ARP_1922

Diario de un rayo de Sol


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Prefacio

 

Caelyn corre por los innumerables pasillos, haciendo resonar sus botas contra la piedra, húmeda y resbaladiza. Su respiración crece al mismo tiempo que lo hacen su ansiedad y desesperación. Se siente atrapada, sin saber a dónde ir.

Al dar un giro brusco en uno de los corredores, resbala y cae de forma estrepitosa. Sus rodillas absorben el impacto, llenándose de gravilla y piedras sueltas, al tiempo que nota como un escozor la invade. Se levanta y observa sus piernas, de las cuales brota sangre, mezclada con la suciedad del lugar. Pero sigue corriendo, no puede detenerse.

Mientras corre, escucha esa voz, amenazante.

— ¡Te encontraré, es inútil huir!

No puede parar de pensar cómo ha llegado a esa situación. Ahora se encuentra sola, sin sus amigos, sin saber qué hacer. Corre de forma absurda y lo peor de todo, es que no sabe hacia dónde.

 

Introducción:

 

Caelyn yacía en el sofá, con sus rubios cabellos esparcidos por el reposabrazos y sus piernas entrelazadas. Se había quedado dormida después de pasar toda la noche buscando inspiración para sus próximos dibujos. Su madre, Hellen, entra en ese momento en el salón.

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— ¿Otra vez te has vuelto a dormir con eso? —preguntó con tono suave.

 

Mientras, la joven se levantaba con cierto apelmazamiento en su cuerpo, después de haber dormido toda la noche en una postura cargante para su espalda y cuello.

 

—Tan solo estaba tomando ideas, sabes que necesito tener un portafolio con mis trabajos para presentar en la facultad de Bellas Artes de San Myshuno, de lo contrario tiraran mi solicitud de admisión a lo más profundo de la papelera.

 

Su madre recogió los papeles tirados por el suelo y los observó detenidamente.

 

— Veo que has vuelto a dibujar a…….¿hadas?

 

Caelyn se terminó de incorporar, le quitó los bocetos de las manos a su madre con sutileza y dijo, aun con la voz dormida. — Vamos, aun tenemos que ir a la universidad para entregar esto —mientras caminaba con paso firme hasta su habitación. Su madre la miró alejarse por el pasillo.

 

—¡Péinate esos pelos! — exclamó entre risas. Caelyn se detuvo, giró su cabeza por encima del hombro y dijo sonriente —Vale.




 

San Myshuno aparecía deslumbrante ante Caelyn y Hellen, con sus altos e infinitos rascacielos, puentes y carreteras abarrotadas de tráfico. Ambas mujeres avanzaban lentamente con su coche, rumbo a la facultad, que estaba cercana al barrio de las artes. Caelyn bajó la ventanilla para poder captar lo que a ella le gustaba llamar la “esencia” del lugar. Toda la ciudad era un hervidero de actividad.



 

Gente de diferentes culturas y orígenes se agolpaba en las calles de un lado para otro, mientras algún vendedor ambulante aprovechaba y vendía su comida de dudosa calidad en puestos callejeros, tanto a turistas con ganas de probar las “exquisiteces” de la gran ciudad, como a jóvenes que volvían después de una noche de desenfreno, con sus trajes desabrochados y sus vestidos de lentejuelas con el escote a media asta.

 

— Mira Caelyn —dijo su madre, señalando un gran edificio de cristal a lo lejos— ahí está la facultad. Menos mal que estamos llegando, no aguantaba más este tráfico.

 

Una vez que consiguieron encontrar aparcamiento, se dirigieron a la zona de secretariado del edificio. Allí, una mujer sentada frente a un ordenador, atendía el mostrador.

 

— Buenos días; ¿en que puedo ayudarlas?

 

— Hola, ¿que tal? Verá, mi hija desea matricularse para el próximo curso en la carrera de Bellas Artes. Contactamos con ustedes hace unos días para avisarles de nuestra visita. Ella es Caelyn Silverman y yo su madre, Hellen Sprenger.

 

La secretaria se ajustó las gafas, tecleo rápidamente en su ordenador y se volvió de nuevo a las chicas — Sí, aquí está; la señorita Silverman. Un placer tenerla con nosotros. Ha traído usted el portafolio que le pedimos; ¿cierto? — preguntó sonriente a Caelyn.

 

— Sí, aquí lo tiene.

 

— Muy bien. Yo misma le daré esto al director general para que lo evalúe. Si desean algo más, me lo pueden comunicar a mi e intentaré encargarme de ello lo mejor que pueda.

 

— De hecho sí, queríamos reservar una habitación en la residencia de estudiantes, ya que vivimos en Willow Creek, muy lejos de San Myshuno, y para Caelyn sería impensable hacer la ida y vuelta todos los días.

 

La secretaria consultó el ordenador nuevamente, pero esta vez se giró hacia las chicas con cara apenada — Lo siento, la residencia está completamente llena, las últimas plazas se agotaron ayer. Si quieren puedo avisarles por si alguien deja su habitación vacía a última hora —

Caelyn miró a la mujer con cara de incredulidad.

 

—¡Mierda! —dijo con voz ahogada, apoyando su cabeza en el mostrador-

 

Caelyn salió del edificio dirección al coche, mientras su madre la seguía por detrás.

 

— ¡Cariño, espera! — dijo con nerviosismo.

 

La joven se giró hacia su madre y la miró con desgana, a lo que esta respondió — Mamá, déjalo, ya está. Tendría que haber venido antes, ahora ya es demasiado tarde — mientras su cara se llenaba de lágrimas.

 

Su madre la abrazó, notando como su llanto resbalaba por su hombro, mojando su jersey, mientras la respiración entrecortada le llenaba el cuello de aire caliente.

De repente, la expresión del rostro de Hellen se iluminó.

 

— Tengo una idea. Puedes quedarte en casa del abuelo mientras encontramos otro lugar en el que alojarte. Desde que falleció hace unos meses, su piso ha estado cerrado y vacío.

 

Caelyn apartó su cabeza del hombro de su madre y la miró con cierto aire de incredulidad.

 

— ¿Como? — dijo abriendo sus ojos como platos.

 

Hellen la tomó por los hombros.

 

— Sí, piensalo. Está cerca de la universidad y es un lugar que ya conoces. Además, no tienes otro sitio al que ir por el momento y tu abuelo estaría feliz de acogerte — expresó con una media sonrisa.

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Caelyn asintió con la cabeza, sonrió y se enjugó las lágrimas con la mano. Finalmente ambas se montaron nuevamente en el coche para poner rumbo al inmueble.


 

Ya eran las 5 de la tarde y el sol empezaba a ponerse entre los edificios de la gran ciudad. Hellen y Caelyn habian parado en la antigua lonja de pescados y mariscos, ahora reconvertido en mercado de ingredientes y platos exóticos, a comer un ligero tentempié compuesto de ensalada turca y cafés con crema.

 

— Bueno Caelyn, hoy si quieres te puedes quedar a dormir aquí, mientras yo vuelvo a casa y recojo tus materiales de dibujo y el portátil. Mañana te los puedo traer todos en una caja — dijo Hellen, apurando lo poco que quedaba de su café.

 

Caelyn miró algo desconfiada a su madre, pero finalmente asintió, viendo que no tenía una mejor opción. Le daba reparo quedarse allí sola, pero al dia siguiente tenia muchas cosas que hacer en relación a la universidad y no podía permitirse volver hasta Willow Creek.

 

— Mamá, está empezando a oscurecer, mejor vete ya, antes de que la noche se te eche encima. Hoy hay mucho tráfico y puede ser peligroso.

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A la salida del mercado, ambas se despidieron y se dieron las buenas noches. Caelyn vio como su madre se alejaba caminando hasta el parking y después como el coche tomaba la carretera camino del puente que dirigía hasta la salida de la ciudad. Cuando la perdió de vista, se dio media vuelta y recorrió la plaza que separaba el mercado del antiguo edificio donde residia su abuelo. Subió por el deslucido ascensor y se plantó delante de la puerta.

 

— Bueno, aqui estoy — suspiró la joven.

 

Abrió la puerta con una gran delicadeza, soltando un leve chirrido. Su mano se deslizó por el interior de la pared, alcanzando el interruptor de la luz.

Caelyn entro, cerro la puerta tras de sí y observo el lugar. Todo parecía congelado en el tiempo, tal y como ella lo recordaba como cuando era niña. El butacón de cuero de su abuelo, la vieja tetera de hierro en la cocina y las viejas fotos con su abuela, cuando está aún estaba al lado de su abuelo, mucho antes de que ella naciera. Se acercó al radiador y giró la rosca para encenderlo y así calentar el lugar.

Sacó el pijama improvisado de la mochila que llevaba consigo, que consistía en unas medias largas y una camisa de rayas. Se sentó a ver un poco la tele antes de acostarse mientras pensaba en lo que haría al día siguiente. Días antes, cuando llamó para solicitar una plaza en la universidad, la dijeron que antes de poder ser admitida, debía pasar unas pruebas de aptitud.

Estaba nerviosa, sabía que mañana seria un dia duro, pero lo enfrentaba con entusiasmo. Cuando vio que en la tele estaban anunciando la teletienda, entendió que era hora de irse a dormir. Miro la hora en su móvil, lo que confirmó sus sospechas.

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Ya en la cama, apagó la luz de su mesilla y se tapó lo mejor que pudo.

 

— Mañana será un gran dia, ire a por todas — susurró con una sonrisa en la boca.

 

Se dió media vuelta y dejó que el sueño la atrapase.


 

Continuará...

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    Me gusta mucho cómo ha comenzado la historia. Además escribes muy bien y eso es algo más a añadir. Espero el siguiente capítulo.

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      Hola chic@s, quería preguntaros una cosa. A este chico; ¿como le veis mejor?. Decidme 1, 2 o 3.

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        Hoy posteo el 1º capitulo como tal, cuando vuelva de ingles. Tengo que terminar las fotos :)

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          Me gusta el chico y el tercer peinado si no se viera tan poco natural la textura así que casi me quedaría con el primero.

          Editado por Merchedj
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            Capítulo I - El encuentro:

             

            Caelyn se impacientaba, sentada en uno de los vagones del metro. La alarma de su móvil no había sonado, así que llegaba tarde a la primera prueba que la universidad había convocado.

             

            — Pues si que empiezo bien — murmuró entre dientes.

             

            Cuando llegó a la parada de la universidad, subió las escaleras que conducían hasta la superficie como una exhalación. Cruzó la carretera sin apenas mirar el tráfico, aunque por suerte, no pasaba nadie en ese momento.

            Llegó a la clase que le había sido asignada, abrió la puerta y se quedó pétrea, de pie delante de todos.

             

            — Disculpe; ¿Quién es usted? — le increpó el que parecía el profesor.

             

            — Perdone el retraso. Mi nombre es Caelyn Silverman y me habían destinado a esta clase para realizar las pruebas de aptitud — exhalo con la voz entrecortada mientras aún recuperaba el aliento.

             

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            El docente la miró con cierta cara de hastío.

             

            — Esta bien, pase y siéntese en alguna mesa libre, estamos a punto de comenzar con un examen de nociones básicas sobre Historia del Arte. Pero por favor, sea más puntual la próxima vez.

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            La joven pasó cabizbaja por delante del hombre. Miraba a los lados en busca de algún sitio libre. De repente noto que alguien la llamaba.

             

            — Oye, chica, aquí hay un sitio — susurraba una joven desde atrás, haciéndole señas con la mano para que se acercara.

             

            Caelyn apuro el paso, se sentó al lado de la desconocida y le devolvió un gracias entre murmullos, a los que esta reacciono sonriendo.

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            Después de finalizar el examen, todos se dirigieron a la salida, en orden para ir dejando las pruebas en la mesa del profesor. Una vez en los pasillos, Caelyn se acercó a su heroína anónima.

             

            — Oye, muchas gracias por lo de antes, no encontraba más sitios — dijo sonriente.

             

            — De nada. La verdad que era imposible haber encontrado otra plaza libre, están todas contadas — explicó mirando a Caelyn — Por cierto, me llamo Arianna.

             

            — Encantada, yo soy Caelyn —espeto alegre.

             

            Ambas muchachas fueron hasta la cafetería de la universidad para retomar fuerzas antes de que su próxima prueba empezara.

             

            — Y bueno Arianna; ¿Qué es lo que te ha traído hasta aquí? — preguntó Caelyn, con ánimos de empezar una charla.

             

            — Soy estudiante de intercambio, vengo desde Monte Vista en Italia. Es un pequeño pueblo, a 70 kilómetros de Florencia. Mira, aquí tengo una foto de mi casa — respondió, alargando el móvil a Caelyn para que viera la pantalla.

             

            — Vaya, qué villa tan bonita. Me gusta mucho esta clase de arquitectura, con piedra caliza, vigas de madera y ese toque rústico tan bonito, típico de la Toscana — expresó con entusiasmo.

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            — Si, es un lugar hermoso. En verano el sol hace brillar el campo y los girasoles lo cubren todo, como un mar dorado. Mi padre, Gino, aprovecha a ir hasta Florencia para vender sus cuadros. Es un artista independiente. Mi madre, Fiorella, se pasa el dia en la plaza del mercado, ya sabes, los cotilleos matan el aburrimiento — exclamó, riendo — ¿Y tu de donde eres, Caelyn? — preguntó Arianna con curiosidad.

             

            Caelyn le devolvió a Arianna el teléfono y se peino el flequillo con la mano.

             

            — Yo soy de Willow Creek, un pequeño pueblo a las afueras de San Myshuno. Allí el ambiente es mucho más tranquilo que aquí, no hay grandes edificios ni tráfico. Tan solo casitas de madera, esas de tablillas, con sus jardines con gnomos, fuentes y algún que otro flamenco rosa. De pequeña me gustaba ir con mi madre al huerto comunitario a por verduras frescas para casa. Mi madre, Hellen. es un poco hippy — concluyó diciendo con un gesto tierno en su rostro.

             

            Los estudiantes se agolpaban en las diferentes mesas de la cafetería, repasando sus bocetos entre café y café, para tenerlo todo listo para la próxima prueba. Caelyn pidió un expreso con un bollito de chocolate, mientras que Arianna se decantó por un capuccino y una napolitana de crema.

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            — Me recuerda a las meriendas en mi casa — explicaba a Caelyn con nostalgia.

             

            — Oye; ¿qué te impulsó a estudiar Bellas Artes? — preguntó Caelyn.

             

            — En Italia, como ya sabrás, el patrimonio cultural es muy extenso y poder venir aquí, una de las mejores universidades de Bellas Artes del mundo, supone un gran reto, no solo para conocer mi propia cultura, si no, la de los demás también. Además, en mi casa siempre me han acostumbrado al arte, mi padre es pintor y siempre me ha llevado a museos y exposiciones.

             

            Caelyn se quedó pensativa, tomó un sorbo del café y dio un mordisco a su bollo. Su vida no había estado tan ligada al arte. Al fin y al cabo, no era más que una chica de un pequeño pueblo, en donde la ambición artística más grande, fue colocar una fuente de Cupido en la plazoleta de los jardines del parque.

             

            — Se podría decir que yo he sido más autodidacta. Aprendí a dibujar a través de libros especializados, cursillos de verano y horas y horas de práctica en casa.

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            El reloj ya marcaba las 12 del mediodía. Era la hora de volver a clase a realizar otra prueba, la última del día. Ambas muchachas apuraron sus tazas y postrecillos, y se fueron rumbo a clase.

             

            Una vez terminada la prueba, ambas se dirigieron a la salida del campus. La última prueba había consistido en realizar unos dibujos básicos.

             

            — Creo que el caballo del segundo dibujo no me ha salido muy bien — manifestó algo nerviosa Arianna.

             

            — ¿Por qué lo dices? — preguntó Caelyn extrañada.

             

            Arianna se encogió de hombros y puso cara de duda.

             

            — Un chico me ha dicho que me estaba quedando un perro precioso.

            Se miraron mutuamente, se quedaron unos segundos sin mediar palabra y se rieron sin saber el motivo.

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            — Bueno, yo me iré a mi apartamento. mi compañera me estará esperando para limpiar un poco entre las dos — musito Arianna mirando en dirección a unas torres residenciales lejanas.

             

            — De acuerdo. Yo me ire tambien, necesito descansar, ha sido un día largo. Espero verte mañana para las pruebas finales — declaró Caelyn con un gesto amable.

             

            Arianna volvió la vista de nuevo hacia Caelyn, mientras un ligero soplo de aire fresco hacía revolotear su ondulado cabello.

             

            — ¡Pues claro! — expresó con entusiasmo — Nos vemos mañana, cuidate, y procura llegar a tiempo.

             

            Ambas se despidieron, Arianna tomó un camino que transcurría en paralelo al paseo marítimo, mientras Caelyn volvió a descender por la misma boca del metro por la que había salido horas antes.

             

            Después de volver en metro, Caelyn se quedó toda la tarde en un banco, sentada, viendo pasar a la gente. Quería recopilar ideas para alguna obra. El viejo barrio del abuelo aparecía como una lánguida postal, con el sol emitiendo sus rayos de luz finales antes del ocaso del día. Los últimos niños del parque ya se retiraban a casa, los puestos de comida ambulantes echaban la persiana y hasta las palomas parecían guarecerse en sus nidos, listas para afrontar la noche.

             

            Caelyn recogió su material de dibujo, se cerró el abrigo con una mano y fue a paso ligero hasta el portal. Una vez en casa, se dispuso a cenar algo rápido para saciar el gusanillo que le había entrado. Pensó en hacer algo sencillo, como sándwich de queso a la parrilla.

            Se dispuso a ponerse manos a la obra, pero cuando quiso empezar se dio cuenta de algo. Le faltaba pan, algo básico para hacer un sandwich.

             

            — ¡Venga, no fastidies! — refunfuño resoplando — espero que la tienda de alimentación del barrio tenga bolsas de pan de molde.

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            Se puso la ropa de exterior de nuevo, bajo a la calle, ya desierta, en dirección a la tienda de alimentación del suburbio que se encontraba unas manzanas más arriba de la casa de su abuelo.

            Llevaba un paso apresurado, notaba la brisa helada que corría por las calles. Sentía sus orejas frías y su nariz estaba moqueando ligeramente.

            Al fin llegó a la tienda, pero para su sorpresa, estaba cerrada hasta el día siguiente. Se quedó un instante mirando la persiana bajada del establecimiento. Recordó que en casa solo había un par de yogures, un paquete con lonchas de queso y algo de jamón york.

             

            — En fin, tendré que conformarme con comer queso y jamón a palo seco — murmuró para sí misma con cara abatida.

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            (Audio de ayuda, sirve para ambientarse mejor, pero no es obligatorio: https://www.youtube.com/watch?v=m9gV0s2PP2Q&feature=youtu.be&t=12s)

             

            Ya iba de vuelta a casa, cuando una extraña sensación invadió su cabeza. Era similar a un hormigueo, como si alguien masajease su cabeza por las sienes.

            De pronto, escuchó una voz en su cabeza, parecida a la de una mujer mayor.

             

            Los planetas se han alineado y esta noche puede ser muy especial.

             

            Caelyn miró a los lados asustada, para ver si descubría a la persona que había dicho eso. Para su desconcierto y horror, no había nadie en toda la calle, estaba completamente sola.

            Un escalofrío recorrió su espalda, cuello y cabeza, al tiempo que notaba como su respiración se aceleraba. Un repentino ataque de pánico e histeria se apoderó de su cuerpo. Sin pensarlo, se echó a correr calle abajo, aún estremecida.

            Jadeaba, no veía el momento de llegar a casa. Pero algo la hizo cambiar de ruta y acabó metiendose por un callejon por el cual no había pasado nunca antes.

             

            (Fin de musica)

             

            — Pero; ¿donde estoy? — se preguntó a sí misma atemorizada y desorientada.

             

            Escucho unos ruidos, un poco más al fondo de donde ella se encontraba. Se acercó al punto en el cual se escuchaba con mayor claridad.

            Pudo observar a dos hombres vestidos con trajes oscuros, peleando. Todo podría pasar como una  pelea callejera sin importancia, si no fuera porque aquellos hombres tenían un inusual tono pálido de piel y sus colmillos tenían un tamaño descomunal. Caelyn asustada, se escondió detrás de un contenedor antes de que pudieran verla y empezó a observar aquella lucha.

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            Se propinaban puñetazos, zarpazos e incluso patadas, a tal velocidad, que era imposible distinguirlos.

            Una de las veces, el que parecía más joven, incrustó al otro en la pared, con tal fuerza, que algunos ladrillos cayeron hechos polvo.

            De la nada surgió una luz, tan fuerte y brillante como el Sol. De ella apareció una mujer, radiante y esbelta, que parecía tener alas. Caelyn no daba crédito a lo que sus ojos veían.

             

            — ¡Debo estar soñando! — murmuró histérica para sí misma.

             

            — ¡Ya estabas tardando! — le gruñó  el chico que sostenía al otro en la pared.

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            El hombre retenido se pudo zafar de su contrincante, con un rugido que hizo entrever sus enormes colmillos.

             

            — ¡Atrás! — le gritó la chica al individuo.

             

            De sus manos brotó un fuerte halo de luz, que golpeó directamente en el pecho de aquel violento sujeto, lanzandolo nuevamente contra la pared, pero esta vez con más fuerza.

             

            — Dinos dónde está — ordenó el muchacho al hombre, que yacía en el suelo con la boca ensangrentada y la respiración entrecortada.

             

            No medio una sola palabra, tan solo rió maliciosamente y al cabo de unos segundos todo su cuerpo se hizo polvo.

             

            — ¡Maldición! — exclamó la chica — volvemos a estar como en el principio.

             

            Caelyn se disponía a irse, cuando sin darse cuenta, tropezó con una lata de refresco que había en el suelo, la cual hizo un leve crujido que alertó a los dos extraños de su presencia.

            Se quedó petrificada, sin saber qué hacer. El miedo le había paralizado cada músculo de su cuerpo y no podía ni siquiera hablar.

            Vio cómo la miraban con cara de preocupación. Todos permanecían quietos.

             

            — Yo...yo — tartamudeaba con pánico.

             

            La chica hizo un leve movimiento con su mano. De pronto Caelyn veía lucecitas y destellos a su alrededor. El cuerpo empezó a pesarle y poco a poco fue notando como se desvanecía.

            Cayó al suelo como un peso muerto, su visión era borrosa y solo podía ver las siluetas desdibujadas de los dos sujetos acercándose a ella.

             

            — No puedo…. — susurró, antes de quedarse completamente dormida.

             

            Continuará...



















             

             

            Editado por ARP_1922
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              Me ha gustado mucho el capítulo y está muy bien redactado. El final ha sido una gran sorpresa. Los dos que se estaban peleando sabemos que son vampiros pero la mujer con alas no tengo ni idea qué será. Espero que sólo haya dejado inconsciente a Caelyn aunque he vuelto a ver el Prefacio y creo que no sólo va a ser sólo eso.

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                Me acabo de leer el prólogo y el primer capítulo y me parece una gran historia. Me gusta la forma de ser de la madre de Caelyn, y la misma chica es muy agradable. La italiana es muy simpática y agradable, me alegro que hayan hecho amistad.

                No se que le pasará después de ese encuentro tan desagradable, pero por lo que parece en el prólogo pudo escapar, aunque no pinta bien la cosa... Pobre Caelyn!!! :(

                Ya estoy esperando el siguiente capítulo!! :D

                Y de las fotos del chico, me gusta más la primera.

                Editado por mariaarya
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                  Gracias por vuestro interes :D

                  Esta en proceso el cap. 2, que subire en las proximas 2 semanas. Un saludo :)

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                    Hola a todos. 

                    Debido a un problema con mi juego de LS4, no he podido sacar fotos para este capitulo, pero espero que lo disfrutéis igual. Un saludo ^^

                     

                    Capítulo II - Bienvenida a Windenburg:

                     

                    Otra vez, aquel callejón. Ese hombre, gritando.

                    -¡Ya estabas tardando¡

                    La luz, hizo daño a los ojos de Caelyn. Era muy brillante.

                    -!Atrás¡

                    Y allí estaban, mirándose los unos a los otros, después de que el hombre tirado en el suelo se hiciera polvo. Pero Caelyn empezó a notar el peso de su cuerpo.

                    Caía, no tenía escapatoria. Tenía miedo.

                     

                    Caelyn despertó de aquel sueño, lanzando un gran grito y notando su frente llena de sudor.

                     

                    -!Caelyn¡ -exclamó su madre- tranquila, solo era una pesadilla, ya pasó.

                     

                    La joven miró atónita a su madre.

                     

                    -Mama; ¿que ha pasado?

                     

                    -Ayer cuando volvías a casa sufriste una caída y te golpeaste tan fuerte en la cabeza que perdiste el conocimiento. Unos chicos te encontraron inconsciente en el parque y llamaron a la policía.

                     

                    Caelyn se quedó mirando la habitación y pudo ver que sus cosas estaban encima de una silla que su madre había traído del salon. Su móvil y cartera estaban encima de la mesilla, todo parecía estar entero, dinero y tarjetas incluidas.

                    Se sentía mareada y algo desorientada, pero sabía que estaba a salvo, aunque no podía dejar de pensar en el extraño sueño que había tenido. Todo le parecía muy real, aunque en el fondo sabía que no había sido más que una pesadilla a cuenta del golpe. O eso queria pensar, ya que tampoco recordaba esa supuesta caída.

                     

                    - Mama, hoy tenia unas pruebas muy importantes en la escuela de Arte. ¿Has llamado a mi profesor?

                     

                    Hellen se giró hacia Caelyn con una sonrisa.

                    -He hecho algo mejor. Me he puesto en contacto con una chica muy amable que conociste ayer. ¿Como se llamaba? - preguntó dubitativa a su hija.

                     

                    -¿Te refieres a Arianna? -preguntó Caelyn con cierto tono de exclamación.

                     

                    -Si, exacto, Arianna. Hoy a la mañana le han comunicado a tu profesor lo que te había pasado y Arianna se ha ofrecido voluntaria para traerte a casa cualquier material o apunte importante que hayan hecho. Debe de estar al caer -expresó con entusiasmo.

                     

                    Al cabo de unos minutos, sonó el timbre de la puerta. Era Arianna, que venía con los apuntes para Caelyn.

                     

                    -Tu amiga ya ha llegado -canturreo Hellen al dirigirse a la puerta.

                     

                    Arianna saludó a Hellen con un abrazo fugaz y se dirigió al dormitorio, donde se encontraba descansando Caelyn.

                     

                    -¿Cómo te encuentras? -preguntó con cierto aire de preocupación.

                     

                    Caelyn se incorporó a la cama y mostró una leve sonrisa hacia Arianna.

                     

                    -Estoy bien. Muchas gracias por venir, no era necesario.

                     

                    ________________________________________________________________

                     

                    El huesudo hombre se arrodilló ante el trono de su jefe supremo, aquel cuya sola mención hacía temblar hasta a los soldados más valientes. Las noticias no eran buenas para los oídos de su señor.

                     

                    -Majestad, como ya sabreis, Algul fue sorprendido en la Tierra por nuestros enemigos y acabó siendo derrotado.

                     

                    Un leve gruñido salió de la boca del hombre que escuchaba atentamente a su cadavérico mensajero.

                    - Pero, por las noticias que nos llegan de nuestros espías en Windenburg, fueron sorprendidos por una chica humana y….-musito con un creciente miedo.

                     

                    Un rugido de ira lleno la enorme y fría sala, como un eco que retumba entre los innumerables corredores de una cueva.

                     

                    -¡Sois unos inútiles! -grito desesperado aquel hombre- Os pedí algo tan sencillo que hasta un mísero bebé podría haberlo realizado.

                     

                    El mensajero se quedó paralizado de miedo, sin saber qué decir ni cómo reaccionar. El siniestro individuo se levantó de su asiento y miró fijamente a los ojos del que le habia traido semejantes noticias.

                     

                    -Os daré una última oportunidad para zanjar este asunto. Ya sabéis cómo localizar a la chica. En cuanto la tengais delante, no dudéis en acabar con ella, no sabemos cuánto recuerda del encuentro; ¿entendido? -preguntó en tono amenazador.

                     

                    Casi sin decir nada, el mensajero se levanto y salio de la sala lo más rápido que pudo, rumbo a su misión.

                     

                    ________________________________________________________________

                     

                    Caelyn había pasado toda la tarde junto a su madre y Arianna. Cada vez, parecía tener más claro que todo aquello no fue más que un sueño producido por una caída y motivado por el estrés de estar sola en la inmensa ciudad de San Myshuno.

                    Salió a dar un paseo, para poder despejar su mente e intentar eliminar ese leve dolor de cabeza. Aun estaba algo confusa.

                    Aquella tarde hacía frío, el sol se escondía a pasos agigantados y muchos habitantes se guarecían en sus casas, evadiendose de su realidad cotidiana con algún tonto programa de televisión.

                    Caelyn se sentía bien caminando sola, nunca había sido una chica muy sociable y tampoco lo echaba en falta. Pero se sentía sola en ese momento, notaba el frío calandole los huesos y su cuerpo se estremeció por un momento. Algo no iba bien.

                    De pronto noto como algo o alguien se movía a toda velocidad cerca suyo.

                     

                    -¿Hay alguien ahí? -preguntó con voz temerosa.

                     

                    De la nada, vislumbro como 2 siniestras figuras la acorralaban.

                     

                    -Tranquila, no queremos hacerte daño -susurró uno de ellos, con voz ahogada y profunda.

                     

                    -Tomad, aquí tenéis mi cartera y mi móvil, pero por favor, no me hagáis nada -declaró con auténtico miedo y tensión.

                     

                    Ambos personajes se miraron entre sí y rieron con una carcajada que hizo que Caelyn se temiera lo peor.

                    De pronto, una voz se alzó desde una de las calles cercanas al lugar.

                     

                    -¡Dejadla en paz! -ordenó.

                     

                    Todos se giraron hacia el lugar del cual procedía el sonido. Ante ellos, una mujer pelirroja, cuyos ojos verdes miraban fijamente a los 2 sujetos que acorralaban a Caelyn.

                     

                    -¿Y si no, que? -preguntó uno vacilante.

                     

                    La joven puso una sonrisa que destilaba seguridad, a la vez que arqueaba sus cejas. Levantó sus puños y se puso en posición de ataque. De repente su cuerpo empezó a brillar, ante la atónita mirada de todos.

                     

                    Todos quedaron sorprendidos al ver cómo se transformaba en un ser dotado de alas.

                     

                    -¡Maldición! -gritó uno de los sujetos- ¡Una arcana!

                    Caelyn no daba crédito a lo que veía. Era la misma mujer alada que había visto en su sueño.

                     

                    -¡Cuidado! -vociferó  la pelirroja, cuando vio que uno de los hombres se abalanzaba hacia Caelyn.

                     

                    La mujer se lanzó sobre Caelyn, en lo que parecía un salto sobrehumano impulsado por sus alas. Ambas rodaron por el suelo hasta que finalmente dieron contra el bordillo de la acera.

                    La pelirroja se levantó y lanzó por sus manos un potente resplandor que parecía correr en línea recta. Alcanzó a uno de ellos y lo redujo a cenizas en tan solo unos segundos.

                    El otro se enfrentó directamente, mientras Caelyn, aun tirada en el suelo, pudo ver la escena. El hombre se acercó a una velocidad sobrenatural y dio un salto titánico, mientras la misteriosa mujer izó el vuelo en un intento de detenerlo. Pelearon en el aire durante unos segundos, hasta que ambos cayeron estrepitosamente al suelo. Antes de que el hombre pudiera incorporarse, la joven metió su puño iluminado entre las entrañas del ser, como si llevase un puñal, acabando así con su vida para convertirse igualmente en un montón de cenizas y polvo.

                    La joven se giró hacia Caelyn, a lo que esta reaccionó levantándose de un salto. La desconocida hizo un gesto tranquilizador.

                     

                    -Tranquila, no voy a hacerte daño- declaró con afabilidad.

                     

                    Caelyn no sabía en qué pensar. Todo aquello la abrumaba demasiado como para pensar con claridad. Aunque, por otra parte, también tenía en cuenta que aquella chica la había salvado de sus asaltantes. O lo que quisiera que fueran aquellas personas.

                     

                    -Pero tu….¿que eres? -preguntó Caelyn con desconfianza.

                     

                    -Me llamo Ivy... -tomó un poco de aire para recuperarse de la lucha- ...y esos hombres que has visto eran vampiros.

                     

                    Caelyn se estremeció y por un momento pensó en salir corriendo, pero algo la obligaba a mantenerse allí, escuchando la explicación que Ivy le estaba dando.

                     

                    -Yo soy una Arcana o también llamada Guardiana, aunque ese no es el nombre con el cual nos conocen en la Tierra -Ivy paró un momento para ver si Caelyn prestaba atención y prosiguió- Durante siglos, se decía que las Arcanas llevábamos la buena suerte allá a donde fuéramos. La suerte o el destino, también se conocen con el nombre de “hado” y finalmente nuestro nombre coloquial pasó a ser el de “hadas”, algo así como las portadoras de la suerte.

                     

                    Caelyn no salía de su asombro, Ivy aseguraba ser una auténtica hada y por lo que parecía, no estaba mintiendo. Pensó que todo aquello era una locura, aunque ella siempre había soñado con la posibilidad de que existieran otros seres que la mayoría de las personas eran incapaces de percibir.

                    Tal vez, ese miedo que sentía en su interior era un mecanismo de defensa a algo en lo que quería creer y a la vez quería negar.

                    Ivy tendió su mano hacia Caelyn y sonrió dulcemente.

                     

                    -Creo que es hora de enseñarte algo -declaró Ivy.

                     

                    -¿A mi? -preguntó Caelyn dubitativa -¿por que?

                     

                    -Porque los vampiros ya saben quien eres y no te dejarán en paz hasta haber acabado contigo.

                     

                    Caelyn tomó la mano de Ivy, no sin antes pensarlo, pero finalmente acabó haciéndolo.

                     

                    -¿Estás preparada? -preguntó Ivy.

                     

                    -¿Para que? -respondió Caelyn con otra pregunta,

                     

                    -Para ver el mundo que como este, intento proteger.

                     

                    Caelyn se quedó asombrada, aunque finalmente afirmó con la cabeza. Ivy le ordenó que cerrase sus ojos y agarrase fuerte su mano.

                    Después de unos segundos, notó como el suelo desaparecía bajo sus pies y un leve pitido inundaba su cabeza. Su cuerpo se empezaba a elevar y una sensación de vértigo inundó su estómago. A pesar de tener los ojos cerrados, conseguía vislumbrar una variopinta gama de colores. Se aceleraban a medida que los colores eran más brillantes.

                    Antes de darse cuenta, un olor a lavanda impregnó su sentido olfativo. Noto como su trasero acababa en lo que parecía algo mullido, como hierba o prado.

                     

                    -Abre los ojos -canturreo Ivy.

                     

                    Caelyn abrió sus pesados párpados y ante ella se abrió un nuevo mundo. Sentada en la tupida hierba de una colina, podía ver a lo lejos, un riachuelo cruzar entre lo que parecía un pintoresco pueblo con casitas de madera y adobe. campos de cultivo de colores vivos y brillantes y más allá, nevadas y escarpadas montañas. Parecía el paisaje de un cuento de hadas, como los que leía cuando era pequeña.

                    Ivy tendió su mano y Caelyn se valió de ella para levantarse.

                     

                    -Bienvenida a Windenburg -expresó con alegría Ivy -por cierto, no me has dicho tu nombre.

                     

                    -Caelyn…..mi nombre es Caelyn -manifestó la rubia con titubeos.

                     

                    -Un placer Caelyn. Ahora sígueme, quiero presentarte a alguien.

                     

                    Ambas muchachas empezaron a caminar hacia el pueblo, mientras el único sonido audible era el tranquilo y sonoro canto de los pájaros.

                     

                    Continuará…..

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                      Qué misterioso es todo. Me ha gustado mucho el capítulo y me pregunto si Caelyn volverá a su casa o se quedará donde le ha llevado Ivy. Espero que la devuelva a su mundo.aunque allí tiene el problema de que quieren acabar con ella.

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                        Buena continuación de la historia!!!. Me gustó este nuevo capítulo, aunque es un poco raro. Pobre Caelyn que los vampiros quieren eliminarla, y me cayó muy bien el hada intentando protegerla y matando a esos "matones"; y espero que Caelyn pueda volver pronto a su casa para continuar sus estudios :)

                        Editado por mariaarya
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                          Hola :)

                          Hoy he sufrido una intoxicacion y me he pasado el dia "abrazado al vater" vomitando.

                          Empezare a escribir el siguiente capitulo en los proximos dias ;)

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                            Aquí is dejo el tercer capitulo. Perdón por el espacio de tiempo tan grande, ahora trabajo a las tardes y tengo menos tiempo para escribir, aparte de que he estado algo enfermo y no estaba animicamente preparado. Espero que os guste ^^

                             

                            Capítulo III - Nuevas amistades:

                             

                            Ivy y Caelyn caminaban por el prado, acercándose cada vez más a la pequeña villa.

                             

                            -Espera Caelyn -manifestó Ivy.

                             

                            Miró a la muchacha de arriba abajo. Movió sus manos e hizo que la ropa de Caelyn se convirtiera en un largo vestido medieval. En respuesta, Caelyn miró a Ivy con perplejidad.

                             

                            -Debes pasar desapercibida aquí y con tu ropa de antes, no hubiese sido posible -declaró Ivy con franqueza.

                             

                            Después de caminar unos minutos, Ivy y Caelyn llegaron al pueblo. Allí, había personas vestidas con ropajes medievales, caminando de un lado a otro con paquetes y alforjas de comida. Las casas estaban perfectamente decoradas, con balconadas de flores en cascada y preciosos acabados artesanales con madera y hierro.

                            Caelyn pudo reconocer lo que parecía una taberna, de la que salía un fuerte olor a carne asada, una sastrería con delicados vestidos de seda en los ventanales exteriores e incluso la tienda de un mercader que exhibía al todo el que pasaba por delante, su repertorio de baules y lámparas de aceite.

                             

                            -Ven, es por aquí -indicó Ivy, señalando una puerta de madera de un edificio que hacía esquina.

                             

                            Ambas se introdujeron por la puerta, cerrándola a su paso. El interior era sencillo, suelos de madera y paredes encaladas en blanco daban al lugar un toque de amplitud y luminosidad, a pesar de tener solamente dos pequeñas ventanas. Una decoración rústica hecha con madera completaba el lugar.

                            Ivy le hizo una señal a Caelyn para que se sentara en el sofá que se encontraba delante de ellas.

                             

                            -Enseguida vuelvo Caelyn, espérame aquí -indicó con una sonrisa.

                             

                            Ivy desapareció con sus brillantes alas aun en la espalda, tras un arco con una tela colgando que servía de puerta improvisada.

                            Caelyn observó la estancia con mayor detenimiento. Pudo ver un cuadro en una de las paredes, el cual parecía un mapa. Diferentes dibujos de pueblos, ciudades y lugares se podían vislumbrar ahí. Con un círculo se marcaba su actual localización, una villa localizada entre montañas llamada Windenburg. Parecía ser una ciudad grande e importante, ya que todos los caminos del mapa conducían al lugar.

                            También vio los nombres de otras pintorescas ciudades y localizaciones: Ciudad de los Cristales, Gardurinn, los mares de coral etc…

                            En lo alto de una esquina vio una zona oscura y alejada de las demás. Su nombre era Forgotten Hollow. Parecía una ciudad gótica y escondida.

                            Algo empujo a Caelyn a levantarse del sofá y seguir mirando aquella parte del mapa, mientras un escalofrio recorria su espalda. En su cabeza se empezó a formar una imagen de un bosque oscuro. Su respiración se aceleraba mientras notaba más y más angustia. Escuchaba pasos, gruñidos y jadeos.

                            De pronto, noto una mano sobre su hombro, a lo que Caelyn reaccionó dándose la vuelta bruscamente y soltando un leve alarido.

                             

                            -¡Caelyn, tranquila!, soy yo, Ivy -espetó la pelirroja tratando de tranquilizarla -te presento a Dhalia y Crystal.

                             

                            Ante ella se presentaron dos chicas de la edad de Ivy, vestidas con largos vestidos de colores terrosos cubiertos por una túnica de colores más vivos, abierta por los laterales. Una de ellas, tenía ojos turquesa y el cabello rubio y recogido en dos largas trenzas, mientras la otra tenía una media melena, con tonos rosados, más oscuros en las raíces y aclarándose a medida que se acercaba a las puntas, al igual que sus ojos, que lucían un bonito tono violeta.

                             

                            -Hola Caelyn, yo soy Dhalia -expresó la rubia con una grata sonrisa, mientras entrelazaba sus manos.

                             

                            -Y yo soy Crystal; ¿que tal? -manifestó enérgicamente la pelirrosa mientras levantaba su mano abierta en señal de saludo.

                             

                            Caelyn saludo a ambas y volvieron a sentarse en el mismo sofá de antes. Se sentía segura y cómoda con aquellas chicas, que de algún modo que no lograba comprender, le transmitian confianza.

                            Dhalia se dirigio a Caelyn con un gesto amable.

                             

                            -Ivy nos ha contado que eres de la Tierra y que te ha rescatado de unos vampiros que querian atacarte. Has debido pasar un miedo horrible -manifestó con cierto tono de preocupación.

                             

                            -Bueno, aun no me creo todo lo que está pasando, es muy confuso y extraño. Aun asi, le queria dar las gracias a Ivy por salvarme antes -confesó Caelyn, mirando a Ivy con un gesto de agradecimiento -por cierto, lo que pasó hace dos noches; ¿fue real?

                             

                            Ivy afirmó con la cabeza y se dispuso a explicarle lo ocurrido.

                             

                            -Lo que viste hace unos días fue una pelea que yo y un guerrero de nuestro pueblo tuvimos mientras perseguiamos a un vampiro fugitivo que escapó a la Tierra. Yo fui demasiado precipitada al atacarle y nos quedamos sin obtener la información que queríamos, pero no podía permitir que hiciese daño a mi compañero.

                             

                            De pronto, Dhalia y Crystal soltaron una leve risa que intentaron tapar aclarándose la garganta.

                             

                            -Claro claro, “su compañero” -susurro entre risas Crystal.

                             

                            Ivy se sonrojo cual tomate y lanzó una mirada ciertamente furiosa a ambas.

                             

                            -Aver; ¿que os pasa a vosotras dos? -interrogó con una voz algo dubitativa, mientras colocaba sus manos en la cintura, en forma de jarras.

                             

                            Dhalia se acercó a ella con sonrisa burlona.

                             

                            -Nada mujer, pero por ahí se rumorea que se os ha visto alguna que otra vez en actitud ligeramente cariñosa cuando nadie miraba -musitó entre dientes, pegando su cara a la de Ivy.

                             

                            La cara de Ivy se tornó totalmente roja y sus ojos se desviaron al techo, con el objetivo de eludir las pícaras sonrisas de sus amigas.

                             

                            -Pero mira que podéis llegar a ser tontas -manifestó con la voz totalmente cortada y rubor cubriendole la cara.

                             

                            Caelyn solto una ligera risa.

                             

                            -Veo que incluso en otro mundo, existen los cotilleos.

                             

                            Las cuatro se miraron y dejaron caer una sonrisa de complicidad.

                             

                            -Bueno chicas, hay que moverse -anuncio Dhalia -había acordado verme con mi hermano dentro de unos minutos en la plaza del pueblo.

                             

                            Crystal puso una expresión desganada en su cara.

                             

                            -¿Tenemos que ir hasta alli? -farfulló, echando su espalda hacia delante -está muy lejos y no creo que haya nadie que nos quiera llevar en su carromato.

                             

                            Dhalia hizo un gesto socarrón e invitó a todas a salir fuera para emprender el camino. Una vez en la calle, se acercó a lo que parecía un pequeño corral cerca de la casa en la que se encontraban. Se aproximó a la puerta, la abrió y varios caballos salieron de su interior.

                             

                            -Puede que no haya carromatos que nos lleven hasta el centro de la ciudad, pero tenemos estos caballos de mi ciudad, Gardurinn. Ya sabéis que allí tenemos una conexión muy fuerte con la naturaleza y montar a caballo es algo que hacemos desde niños.

                            Las demás miraron con cierta cara de estupefacción, pero finalmente accedieron a montar. Dhalia subió de un salto, mientras que Ivy y Caelyn montaron con algo más de complicación, aunque finalmente se aposentaron en las sillas de montar de cuero y tomaron las riendas de los corceles. Crystal tuvo que subirse a un banco de madera cerca de la puerta del corral para poder encaramarse a lo alto del animal.

                            Cuando llevaban un tiempo en travesía se dieron cuenta que habían perdido de vista a Crystal.

                            De pronto, la vieron montada en dirección opuesta a la convencional para montar un caballo, mientras este galopaba en línea recta, consiguiendo así adelantar a las otras muchachas.

                             

                            -¡¿Como se para esto?! -vociferó nerviosa la pelirrosa.

                             

                            Ya estaban cerca del centro de Windenburg, cuando el rocín de Crystal paró en seco, haciendo que su jinete cayera hacia un lado, con tan mala fortuna que acabó zambulléndose en las aguas de la fuente de la ciudad, empapando por completo su vestido y parte de su corto pelo.

                             

                            -¡Crystal! -exclamó con preocupación Ivy -¿te encuentras bien?

                             

                            Usando sus manos para agarrarse a las estatuas de la fuente y alzando sus piernas para sacarlas del agua, Crystal consiguió finalmente volver a poner los pies sobre el firme suelo, aunque con algo de tos, debido a la ingesta involuntaria de agua por la repentina caída. Su atuendo desprendió una importante cantidad de agua que la misma tela había absorbido.

                             

                            -Por este motivo prefiero ir a los sitios por mi propio pie -declaró con tono tranquilo, aunque ciertamente molesto.

                             

                            Ivy levantó sus manos en dirección a la empapada chica y con su control sobre los rayos solares, hizo que se secara en cuestión de segundos.

                             

                            Bueno chicas, mi hermano estará al caer -explicó Dhalia -mientras podemos esperarle comiendo algo caliente en aquella posada. Ya empieza a oscurecer y el frío me está invadiendo el cuerpo.

                             

                            Ante la afirmativa general a la propuesta, accedieron al edificio. El interior tenía varias mesas corridas en fila, con bancos y una barra que se solapaba con la pared. Varios hombres y mujeres, de mediana edad en su mayoría, comian y bebian carne asada, pan de hogaza, sartas de chorizos y grandes jarras de cerveza.

                            Las muchachas se sentaron en una mesa algo más alejada del foco central de la sala, donde podían conversar sin levantar mucho la atención. Caelyn, que hasta ese momento se había mantenido callada, se dirigió a las demás.

                             

                            -Aun estoy confundida sobre qué hago aquí y sobre quienes sois. Me siento segura con vosotras, pero no puedo evitar preguntarme qué es todo esto -confesó con inquietud.

                             

                            Justo en ese momento, entró en el local un muchacho alto y rubio, de rasgados ojos azules y notable corpulencia. Dhalia alzó su mano en dirección del desconocido.

                             

                            -Zairé, estamos aqui.

                             

                            El joven se acercó a la mesa, sonriente y abrazo a Dhalia rodeándola con sus fornidos brazos.

                             

                            -Hola hermanita; ¿como estas? -preguntó con alegria.

                             

                            Zairé reparó en la presencia de Caelyn, a lo que está miró con cierta timidez, pero finalmente tendió su mano al muchacho.

                             

                            -Vaya; ¿a quien tenemos aqui? -interrogó Zairé.

                             

                            -Hola, mi nombre es Caelyn -se apresuró a decir la rubia.

                             

                            -Es una chica de la Tierra a la que Ivy ha salvado de unos vampiros -explicó Dhalia a su hermano.

                             

                            -Vaya, espero que estes bien -declaró Zairé -Tranquila, con nosotros estás a salvo.

                             

                            Después de cenar, salieron del mesón y se pusieron a caminar por las solitarias calles empedradas de Windenburg. Las bromas que habían acompañado a la comilona durante toda la noche seguían, creando un ambiente relajado y distendido.

                            Caelyn se fijó más de cerca en Zairé, aprovechando que este reía con una de las bromas de Crystal. Asustada, pudo comprobar que tenía unos enormes colmillos. Sumando aquel hecho a que era más pálido que su propia hermana y que su aparición había sido después del anochecer no quedaba duda alguna, Zairé era, sin lugar a equívocos, un vampiro.

                             

                            -¡Dhalia, alejate de el, es un vampiro! -gritó Caelyn con energía, separando a ambos de un manotazo, haciendo que Dhalia se soltase del brazo de Zairé.

                             

                            En ese momento, Dhalia se quedó desconcertada y confundida, mirando a Caelyn. Acto seguido rompió a llorar y salió corriendo calle abajo.

                             

                            -¿Por qué lo has hecho? -interrogó Zairé con un tono iracundo, mirando a Caelyn con desdén -¡Dhalia, espera!

                             

                            El joven echó a correr detrás de su hermana, mientras Ivy y Crystal miraban a Caelyn con amargura.

                             

                            -Creo que es hora de que te contemos algo muy importante -reveló Ivy.

                             

                            Continuará...







                             

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                              Qué interesante está la historia. Ha sido una sorpresa que zaire sea un vampiro y tengo muchas ganas de leer lo que le va a contar Ivy.

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                                En el capitulo 4 explicare la razón de que Zairé sea un vampiro. Que nadie se asuste jeje

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                                  Perdonad este tiempo de inactividad, pero estaba ocupado y bloqueado. Espero que os guste el cuarto capitulo ^^

                                  Es algo mas corto, pero no quería alargarlo y perder calidad.

                                  Capítulo IV - La revelación:

                                   

                                  Después de correr durante unas cuantas callejuelas, Zairé consiguió alcanzar a Dhalia y tomarla fuertemente del brazo.

                                   

                                  -¡Dhalia, para ya!

                                   

                                  La joven se quedó mirando a su hermano con la mirada perdida y los ojos brillantes, mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

                                   

                                  -Zairé, ahora eres asi por mi culpa. Jamás podré perdonarmelo -sollozo con un hilo de voz entrecortado.

                                   

                                  Zairé abrazo a su hermana, apretandola contra su hombro, intentando calrmarla.

                                   

                                  -No Dhalia, no fue culpa tuya -susurro en su oído apenado- no fue culpa de nadie.

                                   

                                  ___________________________________________________________________________

                                   

                                  El innombrable se dirigió a las catacumbas de su fortaleza. Allí habían perecido cientos de prisioneros entre terribles torturas, vejaciones múltiples y carencias tan básicas como un trago de agua. Caminaba por los innumerables corredores de piedra, fríos como un témpano y húmedos, lo que hacía que se encontrasen en unas condiciones totalmente insalubres. La iluminación era escasa, tan sólo algunas antorchas alumbraban a duras penas el lugar y de vez en cuando, se podía ver alguna rata corriendo de un lado a otro.

                                  Finalmente llegó a la celda elegida. Allí estaba aquella alma en pena, una joven con magulladuras en su cuerpo y el pelo totalmente empapado y despeinado.

                                   

                                  -Dime cómo conseguir el poder que ando buscando- inquirió a la muchacha, con gesto rabioso.

                                   

                                  Ella se negó, oscilando su cabeza, sin mediar palabra alguna. Él se limitó a soltar un gesto de desprecio y enfado a partes iguales. Se dio media vuelta y salió por la puerta de la celda.

                                   

                                  ___________________________________________________________________________

                                   

                                  Ivy, Caelyn y Crystal se sentarón en uno de los bancos que la plaza de Windenburg disponia. Caelyn sentía curiosidad por saber lo que ambas chicas tenían que decirle.

                                   

                                  -Veras Caelyn -empezó Ivy- los vampiros en realidad viven en este mundo, al igual que todos nosotros. Son capaces de viajar a la Tierra cuando necesitan alimento, pero….

                                   

                                  Ivy paro de hablar, quedándose cabizbaja, mientras Caelyn miraba con perplejidad. Crystal se dirigio a Caleyn para proseguir la explicación.

                                   

                                  -En ocasiones, cuando no pueden acceder a la Tierra, atacan las poblaciones de esta dimensión. Eso es lo que le paso a Zairé. Atacaron Gardurinn, su ciudad natal, y un vampiro le mordió y le drenó la sangre. Dhalia intentó salvarlo, pero la dieron un fuerte golpe y quedó inconsciente. Tan solo pudimos evitar que el vampirismo le dominase y pudiese ser un vampiro con voluntad propia.

                                   

                                  Los ojos de Caelyn se llenaron de lágrimas, se sentía culpable por el acto violento e ignorante de antes. Se levantó y se dispuso a ir en busca de Zairé y Dhalia.

                                  Cuando finalmente los encontró, se acercó a ellos con paso apresurado y nervioso.

                                   

                                  -¡Dhalia, Zairé! -gritó a ambos- Siento lo de antes, no lo sabía. Espero que podais perdonarme.

                                   

                                  Ambos jóvenes la miraron con gesto cordial, se acercaron y la abrazaron cada uno por un lado.

                                   

                                  -Tranquila Caelyn -musitó Dhalia- te perdonamos. Al fin y al cabo, no lo sabías.

                                   

                                  Ivy y Crystal llegaron un poco después, tras haber seguido a Caelyn por el camino. Lo que no sabían, es que alguien les observaba desde lo alto de uno de los tejados de la ciudad, expectante, observando cada movimiento que hacían. No se daban cuenta que una nueva amenaza se cernía sobre ellos.

                                  Aquella siniestra figura pegó un salto y aterrizó justo delante de ellos. Enfundado en un traje de tonos oscuros y rojizos, se quedó impertérrito mirando al grupo de jóvenes. Su mirada transmitia frialdad y temor, no parecía para nada amistoso.

                                   

                                  -Vaya, vaya, estos paseos nocturnos me están siendo muy productivos después de todo -articuló en unas secas y distantes palabras.

                                   

                                  -¿Y tu quien eres? -preguntó sobresaltada Dhalia.

                                   

                                  El individuo mostró una gélida sonrisa y se quitó la capa que le cubría. Se acercó amenazante al grupo, con la cabeza cabizbaja para finalmente volver a levantarla y observar más de cerca a los muchachos, que observaban con temor.

                                   

                                  -Mi señor me ha enviado porque quiere que acabe con cierta humana molesta que podría haber visto más de la cuenta. Decidme, ¿quién de todas vosotras es?

                                   

                                  Zairé se adelantó a las chicas y puso sus brazos a modo de barrera.

                                   

                                  -Ni se te ocurra tocarles un solo pelo -advirtió el joven con tono intimidante.

                                   

                                  El hombre que hasta ahora se había mantenido en una relativa calma, adoptó una postura violenta y centró su mirada en Zairé. Tenía claro que si quería llegar hasta las chicas, antes tendría que pasar por encima de él.

                                   

                                  -Zairé, dejanoslo a nosotras -espetó la pelirroja.

                                   

                                  Las tres se adelantaron al rubio, que quedó como guardián de Caelyn, ahora que estaba sola. En posición de ataque, Ivy volvió a transformarse en hada, al igual que cuando salvó a Caelyn de los vampiros en el callejón. Pero para asombro de la joven que ahora se escondía tras la fornida espalda de Zairé, pudo contemplar como Dhalia y Crystal se convertían también en criaturas feéricas, al igual que Ivy.

                                   

                                  -¡Maldición! ¡Arcanas! -exclamó el hombre, dejando entrever sus enormes colmillos.

                                   

                                  Se puso firme y mirando fijamente a las tres, lanzo un fuerte rugido. Quería esquivarlas y llegar hasta Caelyn para acabar con ella, tal y como le había pedido su señor.

                                   

                                  -Caelyn, no te separes de mí -ordenó Zairé a la rubia, para poder mantenerla a salvo.

                                   

                                  Acto seguido, la cogió de la mano y la llevó corriendo por uno de los largos callejones que poblaban Windenburg. Consiguieron acceder a un corral en aparente estado de abandono y usarlo como escondite hasta que pasara la pelea mientras se acomodaron entre unos fardos de paja.

                                  Mientras fuera, Ivy, Dhalia y Crystal luchaban ferozmente contra el vampiro que les había asaltado.

                                   

                                  -Vamos Arcanas, todo lo que hagáis es inútil. Encontrare a vuestra amiga, este donde este -gritó amenazante el chupasangre.

                                   

                                  Se abalanzó hacia ellas, a lo que estas respondieron echándose hacia un lado. Ivy lo esquivo de un salto que potenció con sus alas. El hombre quedó sin oponentes, hasta que se percató que las tres muchachas se encontraban a su espalda.

                                   

                                  -Pensaba que los vampiros érais criaturas mucho más rápidas -espetó Ivy en tono desafiante.

                                   

                                  Dhalia le miraba con rabia, su odio hacia los vampiros era cada vez mayor y poco podía hacer por esconderlo.

                                  De pronto, la criatura se envolvió en un manto de oscura neblina, que impidió a las chicas ver dónde se dirigia.

                                   

                                  -Hasta más ver -rió maliciosamente, ante la desconcertada mirada de las jóvenes.

                                   

                                  Cuando la neblina se despejo, aquel ser ya no estaba. Le habían perdido la pista y mientras, Zairé y Caelyn se encontraban desprotegidos lejos de alli. Agazapados entre balas de paja y utensilios de campo tales como palas y rastrillos, esperaban en silencio a obtener alguna señal del exterior, aunque sin éxito todavía. De pronto, Zairé noto algo muy cerca de ellos.

                                   

                                  -Espérame aquí sin hacer ruido; ¿entendido? - ordenó el rubio a la asustada joven.

                                   

                                  Caelyn se limitó a asentir con la cabeza al tiempo que contenía su nerviosa y acelerada respiración. Zairé se acercó a los grandes portones de madera del corral, entreabriendo uno para poder ver el exterior sin ser visto. Caelyn se arrincono aún más en su sitio, intentando apartarse de la pequeña rendija que Zairé había abierto en la puerta. Vio como una araña estaba posada cerca de donde se encontraba, así que se retiró levemente hacia atrás.

                                  Cuando se quiso dar cuenta, una respiración fría rozaba su nuca. Se giró lentamente y pudo comprobar al vampiro que les había atacado antes, colgando de la viga del techo con sus pies, al estilo de un murciélago en su hora de descanso. Este la miró fijamente y abrió sus fauces, dispuesto a terminar con la corta vida de la joven. La rubia lanzó un grito que hizo resonar todo el corral, sintiendo verdadero pánico y una total parálisis corporal. Antes de que pudiera siquiera rozarla con sus ganchudas manos, Zairé lo apartó de Caelyn como una exhalación, abalanzándose sobre él. Rodaron por el suelo, aferrándose por los hombros el uno al otro.

                                  Zairé acabó siendo aprisionado por su contrincante, el cual le inutilizó las manos. Caelyn, al ver la situación, no dudo en levantarse del suelo y mirar a su alrededor. Rápidamente vio en el suelo algo similar a un punzón de metal del tamaño de un antebrazo. Lo empuñó como si de una espada se tratase y se precipitó sobre el sombrío vampiro que estaba reteniendo a Zairé. Fue tal su pulso y acierto, que le atizo con la punta más afilada del punzón en la sien, partiendo su cabeza y haciendo que una gran cantidad de sangre mezclada con fragmentos de seso se esparciera por el suelo y parte de la pared más cercana. Su último grito antes de morir sonó como el alarido agudo de un lobo al ser atacado a traición, similar a un chillido desesperado.

                                  El cuerpo del hombre yacía sin vida en el suelo, con la cabeza repleta de sangre y parte del punzón clavado, al romperse la punta con el seco golpe. Caelyn empezó a notar como su pulso temblaba, dejando caer el resto del punzón al suelo, para más tarde caer de rodillas al suelo y observar lo que había hecho. No pudo aguantar más y rompió a llorar llevándose las manos a la cabeza. Zairé se incorporó en ese mismo momento y corrió hacia ella, arropandola con sus brazos e intentando desviar su mirada de aquel atroz cuerpo sin vida del que emanaba sangre sin parar.

                                  -¡Chicos; ¿estais bien? -preguntó apresurada Ivy, que llegaba en ese momento con Dhalia y Crystal al lugar después de haber oído el grito de dolor del vampiro.

                                   

                                  Vieron a Caelyn llorando desconsolada en los brazos de Zairé y el cuerpo del villano sin vida, tendido en el suelo desangrándose.

                                   

                                  -¡Cielos! -suspiró Crystal, llevándose las manos a la boca para contener la respiración.

                                   

                                  Ivy deshizo el cuerpo, convirtiéndolo en ceniza con la ayuda de sus rayos solares concentrados. Después de asegurarse que no había rastro alguno, salieron de aquel corral en mitad de la noche y se dirigieron a la casa en la que habían estado anteriormente. Una vez allí, atrancaron la puerta y taparon todas las ventanas con lo que pudieron, para que nadie pudiese ver el interior.

                                  Una vez tranquilos, se sentaron en el sofá de la habitación principal que servía a modo de sala de reunión, para poder pensar con frialdad.

                                   

                                  -He matado a un hombre -lloriqueaba Caelyn, aun en shock.

                                   

                                  -No, has acabado con un monstruo que lo unico que podia traer al mundo era dolor y sufrimiento -respondió Crystal con plena seguridad.

                                   

                                  -Iré por algo de comer, necesitamos reponer fuerzas -susurró Zairé, al tiempo que se dirigía hacia la despensa.

                                   

                                  -Crystal, ven conmigo, vamos a acondicionar un sitio en la casa para que Caelyn pueda quedarse aquí al menos por un tiempo -manifestó Ivy

                                   

                                  Dhalia y Caelyn quedaron solas en aquella pequeña sala, reclinadas en el sofá por el agotamiento.

                                   

                                  -Oye…-susurró Dhalia -gracias por salvar a mi hermano antes.

                                   

                                  -No hay de qué -respondió dulcemente la rubia -Ivy y Crystal me han contado lo que le ocurrió a tu hermano. Siento mucho mi comportamiento de antes.

                                   

                                  Dhalia se incorporo y miro a Caelyn con los ojos centelleantes, a punto de desbordar unas tímidas lágrimas.

                                   

                                  -Dhalia, no fue culpa tuya -respondió Caelyn, al ver la expresión de culpabilidad que reflejaba el rostro de la muchacha.

                                   

                                  Dhalia empezó a llorar, apretando sus manos contra la falda de su vestido y presionando los dientes en un gesto de rabia.

                                  Caelyn no dudo en abrazarla, para intentar calmar su llanto. En su interior sentía ganas de llorar igualmente, no sabia que seria de ella ahora mismo. Pero tenía que ser fuerte, al menos hasta que asimilara todo.

                                   

                                  Continuará...






                                   

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                                    Muy buen capítulo. Me alegro de que el vampiro haya muerto aunque el que lo ha mandado para matarla, seguro que mandará a otro. Siento mucha curiosidad por esas catacumbas en las que hay tanta gente prisionera. Espero que se desvele pronto el por qué están allí y quién es el innombrable.

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