a su espalda como una loca.

    -¡Dejadme salir de aquí! –chillaba histérica.

    Dave, intentando deshacerse de Elizabeth, la empujó hacia un lado, cayendo al suelo y liberando su rostro de la máscara que le protegía.

    -No… No… –comenzó a murmurar entre sollozos sabiendo que, ahora que le había

    visto el rostro a su secuestrador, debía morir.

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    -¡Maldita sea! –se levantó con ira y la pegó un bofetón.

    Elizabeth se tocó la mejilla y comenzó a llorar.

    Dave la miró con odio. ¿Qué hacía con ella? ¿Matarla y perder los 6 millones de euros, o dejarla viva, coger el dinero, y después cargársela? Obviamente la segunda opción era la más acertada. Sabía que si le decía a Duncan que le había visto el rostro, éste le quitaba definitivamente todo lo que le había dado, y no podía permitirse perder la casa y todo el dinero que le había dado a lo largo de los últimos años. No podía.

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    Elizabeth se acurrucó en la manta que utilizaba como cama y se cubrió el rostro asustada. Se sentía realmente apenada. Le dolía todo el cuerpo, cada vez que se movía sentía crujir sus huesos y cómo las heridas ardían, tenía todo el cuerpo magullado y un dolor de cabeza insoportable.

    -Te he traído ropa limpia –habló Dave tirándole unas cuantas camisetas y pantalones.

    Elizabeth levantó la mirada sorprendida.

    -¿No… No me vas a matar?

    Dave negó con la cabeza y se dio la vuelta con una bandeja de color blanca envuelta en plástico. Se lo quitó y la puso encima de la mesa.

    -Pero… Te he visto la cara… Podría…

    -Déjalo ya, ¡¿vale?! –exclamó haciéndola callar –ahí tienes la comida.

    -No tengo hambre –masculló sin moverse ni un solo centímetro.

    -¡He dicho que ahí está la maldita comida! –exclamó señalándola con genio.

    Elizabeth se levantó asustada.

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    Dave resopló, intentando calmarse y se dio la vuelta en silencio con el rostro tenso. Debía hablar con Milton, el encargado de las cámaras de video-vigilancia. No podía decirle a Duncan que la chica le había visto el rostro. Cuando estaba a un metro de la puerta, Elizabeth se dio la vuelta y habló.

    -¡No! –exclamó Elizabeth a su espalda –No puedes… ¿quedarte?

    Dave la miró sorprendido. ¿Acaso era masoca? ¿Quería que la persona que la había secuestrado y golpeado se quedase? ¿En serio?

    -No quiero quedarme sola… Yo… me da miedo…

    -¿Miedo? –repitió anonadado. Definitivamente, estaba loca. Dave era un asesino, ¿acaso no le daba más miedo quedarse con él?

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    Suspiró asqueado y se cruzó de brazos frente a ella, mientras ésta se sentaba y se metía a la boca unos cuantos guisantes.

    -Si me permites la pregunta… ¿Por qué trabajas en esto? –habló con la boca llena.

    Dave la miró pasmado.

    -No te importa.

    -Es que no lo comprendo… ¿Habías hecho esto antes?

    -Claro.

    -¿Por qué? Dime, ¿por qué empezaste?

    Dave suspiró cansado de escuchar esa maldita pregunta.

    -Fue por… Mi padre. Él quería que yo hiciera lo mismo que él. Cuando se puso enfermo me pidió que lo hiciera y… No me pude negar –se sorprendió mostrándole esa pequeña parte de su vida.

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    -¿Cómo un padre quiero algo así para su hijo?

    Dave bajó la mirada sin saber qué contestar.

    -¿Y tu madre?

    El chico sintió cómo su corazón se encogía. Odiaba recordar a su madre… Le dolía tanto…

    -Ella fue… Asesinada.

    -Lo siento –habló sin mirarle. ¿Realmente lo sentía? Él era un asesino, ¿cómo podía sentir pena por alguien así? –¿Qué le pasó?

    -No me gusta hablar de ello.

    -Vamos, la mejor forma de avanzar es hablando de ello. Mi madre también murió, y… Al principio me costaba hablar de ello, pero me di cuenta de que la única forma de no sufrir al recordarla era sacar todo fuera.

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    Dave la miró con su penetrante mirada y algo en el rostro inocente de aquella chica le hizo mostrarle su pasado.

    -Yo… Tenía 6 años la noche que pasó. Las discusiones en mi casa habían pasado de ser espontáneas a ser habituales. Mi padre llegaba a las tantas del trabajo y, unas veces venía con moratones, otras con sangre en las manos u otras con olor a gasolina… El día que mi madre descubrió una pistola en uno de sus cajones, decidió acabar con todas esas mentiras. Sabía que mi padre no era corredor de bolsa, como él nos hacía creer, pero… ¿Un asesino? Así que… Hizo las maletas y compró dos billetes para Londres –Dave hizo una pequeña pausa y negó con expresión encogida –Cuando estaba guardando las últimas cosas, apareció mi padre y, al ver la maleta encima de la mesa, comenzó a gritar y a tirarlo todo por los aires… Ella le encaró y mi padre… la abofeteó.

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    -¿Tú qué hacías?

    -Yo… Observaba sin saber qué hacer. Temía a mi padre, no era la primera vez que se ponía así y, por supuesto, no era la primera vez que golpeaba a mi madre. Sin embargo, aquello fue a más. La tiró al suelo y comenzó a golpearla con saña. Mi madre gritaba con el rostro ensangrentado, y yo… yo le pedí a gritos que la dejara en paz, pero estaba completamente fuera de sí... Cuando dejó de moverse, entró en razón y se agachó para ayudarla a levantarse, pero… –Dave bajó la mirada dolido –Ya no se movía. Ya no respiraba.

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    -¡Oh! –exclamó Elizabeth mirando pasmada a su secuestrador. Era horrible…

    -Murió asesinada por mi padre. Por mi maldito padre… –cerró las manos en puños y frunció el ceño odiándole una y otra vez.

    -Y… ¿Por qué empezaste a trabajar por él? No lo entiendo.

    -Era pequeño, inocente, no tenía ni idea de la vida. Me metió mil historias en la cabeza y… Las constantes palizas me hicieron temerle. Tenía miedo de que me matase a patadas si no hacía lo que él quería. Era capaz –habló centrando sus ojos grisáceos en los de Elizabeth, que le miraba apenada – Con los años aprendí a… A no sentir nada. Cada vez que me insultaba o me golpeaba… Me daba igual. Cada vez que me enteraba de que se había cargado a alguien, no sentía nada… Absolutamente nada…

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    Elizabeth abrió los ojos sorprendida. Le apenaba aquel chico… Su vida había sido horrible. No entendía por qué pero le parecía normal que alguien con un pasado así hubiera acabado en un trabajo como ese.

    -Cuando se puso enfermo… –continuó abiertamente –me dijo que si no entraba en el trabajo, me dejaría tirado en la calle, sin un puto duro… Yo… No tenía otra… Al fin y al cabo ya no sentía absolutamente nada. Ni lo siento ahora –la miró entrecerrando los ojos.

    Un pequeño halo de consciencia le rodeó haciéndole salir de la burbuja del pasado en la que se había introducido en un momento. Se dio la vuelta y se marchó de allí, dejando a Elizabeth boquiabierta.

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    Ésta, cuando terminó de tomar la asquerosa comida que le había dado Dave, se metió en lo que parecía ser el baño y abrió la “ducha”. Era asqueroso. Había moho por las paredes y el suelo estaba lleno de un extraño líquido marrón.

    Cuando el agua tocó su cuerpo, se olvidó del olor a putrefacción y del aspecto desolador de aquella habitación, y tan solo pudo pensar en Dave. En todo lo que había tenido que pasar aquel chico y la tristeza que reflejaba su mirada… No se podía permitir sentir pena por él, era su secuestrador, un asesino, un hombre que, por lo que decía él mismo, no tenía sentimientos. Pero… La forma en la que había contado la historia, ¿cómo alguien que guarda tanto dolor en su interior puede carecer de sentimientos?

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    Se secó y se puso la ropa que le había traído Dave; una camiseta azul y unos pantalones vaqueros. La ducha le había dejado completamente relajada. Se peinó como pudo el cabello, se lo recogió en dos trenzas y echó un vistazo a su alrededor con expresión encogida. Daba asco.

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    Se tumbó en la manta, cerró los ojos e intentó dormirse. La noche anterior no había conseguido dormir nada, así que necesitaba descansar para reponer fuerzas. Las heridas, ya limpias, le seguían escociendo, y el dolor de cabeza continuaba, sin embargo, al cabo de 15 minutos se vio sumergida en sueños.

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    Editado por ImagineRe

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      Me encantan todos los capítulos ;). Pobrecilla la madre de Dave, me ha dado pena la historia, pero algo así tenía que ser para que se comporte de esa manera. Espero que a Joy no la descubran. Pon pronto el siguiente capítulo :P

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        Madre mia, esta muy interesante. Se me hacen muy cortos los capitulos. La verdad,me da pena lo que le paso a Dave, pero sinceramente pienso que no justifica su comportamiento.... y Elizabeth no se que pasara con ella ahora que le ha visto la cara a Dave. Espero que no descubran a Joy, porque si lo hacen no quiero no imaginarme lo que podrian llegar a hacerle.

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          Puuf, madre mía, esto cada vez se pone más interesante. Yo opino lo mismo que Andesvonne.

          Adeás, pienso que si él tuvo que pasar por algo así, no debería disfrutar ver cómo sufre la gente por cosas semejantes a lo que él vivió. Y Eizabeth es que encima es tonta :lol2: Pero eso demuestra que tiene un crazón que no le cabe en el pecho (normal, si con la paliza que le han dado, dudo que tenga sus órganos en su sitio :P )

          Sigue pronto!!

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            ¡Hola! Siento haber tardado tanto en actualizar, pero es que me fui de vacaciones y me fue imposible meterme en internet. A partir de ahora intentaré hacer las actualizaciones más largas y más amenudo, que sé que es un coñazo que vaya tan lento jajajaja Aun así, ésta no es muy larga, pero más tarde actualizaré.

            Por cierto, muchísimas gracias de nuevo por vuestros comentarios, es genial ver que os va gustando mi historia... Anima a seguir, de verdad, así que... vale, dejo de enrollarme, y ahí voy con el capítulo ocho!

            Capítulo ocho ----No pensar, solo actuar----

            Cuando la ciudad comenzaba a recibir los primeros rallos de sol, Joy salió rumbo a la oficina de Duncan, ya que Liam le había citado en la calle paralela para tratar “ciertos temas de urgencia.”

            Caminaba feliz. No sabía por qué, pero se sentía orgullosa de haber conseguido introducirse en la mafia de Duncan. Tenía miedo, sí, pero sabía que lo iba a conseguir. Debía lograrlo.

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            Al doblar la calle se encontró a Liam apoyado en un coche blanco con la mirada perdida. Se fijó en la angustia que reflejaba su rostro y supo al instante que algo malo había pasado.

            -Joy –asintió con la cabeza a modo de saludo –¿Te ha seguido alguien?

            -No lo creo.

            Ésta se situó a su izquierda, apoyándose, al igual que su compañero, en el coche, y con la mirada fija en el horizonte.

            -¿Qué ocurre Liam?

            -Tu hermana ha sido capturada.

            Le costó reaccionar. ¿Su hermana?

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            -¿Cómo…? ¿Quién?

            -Se encarga Dave, como te dije. Pero… Nunca imaginé que fuera Elizabeth su encargo…

            -Elizabeth… –repitió en un susurro sin llegar a creérselo –¿Nos han descubierto, entonces?

            -No, es por otro asunto. Tu padre denunció a Gonsel, un Juez que controla absolutamente todo en esta ciudad. El encargo viene de él.

            Joy sintió cómo la mitad de su corazón se serenaba y cómo su respiración volvía a ser la de siempre. Ella y sus compañeros estaban a salvo, pero… ¿Y Elizabeth?

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            -¿E… Está bien ella?

            -No sé nada.

            -¿Y mi padre?

            -No, ¿cómo iba a estarlo? Tienen a su hija.

            -¿Han pedido rescate?

            -Seis millones –asintió bien serio.

            -Pero… No tiene ese dinero… No ahora.

            Joy se giró y le miró con expresión segura y enérgica.

            -Liam, tenemos que rescatar a Elizabeth. ¿Dónde la tienen?

            -Esa información solo la poseen unos pocos, Joy.

            -Y Dave es uno de ellos… ¡Tienes que averiguarlo! –exclamó frustrada –Podríamos… Sacarla de ahí…

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            -No es tan fácil. Las cosas están mal, de verdad, no confían en nadie.

            Una idea descabellada, como solían ser todas las que se colaban en la cabeza de Joy, hizo que ésta supiera al instante cómo llegar hasta el lugar en el que estaba capturada Elizabeth. Debía acercarse al único que tenía acceso a él: Dave.

            -Va ser la hora. Hoy hay reunión y Duncan odia la impuntualidad. Nos vemos… Y, por favor, ten cuidado –Liam se acercó a ella y le cubrió con un abrazo emotivo. Joy se recostó sobre su hombro y deseó que nada de aquello estuviera pasando. Ahora tenía más miedo que nunca.

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            Al entrar en lo que se suponía que era su despacho, el calor que desprendía la estufa la rodeó de arriba abajo. Se quitó la cazadora y se sentó con la mirada fija en la nada.

            El sonido de la puerta le hizo dar un respingo. Levantó la vista y advirtió a Dave, aquel chico con mirada grisácea que la llevaría hasta el lugar en el que se encontraba capturada Elizabeth. Éste le dedicó una mirada ofuscada y después continuó hacia el lugar de reunión de todos los matones. Al entrar, Duncan le fulminó con la mirada.

            -Dile a Grace que pase –habló muy serio.

            -¿Grace?

            -La nueva secretaria –añadió éste con cara de pocos amigos.

            Dave se acercó a la mesa de la joven Joy y, completamente inexpresivo, la hizo pasar al despacho de Duncan. Ésta asintió notando cómo todos sus músculos se tensaban y cómo su corazón comenzaba a latir a toda velocidad.

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            Al entrar, vio a los ocho ayudantes de Duncan sentados alrededor de una mesa de cristal. Entre ellos se encontraba Frederic, el secretario del jefe y el que la había recibido el primer día; Dave, cuyas misiones eran las más complicadas; Yako, la única mujer del grupo y fría como el hielo; Milton, encargado de las cámaras; Kuo y Peter, los únicos autorizados para relacionarse con los altos cargos que enviaban las órdenes; Charles, otro matón sin escrúpulos; y Liam. Joy miró a todos menos a éste, estaba paranoica y no quería parecer sospechosa. Después, con paso firme pero palpitante, se situó detrás de Duncan y comenzó a apuntar todo lo que creía importante para su investigación.

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            -Necesito poder confiar en vosotros –comenzó diciendo Duncan, mirando a cada uno de sus ayudantes con el rostro muy serio –cuando mi leal amigo Carlo Braid fue asesinado desconfié hasta de mi sombra, pero creo que lo más sensato es dejar las estúpidas sospechas y encontrar al asesino de mi compañero.

            Los allí presentes asintieron con la mirada fija en su jefe.

            -Estoy convencido de que una empresa enemiga nos ha tendido una trampa –continuó, ésta vez con el ceño fruncido –Alguien quiere acabar con nosotros y la mejor forma es haciéndonos desconfiar unos de otros. Sin embargo… No cesaré en mi misión de encontrar al asesino de mi gran mano derecha, de mi compañero, de mi casi hermano... Su hija, el anterior encargo de Dave, nos dio algunas pistas. Mostró mucho interés en cubrir al asesino, demasiado.

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            -Tenían un lío –le cortó Dave muy serio –el asesino y Nines Braid estaban juntos. Solo tengo que hacer unas investigaciones y… Tendré al culpable.

            Dave fijó su mirada en Liam.

            -¿Qué miras? –preguntó éste frunciendo el ceño.

            -Eres el último que ha entrado en esta empresa, permíteme desconfiar de ti.

            -Ya basta, Dave –le cortó Duncan.

            -¿Cuál es su referencia?

            -El mismo Carlo me metió aquí –habló Liam sereno –¿Por qué iba a matarle?

            -Porque su hija te lo pidió.

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            -No creo que seas el más indicado para acusar –se metió Yako, movida por la tensión de la conversación –últimamente no puedes hacer muy bien tu trabajo, ¿no es así?

            Dave la fulminó con la mirada. La relación entre Yako y él no estaba pasando por su mejor momento. Se conocieron cuando los dos tenían 21 años y, desde un principio, Dave atrajo su atención. Éste lo aprovechó y estuvo manteniendo relaciones esporádicas con ella durante tres largos años, pero ya se había cansado, como con todas. Ella sabía que Dave era incapaz de sentir, pero no lograba entenderlo.

            -No te metas… –masculló sin mirarla a la cara.

            -Claro que me meto.

            -Yako, no importa, déjalo –le apoyó Liam.

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            Joy observaba la escena con el corazón en un puño. Liam había conocido a Carlo Braid en una convención, se había ganado su confianza, y se había introducido poco a poco en su empresa. Pero… ¿Un asesino? Él no le había matado, era imposible. ¿Había, entonces, otro traidor en la empresa? ¿O es que realmente les habían tendido una trampa?

            -Yo nunca he visto a Nines Braid –habló Liam negando con la cabeza.

            -No me lo trago. ¿Eras íntimo de su padre y no conocías a su hija?

            -No voy a perder el tiempo dándote explicaciones.

            -Chico listo, desviando la conversación.

            -Ya basta –murmuró Duncan con el ceño fruncido.

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            -¿Es que no os dais cuenta? –exclamó Dave haciendo eco en la sala –¡No hay ninguna maldita trampa por parte de ninguna jodida empresa! ¡El traidor es él!

            -¡Que te calles, joder! –Duncan le encaró con ira –Otra palabra más y te marchas. Estoy hasta los cojones de tus tonterías.

            Dave murmuró unas palabras que nadie fue capaz de entender.

            -¿Quieres hablar? Muy bien. Esta noche te espero a las 10 en el restaurante Aura. Allí podrás decir todo lo que te plazca, pero ahora te callas.

            -Pero hoy…

            -No –le cortó impasible –A las 10 allí.

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            Dave bajó la mirada mordiéndose la lengua y sintió cómo la sangre se acumulaba en su cerebro. Joy, sin quererlo, desconectó por un momento y observó en silencio a Dave. El rostro de aquel chico le transmitía algo diferente que los demás matones de Duncan, algo que era incapaz de comprender.

            De repente, el chirriar de la silla de Dave la hizo volver a la realidad. Éste se levantó con furia y se marchó de la sala con genio.

            -Maldito niño malcriado –masculló Frederic, el secretario de Duncan.

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            Cuando acabó la reunión, Joy se marchó a su mesa y comenzó a ordenar los archivadores que no llevaban etiqueta.

            -¿Te apetece una copa? –alguien habló sobre su cabeza.

            Ésta levantó la mirada y se encontró frente a Duncan. Sin quererlo, sintió cómo todo su cuerpo comenzaba a temblar.

            -Em… Yo…

            -Venga, solo una. Para celebrar tu nuevo puesto.

            -Pero… Estoy trabajando…

            -Yo soy el jefe, ¿no? Y creo que ahora toca descansar… ¿Qué me dices? ¿Te vienes?

            Joy pensó en lo que suponía aceptar la invitación. Era una buena ocasión para acercarse a él y sacarle información. Así que, asintió nerviosa y tragó saliva intentando serenar sus temblores. Recogió todas sus cosas y siguió a Duncan, que andaba sereno con la cabeza bien alta.

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            Anduvieron unos cuantos metros y, al llegar a un edificio de ladrillo blanco, éste se paró frente a una puerta de vidrio.

            -Pensaba que iríamos a… a un bar… –habló Joy incómoda.

            -Tengo el mejor alcohol de la ciudad, ¿qué mejor que tomarnos la copa en mi salón? –abrió la puerta con una llave plateada que llevaba anudada al cuello –Por aquí.

            Al entrar, la exquisita decoración del piso sorprendió a Joy, ya que se imaginaba algo completamente agresivo y caótico.

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            No fue solo una copa, ni dos, ni tres, fueron más de cinco. Duncan bebía como un poseso y Joy… le seguía a duras penas, aunque a un ritmo mucho más lento.

            -Bueno y… ¿Qué es lo que te hizo montar esta empresa? –habló Joy exagerando su embriaguez.

            -Desde pequeño me hice respetar en esta ciudad. Era cuestión de tiempo que acabara en un negocio como éste…

            -Pero, ¿a qué os dedicáis exactamente? –se quitó la chaqueta y la dejó a un lado del sofá. Duncan centró su mirada en la delantera de Joy, maldito descarado.

            -Dime, ¿qué hacéis en la empresa?

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            Éste soltó una carcajada ante la insistencia de Joy. Después, sin vergüenza alguna, se levantó con una gran sonrisa y se sentó a su lado, apoyando su mano en la pierna de ella.

            -No debería hablarte de esto… Es privado…

            -Bueno, ahora trabajo para vosotros… ¿No confías en mí? –comenzó a jugar con un mechón de su pelo, y se acercó un poquito más a su jefe. ¿De verdad estaba intentando ligar con él para sacarle información?

            -Nos dedicamos a hacer favores a la gente a cambio de dinero. Solo eso.

            -¿Qué tipo de favores? –se dio cuenta de que empezaba a llamar demasiado la atención con sus preguntas.

            -Les damos… Pequeños sustitos –añadió dejando la copa en la mesa y con una sonrisa de oreja a oreja.

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            Joy le miró intentando disimular su ira. ¿Sustitos?

            Duncan se acercó a ésta, le cogió la copa y la posó sobre la mesa de cristal. Después se acercó a ella y le apartó un mechó de la cara.

            -Eres realmente hermosa… –comentó mirando con vicio los carnosos labios de Joy.

            Ésta sintió cómo una terrible sensación de repugnancia invadía su cuerpo. Aun así, sonrió intentando evitar las ganas de vomitar.

            De repente, Duncan se abalanzó sobre ella y la besó. Inconscientemente Joy le apartó de un empujón.

            -Yo… No… –balbuceó sin saber cómo excusarse –No es buena idea… Creo que debería irme.

            Duncan no dijo nada. Se levantó abochornado y se acercó a la puerta bien serio. Nunca le pasaba, tenía el control sobre todo y todos.

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            -Lo siento Duncan –habló Joy acercándose a él con pesar.

            -No importa –le respondió sin mirarla a la cara y abriendo la puerta de la entrada.

            Sin saber por qué, Joy cerró los ojos y se lanzó hacia la boca de Duncan. Tenía que hacerlo, le convenía tener de su parte al jefe si quería conseguir información para encerrarle de por vida. Duncan, sin entender el arrebato de Joy, la apartó y la miró arqueando una ceja.

            -¿Entonces?

            Joy no le contestó. No podía hablar, no tenía fuerzas. Le temblaba hasta el músculo más pequeño del cuerpo. Se sentía repugnante, ¿cómo era capaz de hacer aquello?

            Ante el silencio de Joy, Duncan optó por volver al juego de antes. Le agarró la cabeza con agresividad y juntó de nuevo sus labios con los de ella.

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            Los besos de Duncan se hicieron todavía más agresivos. La agarraba con ansia y palpaba cada centímetro del cuerpo de Joy como si quisiera demostrar que aquellos brazos, aquella espalda, aquel cuello y aquellos pechos eran solo suyos. Joy estaba completamente paralizada, tenía los músculos tensos y los ojos cerrados con fuerza, temiendo abrirlos y encontrarse frente a tal monstruo.

            Un halo de consciencia la rodeó, ¿a dónde iba a parar todo aquello? Por mucho que necesitara rescatar a Elizabeth, conseguir información o demostrar los asesinatos, no podía entregarse completamente a él.

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            De repente, el sonido del teléfono hizo que los falsos besos cesaran. Duncan se apartó de ella y contestó con rapidez.

            -Entendido –asintió éste muy firme.

            ¿Qué estaba haciendo? ¿Se había vuelto loca? Se palpó el corazón y temió por que éste saliera disparado. Estaba aterrada, sabía de lo que Duncan era capaz y… Ella no quería seguir con esa farsa, no podía.

            -Vale. Allí estaré.

            Duncan no dijo más. Colgó el teléfono y se volvió hacia Joy.

            -Tendremos que dejarlo para otra ocasión… –habló con una sonrisa pícara.

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            -Sí –sonrió sintiendo un gran alivio.

            -¿Qué te parece si nos vemos esta noche?

            Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

            -Hoy cenaremos Frederic y yo con Dave. Vente… Después te acompaño a tu casa y… Ya sabes –rió acariciándola la espalda –A las diez en el restaurante Aura, ¿vale?

            Joy asintió sin saber qué más decir. Por más que lo intentara no le salían las palabras, no le venía a la cabeza ninguna excusa convincente. Debía inventarse algo para evitar otra situación como la que había estado apunto de vivir.

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            Editado por ImagineRe

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              ¡Ha estado genial el capítulo! La espera ha merecido la pena. Escribes super bien, me encanta ;). Pobre Joy, dispuesta todo con tal de proteger a su familia y mandar a Duncan al infierno xD. Espero ansiosa el siguiente capi :P

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                ¡Madre mía! Qué asqueroso Duncan, ay Joy, ten fuerzas por favor!! Y que no se deje llevar por ese.

                ¡Sigue pronto que quiero saber como continúa la historia! Saludos :)

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                  ¡Continúo con el capítulo ocho!

                  Llegó a casa y abrió el grifo de la bañera. Tenía que tranquilizarse, y sabía que el cálido vapor, el olor a sales perfumadas y el agua cristalina lograban hacerla olvidar.

                  Se acercó a la bañera temblorosa, tocó el agua con la puntita del pie y, una vez comprobado que estaba a la temperatura perfecta, introdujo todo el cuerpo y se acurrucó a un lado, sintiendo cómo todo su cabello se erizaba y cómo los poros de su piel se abrían poco a poco. Pensó en la mañana que había pasado y una lágrima brotó por su mejilla. Se sentía repugnante, sucia, contaminada…

                  Lloró largo y tendido durante una hora sin parar de pensar en Duncan. Quería olvidar lo que había pasado, pero por más que lo intentaba más difícil le resultaba.

                  Cuando su piel estaba arrugada como la tez de una anciana, salió de la bañera y se vistió con ropa más cómoda. Después de unas horas, ya más tranquila y con una tila a su lado, comenzó a idear un plan para librarse de Duncan y conseguir acercarse al que de verdad le importaba y el que le iba a llevar hasta Elizabeth: Dave.

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                  Al dar las 9 de la noche salió rumbo al restaurante Aura, en el que le había citado Duncan, junto a Frederic y Dave.

                  Entró sin saber muy bien dónde se estaba metiendo y miró a su alrededor.

                  -¿Tiene reserva, señorita? –alguien habló a su espalda.

                  - S… Sí, o eso creo… ¿Duncan? –preguntó con miedo, sin saber qué decir realmente.

                  El camarero la hizo pasar a una gran sala en la que había varios sillones de color blanco. -Por ahí. El señor Duncan aún no ha llegado, pero ya está aquí uno de sus invitados –el hombre señaló a un muchacho de cabello oscuro que miraba sin pestañear a la nada. Era Dave.

                  Joy dio un paso adelante, sintiendo a su vez una gran punzada en el estómago.

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                  -Hey –ésta le saludó nerviosa y se apoyó en la pared con expresión tranquila.

                  Dave le echó una mirada rápida y volvió la vista al frente.

                  -Es curioso cómo ha cambiado el tiempo, ¿verdad? Estos días parecía que subían las temperaturas y nada, hoy se chafa todo… Maldito invierno…

                  Dave la miró y arqueó una ceja. ¿De verdad le estaba hablando del tiempo?

                  -Hoy ha sido tu primer día de trabajo, ¿no?

                  Joy asintió sorprendida de que éste mostrara interés por ella.

                  -No sabrás mucho de mí, imagino.

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                  Negó sin poder evitar apartar la mirada de sus profundos ojos grises.

                  -¿Sabes cuanto llevo trabajando en esto?

                  Volvió a negar sin entender el rumbo que estaba tomando la conversación.

                  -Desde los dieciocho años. Es decir… seis años. ¿Crees que después de ese tiempo tengo paciencia para aguantar a novatas como tú? ¿Novatas que no saben dónde se han metido, novatas pesadas que no hacen más que hablar e intentar hacer amigos?

                  Joy abrió los ojos anonadada. ¿Pero qué se creía?

                  -Mejor ahórrate las conversaciones estúpidas sobre el tiempo, ¿vale? –habló volviendo la vista al frente.

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                  -¿Sabes? Siempre me han hecho mucha gracia los tipos como tú –soltó Joy sin pensar y movida por un sentimiento interior –tipos que se cierran en banda y hacen de su mundo un mundo manejado por la mierda que llevan dentro.

                  Esta vez fue Dave el que no pudo evitar la sorpresa y, expectante, fijó su mirada en la joven.

                  -Odiáis todo lo de vuestro alrededor, y no os dais cuenta de que realmente os odiáis a vosotros mismos. Persona que intenta ser amable, persona que recibe patadas, persona que intenta ayudar, persona que recibe insultos… Y… –bajó la cabeza sentándose derrotada en el sillón de al lado –hacéis daño a la gente de vuestro alrededor, gente que quiere lo mejor para vosotros… Sólo lo mejor…

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                  Se dio cuenta de que aquella rabia que acababa de soltar llevaba mucho tiempo acumulada en su cuerpo. Había hablado para la persona que le había hecho la vida imposible y la cual le había culpado día tras día de su propia miseria: su difunta madre, Sandy Pouds.

                  Dave carraspeó mirando a Joy sin entender lo que acababa de pasar.

                  -Creo que… No soy el único que acumula la rabia –habló volviendo la vista al frente.

                  Joy levantó la mirada regresando a la realidad y ruborizándose por lo que acababa de sacar de su interior.

                  -No sé qué me ha pasado –se excusó bajando la mirada y frunciendo el ceño.

                  Dave se fijó en el rostro abochornado de la chica y sintió que la distancia entre ellos se acortaba. Sentía que compartía algo con ella… ¿Rabia? No, no era eso. Era algo distinto… ¿Pero el qué?

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                  Detrás de ellos se oyó la grave voz de Duncan, que le indicaba al camarero que quería la mejor mesa del restaurante. Después de conseguir su objetivo se acercó a Dave y a Joy, seguido por su inseparable sombra, Frederic.

                  -Dave –asintió bien serio.

                  -Duncan –contestó éste algo tenso.

                  Joy esperaba su respectivo saludo, pero en vez de eso éste se acercó a ella y le dio un beso en los labios, acompañado de una acaricia en la espalda.

                  Dave no pudo evitar su sorpresa y abrió los ojos sin creer lo que acababa de ver. Joy, al mismo tiempo, se quedó completamente paralizada frente a los invitados con dos grandes coloretes rojizos en las mejillas.

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                  Los cuatro se sentaron en la mesa y pidieron sus respectivos platos. Para beber, champagne; y para acompañar, una exquisita ensalada con mil ingredientes.

                  -Dave –comenzó hablando Duncan –hacía tiempo que quería hablar contigo.

                  -Pues… Adelante.

                  -Tu comportamiento ha cambiado. Antes eras el más leal de mis trabajadores, el que mejor sacaba la información, el que nunca me fallaba… Estas últimas semanas parece que no quieres hacer tu trabajo.

                  Duncan tenía razón. Dave se había cansado de todo aquello, no quería seguir, quería marcharse de allí, pero no tenía nada, absolutamente nada para sobrevivir.

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                  -Necesito que me des una explicación. ¿Quieres más dinero, más lujos, más favores? Dime e intentaremos llegar a un acuerdo.

                  Joy se fijó en el ansia que reflejaba el rostro de Duncan. Realmente necesitaba a Dave, se tomaba demasiadas molestias para mantenerle en su puesto.

                  -No quiero nada más.

                  <<Solo me quiero marchar>> pensó fugazmente.

                  -¿Entonces qué ocurre? –se metió Frederic -¿Por qué hoy has reaccionado así?

                  -Estoy convencido de que Liam tiene algo que ver con la muerte de Carlo. Ese mismo día Milton me comentó que le había visto revisando las cámaras de seguridad, y solo él tiene acceso a ellas.

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                  -Sería un error. Estaría revisando algún vídeo para después mostrármelo –habló Duncan tranquilo.

                  -Nadie entra en ese cuarto sin autorización –le corrigió Dave.

                  -No lleva mucho trabajando. No sabrá muy bien cómo funciona la sala de cámaras –le defendió Frederic.

                  Joy les miraba intentando disimular la sorpresa que le suponía enterarse de aquello. ¿Liam se había jugado tanto para conseguir pruebas? ¿Acaso había logrado algo que inculpara la empresa de Duncan? Pero… ¿Por qué no se lo había contado?

                  -No entiendo por qué le defendéis –gruñó Dave –Es nuevo. No sabemos nada de él.

                  Joy sintió el corazón encogerse. No debían sospechar de él.

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                  -No hay de qué preocuparse, Dave, está todo controlado. Kuo y Peter están investigando empresas enemigas y pronto tendremos al culpable. Todo ha sido una trampa.

                  -¿Por qué estáis tan seguros de eso?

                  Duncan no contestó, y Frederic apartó la mirada de Dave y bebió un sorbo de champagne. Había algo extraño en la forma en la que defendían a Liam, y Dave lo notaba. Habían averiguado algo que no querían compartir con nadie.

                  -Dave, olvídate de esto. Dedícate al nuevo encargo. Solo eso.

                  -Bien –asintió Dave cansado de luchar y apartando la mirada de ellos.

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                  El resto de la cena transcurrió con normalidad. Joy siempre se había imaginado a Duncan como una persona formal y fría como el hielo, pero ahora que le veía delante de los invitados bromeando y soltando chistes sin parar, veía que era totalmente contrario y que aparentaba ser una persona completamente normal. ¿Cómo alguien así podía dirigir una mafia de tal calibre? Quizá no había visto el verdadero lado de Duncan, el lado que todos sus ayudantes temían.

                  Joy fijó su mirada en Dave, el cual no hablaba mucho, pero cuando lo hacía deslumbraba a los allí presentes con una gran inteligencia. Era serio, discreto y muy reservado, pero también reflejaba un sentido del humor agudo y una mente muy particular. Al fin y al cabo, no parecía una persona tan extraña.

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                  -He de ir al baño –se levantó de repente y se marchó directo a los servicios.

                  Al entrar no pudo evitar las ganas de golpearlo todo a su alrededor. Odiaba aparentar ser una persona que no era. Odiaba a Duncan, su presencia, su voz, sus gestos… Lo odiaba todo en él, y sin embargo… Debía seguir allí frente a él poniendo buena cara para complacerle. ¿Hasta cuando duraría esa farsa?

                  -No mucho –se dijo apoyando las dos manos en el lavabo y respirando hondo.

                  Una idea se coló en su impenetrable cabeza. Sabía cómo librarse de Duncan y sacar provecho de ello. Solo tenía que hablar con el encargado de las cámaras de video-vigilancia, Milton.

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                  -Está tardando mucho –dijo Duncan con mala cara –Frederic, ve a ver si se encuentra bien. Le ha debido sentar algo mal.

                  -Ya voy yo –habló Joy levantándose enérgicamente y dirigiéndose al lavabo.

                  Llamó a la puerta, pero nadie contestó.

                  -¿Dave? –habló en un susurro entreabriendo la puerta.

                  Éste se acercó, la abrió del todo y la miró muy serio.

                  -Te has debido equivocar de baño. El de señoras está… –señaló a lo lejos una puerta de color grisáceo –Al otro lado.

                  -¿Estás bien?

                  -¿Por qué no iba a estarlo?

                  -Tardabas mucho y Duncan se ha preocupado.

                  -¿Duncan preocuparse? No lo creo –se respondió a sí mismo, saliendo del baño y andando hacia la sala en la que se encontraba su mesa.

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                  -Espera, Dave –le hizo parar –disculpa lo de antes… Lo que te he dicho. No te conozco y sin embargo he hablado como si supiera quién eres... Lo siento...…

                  Dave clavó su mirada en la de ella y, aunque normalmente le habría respondido a cualquiera con una palabra impertinente, no pudo hacerlo y simplemente asintió intentando poner buena cara.

                  -Has debido pensar que estoy un poco…

                  -¿Trastornada? ¿Desequilibrada?

                  Joy soltó una carcajada.

                  -Bien, a eso me refería –asintió ésta exagerando su amabilidad.

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                  -Es igual. No te preocupes –apartó la mirada de ella sorprendido por la amabilidad de sus palabras. Él no solía ser así.

                  Joy le sonrió cordialmente.

                  Aquel chico no le gustaba lo más mínimo, era un asesino, un monstruo. Imaginaba que detrás de esa apariencia infranqueable se escondía alguien con profundas heridas, pero no podía sentir simpatía por él. Debía acercarse y para ello aparentar ser amable y comprensiva, pero tenía claro que nunca sentiría algo así por él.

                  -Debemos ir, Duncan debe estar histérico –habló ésta dirigiéndose a la mesa.

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                  Cuando llegaron, el móvil de Frederic sonó. Éste se levantó y habló muy serio, mientras asentía con el rostro tenso.

                  -Duncan –se acercó a él y le tendió el móvil

                  -¿Qué ocurre?

                  La cara de Frederic lo dijo todo, había pasado algo malo. Duncan, sin entender la expresión de su secretario, cogió el móvil y contestó muy serio.

                  Después de unas cuantas palabras que no fueron capaces de oír, Duncan colgó y se dio la vuelta con el rostro tenso.

                  -Tenemos que irnos. Me acaban de avisar de que alguien ha incendiado la sala de reuniones.

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                  -¿Cómo? –exclamó Joy sorprendida.

                  -Las cámaras han registrado a dos encapuchados. Prendieron varias maderas frente a la sala y ésas hicieron arder todo el pasillo. Malditos desgraciados… –cerró las manos en puños –Venga, hay que darse prisa.

                  Todos se levantaron rápidamente, pero entonces Duncan hizo parar a Dave.

                  -No, tú acompaña a Grace a su casa. Es de noche y estas calles son peligrosas.

                  -Pero tengo que ir a la fábrica.

                  -Vas luego.

                  Dave sintió la rabia apoderarse de todo su cuerpo. ¿Ahora era la niñera de la secretaria? Joy se alegró. Era perfecto, justo lo que esperaba. Librarse de Duncan y acercarse a Dave.

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                  Cuando salieron del restaurante, Dave aceleró el paso.

                  -No hace falta que me acompañes si no quieres…

                  Dave no respondió. Siguió caminando con prisa y con la mirada fija en la acera de enfrente.

                  -¿Podrías ir un poco más lento?

                  -Tengo prisa. Debo hacer algo…

                  -¿El qué?

                  Dave se sorprendió por la intromisión de la chica.

                  -Algo personal.

                  Joy lo tenía claro. Lo había dicho antes, debía ir a la fábrica a ver a su encargo, a torturar y maltratar a Elizabeth. Le odiaba.

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                  -¿El secretario de Duncan es bastante extraño, no crees?

                  -No sé.

                  -No eres muy hablador, la verdad.

                  -No.

                  -Mm… ¿Vives por aquí cerca?

                  -Mira... Grace –la miró muy serio mientras negaba con la cabeza –no lo intentes más, ¿vale? No me gustan… las amistades ni nada de eso. No me gusta hablar de mí, ni de dónde vivo, ni de nada que tenga que ver con mi… Intimidad.

                  -Pero… Yo solo quería charlar un poco… –se excusó cabizbaja –odio el silencio.

                  -¿Sabes? No hay nada que me guste más que el silencio.

                  Lo había pillado. Era difícil ganarse a Dave, conseguir una palabra amable o una conversación agradable. Pero no se iba a rendir, tenía un plan…

                  snapshot_394d0a52_596b6170.jpg

                  Al doblar la esquina se toparon con dos hombres en estado ebrio que hablaban soltando griteríos. Cuando vieron que Dave y Joy se acercaban, dejaron de hablar y comenzaron a mirarles de arriba a abajo con expresión divertida. Joy se fijó en el rostro tenso de Dave.

                  -Pasa sin mirarles –masculló éste.

                  Joy asintió.

                  -Mira la parejita cómo se contonea –exclamó uno.

                  -Estos son de dinero –habló el otro dándole un codazo al anterior.

                  -Y tanto.

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                  Cuando pasaron justo a su lado, uno de ellos, rápidamente, cogió a Joy y comenzó a apretarla el cuello.

                  -¡Suéltala! –exclamó Dave preparándose para actuar –Suéltala o…

                  -¿O qué? –habló divertido el que cogía a Joy –huele tan bien… –aspiró el aroma del cabello de Joy, haciendo que ésta se estremeciera.

                  -Hijo de puta, no la vuelvas a tocar…

                  El borracho la apartó un mechón de la cara y le mostró el rostro asustado de Joy a su otro compañero.

                  -¿Has visto? Está acojonada.

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                  Dave, decidido, se palpó detrás del pantalón en busca de su pistola. Sin embargo, allí no había nada. ¿Cómo era posible? No estaba… Y él nunca olvidaba a su inseparable compañera.

                  -Nuestro amigo tiene miedo –rió el otro dándole una patada al cubo y lanzando al aire varios puñetazos.

                  Dave reunió fuerzas y se preparó para golpear.

                  -No tienes nada que hacer muchachito. Dos contra uno –uno de ellos soltó una carcajada.

                  Dave fijó la mirada en Joy. A él le importaba lo más mínimo aquella chica. Le daba igual si la robaban, si la violaban o si la mataban…

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                  Si hacía eso era porque temía a Duncan. Si descubría que la había dejado tirada, intentaría acabar con él. A él le era indiferente aquella maldita secretaria entrometida, él lo hacía por Duncan… ¿O no?

                  -Soltadla –volvió a repetir haciendo chirriar sus dientes.

                  -Como quieras –el borracho empujó a Joy hacia un lado, haciendo que ésta se golpeara fuertemente en la cabeza con un cubo de basura.

                  Dave sintió la rabia apoderarse de todos sus sentidos y se lanzó contra ellos.

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                  No tardó mucho en acabar con los borrachos. Dave sabía luchar, se había entrenado durante toda su adolescencia para descargar aquella rabia que continuamente manejaba su cuerpo. Era la solución a su ira. Cuando estaba en el gimnasio se olvidaba de todos sus problemas.

                  Cuando vio que aquellos dos estúpidos apenas podían moverse, se levantó y se dirigió hacia Joy, que yacía al lado del cubo de basura inconsciente.

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                  La cargó sobre sus brazos y la miró detenidamente, buscando cualquier corte o golpe importante. No encontró nada, sólo un rostro iluminado por aquella luna entrometida que andaba siempre posada sobre él. Ahondó aún más en el bello rostro de la nueva secretaria y entonces descubrió algo... Unas largas pestañas, unas mejillas rosadas y unos labios carnosos que nunca antes había advertido. Aquella chica era tan... Sacudió la cabeza absorto. ¿Qué estaba haciendo?

                  Se dejó de tonterías y echó a andar con Joy sobre sus brazos.

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                  Editado por ImagineRe

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                    Uyuyuyuuuuuuy, que se está volviendo sensiblón xD. Que bien que hayas puesto hoy más capi, espero que el siguiente también lo pongas rápido xD. ;)

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                      Andaa, que el chico cruel e insensible se está voviendo blandengue..

                      Y yo que creía que se enamoraría de Elizabeth, pero veo que por ahí no van los tiros..

                      Me hubiera gustado verle la cara a Joy cuando Duncan la ha besado inesperadamente, pero como escribes y describes las escenas tan bien, no me ha sido difícil imaginarlo.

                      Me encanta esta historia. ¡¡Sigue pronto!!

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                        :smile:Ahhhhhhhh me encanta me encanta me encanta!! Sigue pronto! está tan buena la trama! :smile:

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                          Madre mia, madre mia, madre miaaa :smile:

                          Me encanta!! Se esta volviendo blandengue... :D

                          Sigue pronto, que me tienes intrigadiiiisiima!

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                            Haaaaaaaaaaaala! Muchas gracias! Qué ilusión encontrarme estos comentarios!! Miiiiil Graaaaacias!

                            Esta actu no será muy larga, pero es que hoy no me da tiempo a hacer más fotos...

                            Capítulo nueve ----Sentimientos----

                            El sonido de la radio despertó a Joy. Un locutor hablaba con voz grave acerca de una serie de desapariciones que estaban haciendo cundir el pánico en la ciudad. Sabía quiénes estaban detrás de ellas: los trabajadores de Duncan.

                            Joy se incorporó completamente desorientada, le dolía exageradamente la cabeza, y no entendía por qué. Al no reconocer sus sábanas sintió un pequeño escalofrío por todo el cuerpo y miró a su alrededor en busca de respuestas. Lo último que recordaba era cómo había salido del restaurante acompañada de Dave, y… ¿Y después?

                            ...Nada.

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                            Se levantó temblorosa y salió de la habitación sin saber muy bien adónde ir. Al advertir en el aire un extraño olor a cebolla y pimiento supo que había alguien más en aquella casa. Sus suposiciones se confirmaron al llegar a la cocina, y sintió cómo su corazón daba un vuelco al encontrarse frente a un hombre de cabello negro.

                            -Dave… –susurró anonadada.

                            Éste asintió con la mirada fija en el cuchillo que estaba usando para cortar unos cuantos pimientos.

                            -¿Qué estoy haciendo aquí? –preguntó Joy temblorosa.

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                            -¿No recuerdas lo que pasó?

                            Ésta abrió los ojos horrorizada. ¿Qué le había pasado?

                            -Te debiste dar un buen golpe en la cabeza.

                            -Pero… ¿Por qué estoy en tu casa?

                            Dave se hizo esa misma pregunta. ¿Por qué le había llevado a su piso, a su guarida, a su escondite, al único lugar en el que se sentía seguro? Había sido una estupidez por su parte. Aquella chica acababa de entrar a trabajar, no podía fiarse de ella. Miró hacia atrás, recorriendo fugazmente el rostro de Joy y entonces no pudo evitar soltar una risita por lo bajo. Esa chica no era capaz ni de matar a una mosca, así que no debía temer.

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                            Joy miró a su alrededor sin poder parar de temblar. Las paredes rojas le hicieron estremecer, ese color le resultaba tan agresivo... Aunque la casa estuviera perfectamente decorada, no podía evitar sentir pavor al mirar a su alrededor.

                            Se palpó la cabeza y el dolor la hizo estremecer. Aquello era extraño. Ella sabía que había planeado algo para acercarse a Dave y librarse de Duncan, pero no recordaba exactamente el qué. ¿Acaso su plan, fuera el que fuera, había surtido efecto? Al fin y al cabo estaba en la casa del captor de Elizabeth.

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                            -Es tarde… –Dave se dio la vuelta y se acercó a ella.

                            Ésta le miró sin comprender.

                            -Debes irte –habló de nuevo sin mirarla y poniendo mala cara. Se sentía estúpido por haberla llevado a su casa.

                            -Pero… aún no lo entiendo, ¿por qué me has traído aquí?

                            -Te atacaron, necesitabas descansar y no sabía dónde vivías. Fin del asunto.

                            -¿Y no era mejor llevarme a un hospital?

                            Dave no supo qué decir. Ella tenía razón.

                            -De todas formas… Creo que debería agradecerte esto de alguna forma… –Habló con una gran sonrisa en la cara. El chico le había llevado a su casa, le había mostrado una parte de él... Estaba claro que confiaba en ella, así que debía sacar provecho de ello.

                            snapshot_993fbc18_b987f493.jpg

                            -No quiero que me agradezcas nada.

                            -Pero… No sé, invitarte a un café, una cerveza… ¿Una cena?

                            -No –le volvió a cortar rotundo. ¿Acaso pensaba que por haberla llevado a su casa ahora eran amigos?

                            -Pero…

                            -A ver si te enteras, no te he traído a mi casa para que me agradezcas nada, ni para que me invites a una maldita cerveza o a un café aguado. Solo hice lo que era mejor para mi trabajo.

                            -¿Para tu trabajo?

                            -Duncan es capaz de cualquier cosa.

                            -¿Qué tiene que ver él en esto? –preguntó sin comprender el repentino comportamiento impertinente de Dave.

                            -Si te hubiera dejado ahí, Duncan habría querido partirme la cabeza, y… eso no me conviene.

                            Joy bajó la mirada. Lo había hecho por Duncan… No por ella. Realmente ese chico no tenía sentimientos. ¿Y si los atacantes la hubieran matado? A él le habría importado bien poco.

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                            -Maldita sea… –murmuró Joy inconscientemente. ¿Por qué le molestaba tanto la indeferencia que mostraba por ella? ¿Cuándo había dudado de la insensibilidad de Dave? Ella sabía que era un monstruo. Lo tenía muy claro.

                            Dave miró el rostro confundido de la chica. Le transmitía algo… Algo que las demás no hacían. Quizá fuera su mirada, o su forma de hablar, o cómo se ruborizaban sus mejillas cuando se ponía nerviosa. Bajó la mirada. ¿Qué le estaba pasando?

                            -Entonces… Me voy –dijo cabizbaja.

                            -Buena idea.

                            -Aun así…

                            Dave resopló.

                            -Gra… Gracias –susurró Joy saliendo por la puerta y dejando a Dave con una extraña sensación en el cuerpo.

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                            Cuando Joy salió del ascensor, se topó con un rostro conocido. Yako, la única mujer de la empresa de Duncan y, según las palabras de Liam, cruel, despiadada y fría como el hielo. O al menos en apariencia…

                            -Hola –la saludó Joy amablemente.

                            Ésta la miró con los ojos entornados y siguió con paso lento.

                            ¿Qué hacía ella ahí? –pensó Yako con el corazón en un puño. Dave nunca llevaba a nadie a su piso, ¿por qué a ella sí?

                            Las mismas preguntas rondaron la cabeza de Joy. ¿Qué hacía en el piso de Dave? ¿Iba a visitarle? ¿Acaso estaban saliendo juntos?

                            -Bah –protestó Joy. No le importaba quién visitara a Dave… Debía dejar ya todas esas tonterías, cada vez se sentía más estúpida.

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                            Yako subió hasta el piso de Dave y llamó con agresividad a la puerta.

                            -¿Qué haces aquí? –preguntó éste completamente descolocado.

                            -La pregunta más bien sería… ¿Qué hacía la rubia saliendo de tu piso?

                            Dave se quedó sin palabras. ¿Desde cuando le tenía que dar explicaciones a alguien?

                            -Has tardado mucho en meterla en tu cama, ¿eh?

                            Éste abrió los ojos con expresión pasmada.

                            -Lo sabía…

                            -Pero, ¿qué coño dices?

                            -No hace falta que lo niegues.

                            -¿Has venido aquí para decirme esto? ¿En serio?

                            -Solo di sí o no. ¿Te la estás tirando?

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                            Dave resopló alejándose de la puerta y haciendo oídos sordos a las preguntas estúpidas de Yako.

                            -¡Contéstame! –exclamó a su espalda con una nota de angustia en la voz.

                            -No es asunto tuyo.

                            Yako sintió el corazón encogerse. Realmente se estaba acostando con la nueva secretaria, y aquello la mataba.

                            -¿Por qué me haces esto Dave…?

                            -Déjame en paz.

                            -Dime…

                            -Yako –se dio la vuelta y le habló muy serio con la mirada llena de desprecio –tú y yo no tenemos nada. Nunca lo hemos tenido. ¿Cuándo te vas a enterar?

                            -Entonces... ¿Por qué te acostabas conmigo?

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                            -Puro entretenimiento, ya lo sabes –contestó con frialdad.

                            -No, no es cierto… –negó cabizbaja alejándose de él.

                            -Claro que sí. ¿Crees que alguna vez me has importado?

                            Yako alzó la mirada con una gota salada cayendo por su mejilla. Ella sabía de sobra lo que sentía Dave por ella, o más bien lo que no sentía, pero le dolía tanto escucharlo…

                            -Te creía más inteligente…

                            -Dave, no me digas esto…

                            -¡Pero si no paro de repetírtelo! –gritó sacando al exterior toda su insensibilidad –fuiste una más.

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                            -Pero…

                            -Márchate. Estoy cansado

                            -Sé que me quieres.

                            Dave se dio la vuelta poniendo los ojos en blanco.

                            Yako le rodeó con sus brazos y comenzó a gemir a su espalda. Le necesitaba… Aunque la insultara, aunque la despreciara, aunque la escupiera cada vez que hablaba con ella, estaba enamorada de él y estaba dispuesta a aguantar cualquier cosa.

                            -Estás enferma… –masculló Dave apartándola.

                            Ésta se volvió a pegar a su espalda.

                            -Yo… Dave, estoy dispuesta a aguantar que estés con otras… –habló atragantándose con sus propias lágrimas –Me da igual…

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                            -Eres patética –arrugó el rostro sin comprender cómo alguien podía arrastrarse tanto.

                            -Antes lo pasábamos bien, ¿verdad?

                            Dave recordó el pasado. Yako no tenía cerebro, era un incordio, celosa, pesada, y estaba completamente tarada, pero… Era la mejor en la cama. Además, estaba dispuesta siempre a cualquier cosa, hacía todo lo que él le pedía, y le admiraba… Babeaba por donde él pasaba.

                            -Dave… Dime algo… –se colocó frente a él y rozó ligeramente el brazo de éste.

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                            Después, como si la conversación no hubiera sucedido, cogió la mano de Dave y la colocó en su pierna, guiándola por debajo del vestido.

                            -Dime que no te apetece… –habló melosa acercándose a él. Sabía que Dave funcionaba por impulsos, solo tenía que conseguir atraer su atención.

                            -Basta Yako.

                            Ésta le miró divertida y, con la otra mano, se bajó el escote mostrándole un pecho.

                            -Basta… –murmuró de nuevo sintiendo un calambre en la entrepierna.

                            -Vamos… –le susurró Yako en el oído.

                            Dave no dijo nada más. Tan sólo le dedicó una mirada rápida y se lanzó contra ella, aplastándola con su propio cuerpo contra la mesa. Yako gimió de placer. Aquello le encantaba.

                            -Esto no significa nada –masculló Dave dejando al descubierto su torso y levantándola el vestido.

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                            El juego que comenzó en la mesa del comedor acabó en el dormitorio de Dave. Éste palpaba cada centímetro del cuerpo de Yako sin sentir absolutamente nada. Y era triste… Porque siempre le pasaba y había llegado al límite, se sentía completamente vacío. ¿Cuándo iba a sentir algo por alguien? Él sabía que nunca, y… Le dolía más que nada en el mundo.

                            Al rato de acabar, Yako se quedó dormida. Dave, en cambio, se puso el traje oficial y se marchó a la fábrica. Debía llevarle comida a Elizabeth.

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                            Al entrar en el cuartucho, advirtió a la chica tirada a un lado, respirando con dificultad, completamente pálida y con expresión encogida.

                            -¿Qué te ocurre? –preguntó Dave serio acercándose unos cuantos pasos a ella.

                            -Me… Me cuesta respirar… –gimió intentando levantarse –siento presión en el pecho… Y… Me falta el aire…

                            Dave la miró de arriba abajo y, sin pensárselo dos veces, marcó el número de Duncan.

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                            -La chica dice que no puede respirar –habló cuando su jefe descolgó el teléfono.

                            -Tonterías.

                            -La paliza que le dio Charles la dejó destrozada. Le ha debido romper alguna costilla, y no nos podemos arriesgar a que le haya… –miró a la chica por el rabillo del ojo y bajó la voz –perforado un pulmón….

                            -Es imposible, ya estaría muerta.

                            -¿Y si le está presionando el pecho? No tardará en perder la consciencia.

                            -No te fíes. Debe ser algún truquito, ya sabes cómo son… Siempre intentan huir.

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                            Dave colgó el teléfono y la volvió a mirar. Elizabeth respiraba a duras penas, con una mano posada en el pecho y la otra alrededor de su estómago.

                            Dave la observaba inexpresivo. Si se moría se acababa todo… Y no podía permitirse eso.

                            Elizabeth comenzó a toser exageradamente y después… Después nada. Cuando Dave vio que ésta había cerrado los ojos y no se movía, se acercó rápidamente a ella y le levantó la cabeza.

                            -Eh, eh, ¡despierta!

                            Elizabeth no respondía.

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                            Se acercó un poco más y comenzó a zarandearla fuertemente intentando despertarla.

                            -¡No cierres los ojos!

                            Sin pensarlo ni un solo segundo, le abrió la boca y se dispuso a realizarle la respiración asistida. Sin embargo, antes de que posara sus labios en los de ella, Elizabeth abrió los ojos y observó en silencio el rostro angustiado de Dave. Éste, al ver que los había abierto, se detuvo.

                            Inconscientemente, Elizabeth comenzó a acercarse poco a poco a él con un brillo extraño en las pupilas. No sabía qué hacía, actuaba movida por un impulso interno que nunca antes había sacado a la luz.

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                            Dave, al ver las intenciones de la chica, frunció el ceño y se levantó rápidamente, alejándose de ella.

                            Elizabeth le siguió apresuradamente y, con dos grandes coloretes adornando sus mejillas, habló nerviosa a su espalda.

                            -Lo siento, no sé… No sé qué ha pasado…

                            Dave no la contestó. Su cerebro iba a toda prisa y no era capaz de comprimir toda esa información en una sola frase. ¿Qué acababa de pasar? ¿Había estado apunto de besarle? ¿Se había vuelto loca?

                            -Perdóname…

                            -¿Por qué lo has hecho?

                            Elizabeth bajó la mirada sin saber qué decir. Había estado apunto de besar a su secuestrador, ¡a su maldito secuestrador! ¿Cómo podía haber pasado?

                            -Contéstame.

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                            -Es que… Me estoy volviendo loca aquí dentro. Necesito salir... Yo… No aguanto más.

                            Dave la miró entornando los ojos. Hacía un segundo había estado apunto de ahogarse, y ahora… ¿Ahora estaba perfectamente? ¿Cómo era posible que estuviera hablando sin ningún problema, cuando antes no podía ni moverse?

                            -Tú… Antes… No podías respirar… –balbuceó frunciendo el ceño.

                            Elizabeth abrió los ojos alejándose de él. ¡¿Cómo podía ser tan descuidada?! ¡Se había delatado!

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                            -Perdóname –se excusó bajando la mirada –Pensé que si os hacía creer que estaba…

                            Dave la cortó con un guantazo.

                            -Maldita niñata. Debí darte una lección desde el principio… –murmuró cerrando las manos en puños.

                            Después de unos cuantos segundos sin reaccionar, Elizabeth se cubrió el rostro y comenzó a sollozar. Dave la miró con frialdad y se marchó de allí dando un portazo. Aquella niña malcriada se había reído de él.

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                            Elizabeth se sentó en una vieja silla con astillas por todas partes y comenzó a pensar en lo que acababa de pasar.

                            Cuando había sentido a Dave a escasos centímetros de ella, había sentido algo extraño. Sus ojos se habían abierto automáticamente, necesitaban estudiar con detenimiento el rostro de aquel chico. Y cuando se había encontrado frente a esos ojos grisáceos, esos labios y ese pequeño hoyuelo que adornaba su barbilla... había sentido que todo a su alrededor desaparecía y que necesitaba besarle. Se sentía una enferma, sí, pero no podía dejar de pensar en lo bello que era el rostro de aquel chico…

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                            Editado por ImagineRe

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                              ¡Actualiza proooontoooooooooo! Siempre se me hacen cortos los capis. Ya echaba de menos a Elizabeth que hacía dos capis que no la veíamos. Yako me cae muy mal, no sé porque xD. Por fiiiii, pon más pronticooooo :P

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                                Ay Dios mío!!! ¿Con cual de las dos se quedará Dave?

                                Si los otros capis eran cortos, ¡este ha sido cortísimo! Así que pon capi muy muy pronto!! :geek:

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                                  Genial como siempreeeeeee ! Ayy Dave cuando dejaras de ser tan frío y sacarás tu lado sentimental que sabemos que tienes tan escondido?!?

                                  Yo también me pregunto con quién se quedará al final...

                                  Más?!!!!!?!??!

                                  Saludos

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                                    Para cuando más? :rolleyes:

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                                      Sí, que también quiero capi :P.

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                                        Hooolaa soy nueva en el foro :smile: quiero que sigas anda pliiis :smile:

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                                          Deniise, hace casi un año que ImagineRe no actualiza ni se pasa por aquí. Al ser nueva te dejo las normas, para que no tengas ningún problema ;): Normas

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                                            Gracias Ginevra lo que pasa es que siempre me leo las normas para recordarlas pero siempre se me olvidan soy muy loca y despistada :smile:

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                                              :o ¡Madre mía esta genial!

                                              Me ha gustado mucho esta todo muy bien recreado, sobre todo las muertes.

                                              Sigue pronto!

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                                                Genial, entonces -.-

                                                Otra historia que me gusta y que no va a seguir TT.TT

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