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  1. ¡Hola a todos los que pasan por aquí! Esta es una historia que comencé hace muchos años, masomenos a fines del 2008 en el foro oficial de los Sims 2. Fue la primera vez que escribí fervientemente una historia extensa y descubrí que es una de las cosas que más me gusta hacer. Lamentablemente, nunca logré terminarla porque el foro cerró y salieron los Sims 3. Así que cuando llegué al foro de Actualidad Sims y vi que había un apartado para Historias estuve dándole vueltas al hecho de comenzar o no a escribir de nuevo, hasta que finalmente me decidí y aquí me tienen. Esta historia es parecida a la que tenía allá, mantiene el mismo título pero tiene algunos detalles cambiados. No les adelanto mucho lo que verán en ella, los dejo guiarse por la portada y que a pocos vayan descubriendo todos los acontecimientos que redactaré. Espero la disfruten mucho, al igual que yo lo hago cuando la escribo. Índice: Capítulo 1: ¿Pesadillas? -Papá, no es posible que te demores tanto para que unas salchichas dejen de estar crudas - dije, mientras hacía una mueca. -Muñeca, las estoy haciendo con mi receta secreta. -No le mientas a la niña - dijo mi madre, mientras reía. Su risa sonaba a campanillas, siempre lograba hacerme sonreír y contagiar su felicidad a todos los que la escucharan - No les hechas ni sal. Todos reímos, incluso mi padre, que solo cocinaba una cuantas veces al año cuando mamá se lo pedía y siempre hacía un tremendo desastre. -Mamá - dije en voz alta, para llamar su atención - Sabes, en la escuela van a abrir un taller de Ballet, a lo mejor puedo inscribirme y ser como tú. -Querida, no necesitas ser como yo. Tal como estás eres una hermosura y serás muy grande. -Muñeca - interrumpió mi padre - Será mejor que le hagas caso, no quiero más locas en la familia. -¡Papáaaaaa! - me quejé, riendo - Mamá no está loca. -Claro que no - se defendió mi madre, sonriendo - Solo que hablo sola cuando sale luna llena. Así era siempre que estabamos juntos, risas, temas graciosos y divertidos, felicidad pura. -Ya están listas - anunció mi padre, con una sonrisa de oreja a oreja - ¡Bon appetit! -Pero están negros - dije, mientras hacía una mueca de horror - Y están botando humo. -Los probaré primero por tu seguridad, querida. Mi madre se llevó uno a la boca y les dio un enorme mordisco, siempre lo hacía cuando papá cocinaba. -¡Waaaaaj! - dijo - Saben a rayos. -¿Cómo puedes decir eso? - se quejó mi papá, mientras hacia muecas exageradas típicas de un rey del drama, yo no podía evitar aguantarme la risa - Me he matado toda la mañana cocinando para ustedes en plena playa. -Mamá, si están tan malos ¿Puedo irme a jugar en la arena? -Claro querida - me dijo, con una sonrisa - No quiero que te intoxiques. Me alejé de la mesa mientras escuchaba la riña de enamorados que tenían mis padres. Sonreí de oreja a oreja. El día estaba hermoso, el mar se veía cristalino, la arena era blanca y limpia, mis padres emanaban mucho amor y yo era la persona con más suerte del mundo. Me senté en la arena y comencé a esparcirla. -¿Qué construiré? - pensé. Comencé con mi obra de arte, un hermoso castillo. Yo era una arquitecta o aún mejor, uno de esos artistas que exponían sus obras en los museos. ¡Si! como ese artista que fue a dar una charla en mi clase de arte por el cual perdimos 2 horas y no logramos dibujar nada. Comenzó a oscurecer y ya no podía escuchar a mis padres. Me había concentrado tanto en mi castillo que al final no era más que un palito rodeado de arena, pero no importaba, yo sabía que a mamá le encantaría simplemente porque yo lo había hecho con mis propias manos. Me puse de pie y miré mi obra de arte, estaba orgullosa. -¡Mamáaaaaa! - grité, sin dejar de mirar mi castillo - ¡Ven! Tienes que ver lo que he construido. Nadie respondió, sentí un aire gélido en la espalda y voltee la mirada, buscando a mis padres. -¿Mamá? La vi a lo lejos, mirando al lado contrario de donde yo estaba. Fui corriendo hacia ella, quizás estaba esperando a papá. -Mami - dije - Ven, tienes que ver lo que he construido. ¡Verás que mola! No me respondió, ni se movió. Abrí más los ojos y miré a los lados. El aire gélido volvió a recorrer mi espalda hasta hacerme temblar. -¿Mamá? - pregunté, mientras tocaba la parte derecha de su cintura para llamar su atención. Comenzó a voltear lentamente, me quedé mirando directamente hacia ella hasta que posó sus ojos en mi. Pero esa ya no era mi madre. ¿Quién era? ¿Qué era? ¿Qué le había hecho a mi mamá? -Esto es tu culpa - musitó aquel ser. -¿M~mamá? - tartamudeé. -Tú me hiciste esto. -Mami, yo no he hecho nada. -¡ESTO ES TU CULPA! Aquel extraño ser de ojos rojos y lágrimas de sangre levantó su puño, lo acercó con fuerza hacia mi. -¡MAMÁ, NOOOOOOOOO! ★ ★ ★ Me levanté exaltada, sudando frío y con una profunda tristeza. Llevaba 2 semanas soñando lo mismo, sin excepción. Ya no lloraba, como si hubiera perdido la capacidad de hacerlo. Había llegado al límite de tener miedo cuando llegaba la hora de dormir, sabía que llegaría a soñar con esa escena. Un hermoso día que se convertía en una pesadilla, tal como había sido mi vida. Yo tenía 9 años cuando un policía me levantó en plena madrugada para informarme de la forma más brusca que mi padre había asesinado a mi madre. Entré el shock y no pronuncié palabra en casi 2 meses, hasta que volví a la escuela y un niño cruel me dijo "Huérfana asesina". Lo golpeé con toda la fuerza que mi pequeño cuerpo me permitía y me fui al baño a llorar. Me paré de la cama y miré al suelo, suspirando. Seguidamente miré el reloj, 5 de la mañana. -Vas mejorando - me dije a mi misma, mientras me dirigía al baño. Abrí el grifo, dejando el agua correr, mojé mis manos para llevarlas a mi rostro. -Maldita rutina - mascullé. Estaba harta de tener pesadillas, harta de sentirme culpable. Salí del baño y miré mi habitación. Cubrí mi rostro con ambas manos y tomé una gran bocanada de aire. No volvería a la cama, al menos no por hoy. Me acerqué al ordenador, recordando que tenía un importante correo de trabajo que enviar. Había olvidado informarle al editor general de la revista New Sim York, que es donde trabajo prácticamente llevando café, que había una equivocación grave respecto a la primera hoja de la edición que saldría en 3 días. Tenía la esperanza que aquello me haga notar. Abrí la ventana de Internet, que por cierto, estaba lentísimo y me ponía de los nervios. Accedí a mi correo electrónico y noté que tenía un nuevo e-mail. "Primera verdad" - citaba el título. Lo abrí y comencé a leerlo. - Pero... ¿Qué coñ*?

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