Liyah

- Writers Contest - ¡Ganadores! + entrega de premios

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-WRITERS CONTEST-

Lo prometido es deuda y por ello traigo al fin el concurso de escritores, aquí se evaluará no sólo la capacidad y calidad de vuestra escritura sino la capacidad de representar una historia mediante las imágenes sacadas en vuestro juego. El concurso constará de dos fases que explicaré detalladamente a continuación.

 

PRIMERA FASE

Yo os proporcionaré tres pequeños fragmentos (muy breves) de tres historias diferentes, de manera que habrá una opción A, una opción B, y una opción C podréis elegir la que más os inspire y a continuación tendréis que hacer un mínimo de 5 fotografías que la representen, será bastante sencillo y libre de interpretación así que pueden salir cosas totalmente dispares.

El ganador de esta fase será independiente del de la segunda, de manera que al finalizar el concurso tendremos a dos ganadores (a no ser que la misma persona gane ambas fases). Se valorará vuestra creatividad y vuestra capacidad para plasmar en imágenes dichos relatos, así como el cuidado de la estética y los detalles de las fotografías. No es válido presentar 5 fotografías muy similares, deben de ser variadas.

Opción A

Spoiler

Última pieza

Las finas y transparentes gotas de lluvia salpicaban mi rostro entremezclándose con las lágrimas de sangre que resbalaban por mi blanquecina tez. El sonido de la lluvia se diluía entre las efímeras notas que se desprendían de aquél desgastado violín que alguna vez fue suyo…

Notas que danzaban en armonía sobre aquél frondoso jardín de flores mustias y brava maleza. Había decidido interpretar la que sería mi última pieza " Große Fuge", pues sin ella mi habilidad carecía de propósito y una eternidad en silencio era lo que un monstruo como yo se merecía…

Esta era mi despedida, un modo de decirle adiós a nuestros recuerdos, a lo que compartíamos y a todo lo que alguna vez ella significo para mí. Interpretaba una de mis piezas predilectas, aquella pieza incomprendida que no agradaba a los públicos exigentes pero que tan bien describía lo visceral, lo pérfido y lo torcido. Me había rendido ante aquella profunda oscuridad dejando que los vestigios de humanidad que permanecían arraigados en mi alma murieran con su recuerdo y con ellos, todo lo que alguna vez fue hermoso, ufano o dichoso.

La cinta que recogía mis largos cabellos se desprendió debido a la insistencia de la lluvia, que se hizo más pesada a medida que la canción llegaba a su fin, como si aquél cielo encapotado llorase conmigo su pérdida,  conmovido por aquella disonante melodía que a ella tanto le desagradaba.

Toqué la última nota que cerraba aquella canción y arrojé con violencia el violín sobre la tierra mojada, provocando que este se astillara y se fragmentara en mil pedazos que quedaron esparcidos a mi alrededor, y sin mirar atrás, entré con fingida calma hacia el interior del salón, allí dónde se encontraba mi piano y dónde tantas veces había tocado para ella. Acaricié las teclas con las yemas de mis dedos para después lanzarlo por los aires con la fuerza de mi brazo derecho, el instrumento voló por la sala, cruzándola, para posteriormente colisionar contra uno de los grandes ventanales, el cual se quebró en innumerables pedazos que se esparcieron por el frondoso jardín.

Me dirigí entonces hasta mis aposentos, y con el afilado abrecartas que se encontraba sobre mi mesa corte mis largos y húmedos cabellos, volviendo a aquel corte frío y práctico que siempre había llevado. Así me desligaba de mi pasado, de lo que era cuando estaba a su lado y de aquella imagen idealizada que ella siempre había tenido de mí.

Opción B

Spoiler

Aullido

Mis pies descalzos se deslizaban sobre el asfalto mojado mientras el olor a tierra mojada me envolvía en la añoranza de aquellos parajes lejanos donde crecí, verdes, húmedos, salvajes y tan alejados del frío acero que ahora me envolvía, junto a todas aquellas fugaces luces en movimiento, cambiantes, que cubrían los más altos rascacielos de la ciudad de Nueva York.

Podía oler la polución en el aire, oír el ajetreo que provocaban los cláxones de los vehículos, ver la indiferencia que transmitían los rostros de aquellos humanos que se habían resignado a aquella vida vacía y gris. Todo era tan diferente y aterrador para mi, acostumbrada a una vida en libertad,  dónde ni el tiempo ni el "yo" importaban, dónde el mañana no dictaba el hoy y dónde sólo los instintos imperaban.

Todo recuerdo pasado se me vislumbraba lejano, inalcanzable, irreal, como si solo hubiese existido en mi mente, y era ahora cuando entendía que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde, que los tiempos pasados siempre son mejores y que la soledad no da la libertad, tan solo trae amargura, resentimiento y oscuridad.

¿Quién era yo ahora? ¿En qué me había convertido? eso me preguntaba mientras contemplaba aquel pálido rostro de labios ajados que se reflejaba en los cristales tintados de aquella furgoneta mal aparcada. Y era ahora cuando no me reconocía, solo era el débil vapor que se esfumaba y se perdía en el horizonte, un insulso reflejo de aquello que una vez fui, pues ahora yacía atrapada entre dos mundos, perdida en medio de la nada, olvidada y desterrada de la manada…

—En un punto de no retorno —musité angustiada y se quebró mi voz en un intento de reprimir el llanto, mientras las lágrimas saladas inundaban mis ojos y la visión se me tornara borrosa, entremezclándose  con las numerosas luces de colores que me envolvían y que tanto me habían aturdido la primera vez que las vi.

El gélido aire se colaba entre mis cabellos y podía sentir como el frío helaba mis huesos, mas no me desagradaba aquella sensación, pues era la única que me había acompañado todos estos años tras desprenderme de mi pardo pelaje. La única sensación que me confirmaba que mi corazón seguía latiendo a pesar del gran vacío de mi alma.

La humanidad me había mostrado la otra cara de la vida, la cara cruel, solitaria y fría.

Olfateé el aire con desesperación y entonces fui consciente de hasta dónde me habían llevado mis pies descalzos, pues me encontraba en Mulberry Street, dónde el olor a comida italiana despertó de nuevo mi hambruna, pues había perdido ya la cuenta de los días que llevaba sin probar alimento alguno. Apoyé mis manos en el cristal del escaparate de la pastelería del número 195 de Grand Street, ignorando mi propio reflejo mugriento y centrando mi visión en todos aquellos panecillos que lucían amontonados pero de una forma cuidadosamente ordenada. No pude evitar salivar cuando una mujer humana salió de la tienda mordisqueando un caña de crema y de nuevo mi estómago rugió con furia. Fui entonces consciente de la dependienta del local, la cual me miraba con desprecio a través del cristal del escaparate, sus ojos fríos se clavaban sobre mi y sobre los harapos ajados que llevaba por ropa, en mi pelo enmarañado y en mi rostro lleno de hollín. Supe interpretar su desprecio al igual que su invitación a marcharme, y así lo hice, corrí rápido mientras el viento soplaba con fuerza sobre mi rostro, adentrándome en la oscuridad de las estrechas callejuelas.

 Atravesé sigilosamente aquellas calles poco transitadas, y elevé mi mentón, posando mis ojos sobre aquel cielo estrellado culminado por una hermosa luna llena que me invitaba a liberar mi bestia interior. Aminoré la marcha al oír el silbido del viento acompañado por una hermosa melodía de lo que debía de ser un piano de cola algo desafinado pese a las habilidosas manos que lo tocaban, y sintiéndome hechizada por la mágica melodía mis pies se detuvieron solos bajo aquel viejo ventanal de dónde escapaban aquellas fugaces notas.

El maullido de un gato callejero hizo que el hechizo que la melodía ejercía sobre mi se rompiera, y a causa del frío, el hambre y el cansancio, mi cuerpo se desfalleció sobre el duro asfalto de piedras irregulares.

Opción C (este es un poco más largo y complejo, para los atrevidos)

Spoiler

La máscara de la muerte roja

Edgar Allan Poe

La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora.

 

Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a su lado a mil caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica construcción y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente aprovisionada. Con precauciones semejantes, los cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto era una locura afligirse. El príncipe había reunido todo lo necesario para los placeres. Había bufones, improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja.

Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia.

Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitan que antes les describa los salones donde se celebraba. Eran siete -una serie imperial de estancias-. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta metros había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda, en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y la paredes, cayendo en pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un color de sangre.

A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero cuyos rayos se proyectaban a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que a través de los cristales de color de sangre se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta y tres mil seiscientos segundos del Tiempo que huye, el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el desconcierto, el temblor y la meditación.

Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban especialmente sensibles a los colores y sus efectos. Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de que no lo estaba. El príncipe se había ocupado personalmente de gran parte de la decoración de las siete salas destinadas a la gran fiesta, su gusto había guiado la elección de los disfraces.

Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y atuendos incongruentes, veíanse fantasías delirantes, como las que aman los locos. En verdad, en aquellas siete cámaras se movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y aquellos sueños se contorsionaban en todas partes, cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de sus pasos.

Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados, rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se pierden -apenas han durado un instante- y una risa ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose al pasar por las ventanas, por las cuales irrumpen los rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre; aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para aquél cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la lejana alegría de las otras estancias.

Congregábase densa multitud en estas últimas, donde afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la fiesta en su torbellino hasta el momento en que comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho, y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y como antes, se produjo en todo una cesacion angustiosa. Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en mayor número las meditaciones de aquellos que reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y quizá también por eso ocurrió que, antes de que los últimos ecos del carrillón se hubieran hundido en el silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta entonces no había llamado la atención de nadie. Y, habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva presencia, alzóse al final un rumor que expresaba desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y repugnancia. En una asamblea de fantasmas como la que acabo de describir es de imaginar que una aparición ordinaria no hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en cuestión lo ultrapasaba e iba incluso más allá de lo que el liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin emoción. Aún el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes parecían sentir en lo más hondo que el traje y la apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba el rostro se parecía de tal manera al semblante de un cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se habría visto en dificultades para descubrir el engaño. Cierto, aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así como el rostro, aparecían manchados por el horror escarlata.

Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero inmediatamente su frente enrojeció de rabia.

-¿Quién se atreve -preguntó, con voz ronca, a los cortesanos que lo rodeaban-, quién se atreve a insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apodérense de él y desenmascárenlo, para que sepamos a quién vamos a ahorcar al alba en las almenas!

Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias, pues el príncipe era hombre temerario y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.

Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo hablado, los presentes hicieron un movimiento en dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y cuidadoso. Mas la indecible aprensión que la insana apariencia de enmascarado había producido en los cortesanos impidió que nadie alzara la mano para detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a un metro del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió andando ininterrumpidamente pero con el mismo y solemne paso que desde el principio lo había distinguido. Y de la cámara azul pasó la púrpura, de la púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta a la blanca y de allí, a la violeta antes de que nadie se hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe Próspero, enloquecido por la ira y la vergüenza de su momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra, y el príncipe Próspero se desplomaba muerto. Poseídos por el terrible coraje de la desesperación, numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero, al apoderarse del desconocido, cuya alta figura permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta rudeza habían aferrado no contenían ninguna figura tangible.

Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno por uno cayeron los convidados en las salas de orgía manchadas de sangre y cada uno murió en la desesperada actitud de su caida. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo.

 

SEGUNDA FASE

En esta segunda fase yo os proporcionaré varias temáticas y los participantes podréis votar cuál os parece más apropiada según vuestras preferencias o gustos, la temática ganadora será la elegida y os tendréis que adaptar a ella. Una vez elegida la temática (imaginaos que gana romance+terror) todos los participantes deberéis de escribir una historia basada en esa temática, entre 100 y 350 palabras como máximo, es decir, debe de ser un fragmento breve y no es necesario que la historia este conclusa, puede ser un final abierto, poesía, cuento etc... La intención de que todos toméis la misma temática es para que luego no hayan preferencias a la hora de las votaciones, ya que si por un casual la persona que vota odia la ciencia ficción y le encanta el romance, no estará valorando de manera equitativa una y otra historia.

 

REGLAS

 

  • Está permitida la participación con cualquier juego de la saga de Los Sims.
  • El concurso ES ANÓNIMO hasta la finalización de cada fase.
  • Se permite el uso de solares descargados a modo de escenario aunque deben ser minimamente modificados o adaptados por el concursante.
  • Los sims que aparezcan en las fotografías deben ser vuestros.
  • El fragmento que se pide en la segunda fase debe de estar escrito por vosotros en su totalidad
  • Se permite el uso de Photoshop u otros editores fotográficos pero no se admiten fotomontajes.
  • Los concursantes están obligados a votar, menos así mismos.
  • No se permite añadir texto o rótulos sobre la imagen.
  • Se permite el reciclado de creaciones previas.
  • Se permite el uso de cualquier tipo de contenido personalizado.
  • Las fotografías se entregan mediante mensaje privado. (me las enviais a mi)
  • Quién no cumpla los plazos de entrega y votaciones puede ser expulsado del concurso. La expulsión por no cumplir los plazos de entrega sin una justificación valedera conllevará la subida de puntos de advertencia a esa persona/s, tal y como indican las normas de los concursos en este foro.

 

FECHAS

 

  • Inscripciones: desde el 6/3 hasta el 13/3.
  • Entregas FASE 1: desde el 13/3 hasta el 30/3 (hora española)
  • Publicación de las fotografías fase 1: 31/3.
  • Votaciones FASE 1: desde 31/1 hasta el 7/4.
  • Resultados: 8/4.
  • Entregas FASE 2: desde el 8/4 hasta el 17/4 (hora española)
  • Publicación de las fotografías fase 2: 18/4.
  • Votaciones FASE 2: desde 18/4 hasta el 25/4.
  • Resultados: 26/4.
  • ENTREGA DE PREMIOS

VOTACIONES

 Se realizarán votaciones después de cada fase

 Los concursantes no podrán votarse a si mismos.

El sistema de votación se especificará en cada ronda.

 

PREMIOS

 En este punto podemos llegar a un acuerdo, como sabéis algunos puedo hacer de todo un poco así que podréis sugerirme lo que queráis, siempre y cuando no sea algo muy descabellado xD. El premio será para todos los concursantes, no sólo para el ganador. (se me ocurren varias cosas que puedo ofreceros como premio, desde casas amuebladas, a sims, a CC, ediciones con photoshop....

 

 

Espero que os animéis a participar, he visto últimamente muchas historias y mucho talento por el foro, ¡así que apuntaros! :))

 

 

PARTICIPANTES

artSIMtect

 Druga

Despeinado

verdolaga888

Rober

A Aficionada, Snow_White, JaiSims and 4 más les gusta esto

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    Me parece una gran idea y un concurso muy bien organizado, me gustaría apuntarme. Soy algo desastre pero como los plazos son bastantes largos no tendré problema, un saludo.

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      Me apunto

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        Publicado


        ¡Me encantan los fragmentos Liyah! Estoy segura de que en este concurso podremos apreciar bien el talento de los escritores de AS. A mí no es algo que se me de muy bien, pero estoy segura de que me emocionaré con las fotos y los relatos, sin dudas os invito a participar y a ser espectadores, tengo claro que yo también lo seré ^_^

        A Liyah and Despeinado les gusta esto

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          Me apunto. Lo dudaba por el tema del tiempo, pero en el primer plazo que es el que más me importaba (porque ando sin tiempo últimamente) hay bastantes días. Puede que no gane, pero vengo a disfrutarlo :smile:

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              Tengo 2 dudas, en la segunda fase, ssolamente hay que escribir la historia o hay que hacerla tambien con imagenes?

              y la segunda, en la primera fase, hay un limite de fotografias?

              Editado por verdolaga888
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                hace 12 horas, Aficionada said:

                ¡Me encantan los fragmentos Liyah! Estoy segura de que en este concurso podremos apreciar bien el talento de los escritores de AS. A mí no es algo que se me de muy bien, pero estoy segura de que me emocionaré con las fotos y los relatos, sin dudas os invito a participar y a ser espectadores, tengo claro que yo también lo seré ^_^

                ¡Muchas gracias! Me alegra que te gusten los relatos, los dos primeros han sido escritor por mi, el tercero es un cuento de mi escritor preferido :). No entendí muy bien si participas o sólo serás espectadora :frantics:(creo que con el "yo también lo seré" te referías más bien a espectadora pero por si un caso lo pregunto xD)

                hace 7 horas, verdolaga888 said:

                Tengo 2 dudas, en la segunda fase, solamente hay que escribir la historia o hay que hacerla tambien con imagenes?

                y la segunda, en la primera fase, hay un limite de fotografias?

                Sólo escribirla, en la segunda fase sólo se valorará vuestra capacidad como escritores. No hay límite de fotos en la primera fase, pero lo importante es saber que partes del retalo son importantes y adecuadas para escenificar y cuales son prescindibles, los relatos no son muy largos a excepción del último, con lo cuál no deben salir demasiadas fotos ya que no tenéis que escenificar absolutamente todo lo que hay escrito.

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                  Yo no participo. Pero estaré atenta a todo el desarrollo del concurso.:emo4:

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                    hace 1 hora, Macxy22 said:

                    Yo no participo. Pero estaré atenta a todo el desarrollo del concurso.:emo4:

                    Es una lástima, escribes de maravilla :ph34r:

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                      No, no participo Adry jajaj, pero eso sí, por aquí me tendrás ^_^

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                        Yo me apunto !! ^_^

                        Tengo una dudita, esq no entendi bien, en la primera historia quien la cuenta es un chico o una chica? XD:huh:

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                          hace 59 minutos, verdolaga888 said:

                          Yo me apunto !! ^_^

                          Tengo una dudita, esq no entendi bien, en la primera historia quien la cuenta es un chico o una chica? XD:huh:

                          Es un chico :) , si te fijas él habla todo el rato de una mujer, aunque podría surgir alguna duda ya que no sería muy extraño que una mujer hablara de otra de este modo tan sentimental. En realidad la interpretación es bastante libre, no es muy importante si él narrador es hombre o mujer, pero ya que preguntas te lo digo ^^

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                            Me apunto de cabeza

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                              Publicado


                              Este concurso se ve muuuy bueno!, me dan ganas de participar, pero nunca he hecho una historia con sims y me da que lo arruino todo o no me organizaré lo suficientemente bien como para entregar todo a tiempo x'D y no me gusta quedar mal D:

                              Igual seguiré su desarrollo, que me esta encantando, mucho ánimo <3!


                              PD: Liyah.... vi un brebe y un izo y no fue bonito  > ^ >

                              A Liyah le gusta esto

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                                hace 16 minutos, Melohee said:

                                Este concurso se ve muuuy bueno!, me dan ganas de participar, pero nunca he hecho una historia con sims y me da que lo arruino todo o no me organizaré lo suficientemente bien como para entregar todo a tiempo x'D y no me gusta quedar mal D:

                                Igual seguiré su desarrollo, que me esta encantando, mucho ánimo <3!


                                PD: Liyah.... vi un brebe y un izo y no fue bonito  > ^ >

                                En la primera fase sólo se os piden las 5 fotos y en la segunda únicamente el relato, no es algo tan complejo como elaborar una historia con los sims así que te animo a participar, los plazos son bastante distendidos ^^ De todos modos te agradezco que vayas a seguir el concurso :D

                                 

                                PD: Mil perdones, eso me pasa por escribir con prisas y no releerme las cosas ni usar el corrector (que para algo está) Si te fijas en el primer párrafo "breve" estaba bien escrito, el hizo me ha costado encontrarlo pero me he horrorizado cuando lo he visto xD

                                A Melohee le gusta esto

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                                  Mmmhh, bueno, tengo tiempo para pensarlo, aunque 5 fotos se me hacen pocas xD! veré si me puedo organizar y yo aviso ^ ^!
                                  Si me di cuenta de que eran errores de dedo, pero quise avisar de todos modos, que en un concurso de escritores queda todavia peor xD!

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                                    no participo pero se que hareis un buen trabajo

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                                      xD, me encanto la primera historia muy buenas todas las q elegiste :thumbsu:

                                      https://www.wattpad.com/99291445-fragmentos-%C3%BAltima-pieza

                                       

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                                        hace 8 horas, verdolaga888 said:

                                        xD, me encanto la primera historia muy buenas todas las q elegiste :thumbsu:

                                        https://www.wattpad.com/99291445-fragmentos-%C3%BAltima-pieza

                                         

                                        Gracias! Las dos primeras son mias, esa es mi cuenta de wattpad ^^ ( ya que lo mencionas si alguna tiene cuenta que me agregue :D)

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                                          Os recuerdo que tenéis hasta el miércoles para entregar la primera fase, hasta las 23:59 (hora española).

                                          A Despeinado le gusta esto

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                                            -VOTACIONES-

                                            Publico las votaciones un día antes de lo esperado puesto que ya tengo conmigo todas las fotos de los participantes, a continuación explicaré las normas de votación y adjuntaré un ejemplo para evitar posibles confusiones.

                                             

                                            -REGLAS-

                                            - Los participantes están obligados a votar (pero no pueden votarse a si mismos.)

                                            - La puntuación se dará del 1 al 3(se entiende que 3 es la mayor puntuación).

                                            - Debéis de leeros detalladamente los relatos que corresponden a las fotografías para juzgar correctamente si se adecuan al escrito.

                                            - Los factores que habrá que tener en cuenta al realizar las votaciones son la adecuación de la imágenes al relato,la creatividad de las capturas y la capacidad para plasmar en imágenes dichos relatos, así como el cuidado de la estética y los detalles de las fotografías. También es importante que las fotografías sean variadas, es decir, que no se vean muy repetitivas.

                                            - Pondré nombres al azar para identificar cada grupo de imágenes, de este modo no desvelaré el autor.

                                             

                                            - EJEMPLO -

                                            Casimira - 3 puntos

                                            Filomena - 2 puntos

                                            Celestina - 1 punto

                                             

                                            !EMPECEMOS¡

                                            Opción de relato A : Última pieza

                                            Spoiler

                                            Las finas y transparentes gotas de lluvia salpicaban mi rostro entremezclándose con las lágrimas de sangre que resbalaban por mi blanquecina tez. El sonido de la lluvia se diluía entre las efímeras notas que se desprendían de aquél desgastado violín que alguna vez fue suyo…

                                            Notas que danzaban en armonía sobre aquél frondoso jardín de flores mustias y brava maleza. Había decidido interpretar la que sería mi última pieza " Große Fuge", pues sin ella mi habilidad carecía de propósito y una eternidad en silencio era lo que un monstruo como yo se merecía…

                                            Esta era mi despedida, un modo de decirle adiós a nuestros recuerdos, a lo que compartíamos y a todo lo que alguna vez ella significo para mí. Interpretaba una de mis piezas predilectas, aquella pieza incomprendida que no agradaba a los públicos exigentes pero que tan bien describía lo visceral, lo pérfido y lo torcido. Me había rendido ante aquella profunda oscuridad dejando que los vestigios de humanidad que permanecían arraigados en mi alma murieran con su recuerdo y con ellos, todo lo que alguna vez fue hermoso, ufano o dichoso.

                                            La cinta que recogía mis largos cabellos se desprendió debido a la insistencia de la lluvia, que se hizo más pesada a medida que la canción llegaba a su fin, como si aquél cielo encapotado llorase conmigo su pérdida,  conmovido por aquella disonante melodía que a ella tanto le desagradaba.

                                            Toqué la última nota que cerraba aquella canción y arrojé con violencia el violín sobre la tierra mojada, provocando que este se astillara y se fragmentara en mil pedazos que quedaron esparcidos a mi alrededor, y sin mirar atrás, entré con fingida calma hacia el interior del salón, allí dónde se encontraba mi piano y dónde tantas veces había tocado para ella. Acaricié las teclas con las yemas de mis dedos para después lanzarlo por los aires con la fuerza de mi brazo derecho, el instrumento voló por la sala, cruzándola, para posteriormente colisionar contra uno de los grandes ventanales, el cual se quebró en innumerables pedazos que se esparcieron por el frondoso jardín.

                                            Me dirigí entonces hasta mis aposentos, y con el afilado abrecartas que se encontraba sobre mi mesa corte mis largos y húmedos cabellos, volviendo a aquel corte frío y práctico que siempre había llevado. Así me desligaba de mi pasado, de lo que era cuando estaba a su lado y de aquella imagen idealizada que ella siempre había tenido de mí.

                                             

                                            Casimira

                                            Spoiler

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                                            Opción de relato B : Aullido

                                            Spoiler

                                            Mis pies descalzos se deslizaban sobre el asfalto mojado mientras el olor a tierra mojada me envolvía en la añoranza de aquellos parajes lejanos donde crecí, verdes, húmedos, salvajes y tan alejados del frío acero que ahora me envolvía, junto a todas aquellas fugaces luces en movimiento, cambiantes, que cubrían los más altos rascacielos de la ciudad de Nueva York.

                                            Podía oler la polución en el aire, oír el ajetreo que provocaban los cláxones de los vehículos, ver la indiferencia que transmitían los rostros de aquellos humanos que se habían resignado a aquella vida vacía y gris. Todo era tan diferente y aterrador para mi, acostumbrada a una vida en libertad,  dónde ni el tiempo ni el "yo" importaban, dónde el mañana no dictaba el hoy y dónde sólo los instintos imperaban.

                                            Todo recuerdo pasado se me vislumbraba lejano, inalcanzable, irreal, como si solo hubiese existido en mi mente, y era ahora cuando entendía que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde, que los tiempos pasados siempre son mejores y que la soledad no da la libertad, tan solo trae amargura, resentimiento y oscuridad.

                                            ¿Quién era yo ahora? ¿En qué me había convertido? eso me preguntaba mientras contemplaba aquel pálido rostro de labios ajados que se reflejaba en los cristales tintados de aquella furgoneta mal aparcada. Y era ahora cuando no me reconocía, solo era el débil vapor que se esfumaba y se perdía en el horizonte, un insulso reflejo de aquello que una vez fui, pues ahora yacía atrapada entre dos mundos, perdida en medio de la nada, olvidada y desterrada de la manada…

                                            —En un punto de no retorno —musité angustiada y se quebró mi voz en un intento de reprimir el llanto, mientras las lágrimas saladas inundaban mis ojos y la visión se me tornara borrosa, entremezclándose  con las numerosas luces de colores que me envolvían y que tanto me habían aturdido la primera vez que las vi.

                                            El gélido aire se colaba entre mis cabellos y podía sentir como el frío helaba mis huesos, mas no me desagradaba aquella sensación, pues era la única que me había acompañado todos estos años tras desprenderme de mi pardo pelaje. La única sensación que me confirmaba que mi corazón seguía latiendo a pesar del gran vacío de mi alma.

                                            La humanidad me había mostrado la otra cara de la vida, la cara cruel, solitaria y fría.

                                            Olfateé el aire con desesperación y entonces fui consciente de hasta dónde me habían llevado mis pies descalzos, pues me encontraba en Mulberry Street, dónde el olor a comida italiana despertó de nuevo mi hambruna, pues había perdido ya la cuenta de los días que llevaba sin probar alimento alguno. Apoyé mis manos en el cristal del escaparate de la pastelería del número 195 de Grand Street, ignorando mi propio reflejo mugriento y centrando mi visión en todos aquellos panecillos que lucían amontonados pero de una forma cuidadosamente ordenada. No pude evitar salivar cuando una mujer humana salió de la tienda mordisqueando un caña de crema y de nuevo mi estómago rugió con furia. Fui entonces consciente de la dependienta del local, la cual me miraba con desprecio a través del cristal del escaparate, sus ojos fríos se clavaban sobre mi y sobre los harapos ajados que llevaba por ropa, en mi pelo enmarañado y en mi rostro lleno de hollín. Supe interpretar su desprecio al igual que su invitación a marcharme, y así lo hice, corrí rápido mientras el viento soplaba con fuerza sobre mi rostro, adentrándome en la oscuridad de las estrechas callejuelas.

                                             Atravesé sigilosamente aquellas calles poco transitadas, y elevé mi mentón, posando mis ojos sobre aquel cielo estrellado culminado por una hermosa luna llena que me invitaba a liberar mi bestia interior. Aminoré la marcha al oír el silbido del viento acompañado por una hermosa melodía de lo que debía de ser un piano de cola algo desafinado pese a las habilidosas manos que lo tocaban, y sintiéndome hechizada por la mágica melodía mis pies se detuvieron solos bajo aquel viejo ventanal de dónde escapaban aquellas fugaces notas.

                                            El maullido de un gato callejero hizo que el hechizo que la melodía ejercía sobre mi se rompiera, y a causa del frío, el hambre y el cansancio, mi cuerpo se desfalleció sobre el duro asfalto de piedras irregulares.

                                             

                                            Anacleto

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                                            KKp9iOP.jpgXjXIKb6.jpgLFDVsey.jpg26YRNnv.jpgSPTwTKY.jpgco8Kgqc.jpgBiUGrqs.jpg51lNEhs.jpg

                                            Celestina

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                                            Eliodoro

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                                            Opción de relato C : La máscara de ma muerte roja

                                            Spoiler

                                            La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora.

                                             

                                            Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a su lado a mil caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica construcción y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente aprovisionada. Con precauciones semejantes, los cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto era una locura afligirse. El príncipe había reunido todo lo necesario para los placeres. Había bufones, improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja.

                                            Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia.

                                            Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitan que antes les describa los salones donde se celebraba. Eran siete -una serie imperial de estancias-. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta metros había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda, en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y la paredes, cayendo en pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un color de sangre.

                                            A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero cuyos rayos se proyectaban a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que a través de los cristales de color de sangre se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta y tres mil seiscientos segundos del Tiempo que huye, el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el desconcierto, el temblor y la meditación.

                                            Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban especialmente sensibles a los colores y sus efectos. Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de que no lo estaba. El príncipe se había ocupado personalmente de gran parte de la decoración de las siete salas destinadas a la gran fiesta, su gusto había guiado la elección de los disfraces.

                                            Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y atuendos incongruentes, veíanse fantasías delirantes, como las que aman los locos. En verdad, en aquellas siete cámaras se movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y aquellos sueños se contorsionaban en todas partes, cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de sus pasos.

                                            Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados, rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se pierden -apenas han durado un instante- y una risa ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose al pasar por las ventanas, por las cuales irrumpen los rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre; aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para aquél cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la lejana alegría de las otras estancias.

                                            Congregábase densa multitud en estas últimas, donde afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la fiesta en su torbellino hasta el momento en que comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho, y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y como antes, se produjo en todo una cesacion angustiosa. Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en mayor número las meditaciones de aquellos que reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y quizá también por eso ocurrió que, antes de que los últimos ecos del carrillón se hubieran hundido en el silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta entonces no había llamado la atención de nadie. Y, habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva presencia, alzóse al final un rumor que expresaba desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y repugnancia. En una asamblea de fantasmas como la que acabo de describir es de imaginar que una aparición ordinaria no hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en cuestión lo ultrapasaba e iba incluso más allá de lo que el liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin emoción. Aún el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes parecían sentir en lo más hondo que el traje y la apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba el rostro se parecía de tal manera al semblante de un cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se habría visto en dificultades para descubrir el engaño. Cierto, aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así como el rostro, aparecían manchados por el horror escarlata.

                                            Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero inmediatamente su frente enrojeció de rabia.

                                            -¿Quién se atreve -preguntó, con voz ronca, a los cortesanos que lo rodeaban-, quién se atreve a insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apodérense de él y desenmascárenlo, para que sepamos a quién vamos a ahorcar al alba en las almenas!

                                            Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias, pues el príncipe era hombre temerario y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.

                                            Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo hablado, los presentes hicieron un movimiento en dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y cuidadoso. Mas la indecible aprensión que la insana apariencia de enmascarado había producido en los cortesanos impidió que nadie alzara la mano para detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a un metro del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió andando ininterrumpidamente pero con el mismo y solemne paso que desde el principio lo había distinguido. Y de la cámara azul pasó la púrpura, de la púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta a la blanca y de allí, a la violeta antes de que nadie se hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe Próspero, enloquecido por la ira y la vergüenza de su momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra, y el príncipe Próspero se desplomaba muerto. Poseídos por el terrible coraje de la desesperación, numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero, al apoderarse del desconocido, cuya alta figura permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta rudeza habían aferrado no contenían ninguna figura tangible.

                                            Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno por uno cayeron los convidados en las salas de orgía manchadas de sangre y cada uno murió en la desesperada actitud de su caida. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo.

                                             

                                            Filomena

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                                            Mucha suerte a todos los participantes!! Ante todo debo felicitaros ya que habéis logrado representar los relatos de forma muy acertada y se nota que habéis dedicado tiempo y esfuerzo :')):frantics:

                                            A Melohee, JaiSims and artSIMtect les gusta esto

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                                              3 Celestina

                                              2 Filomena

                                              1 Casimira

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                                                Casimira - 1 punto

                                                Eliodoro - 2 puntos

                                                Celestina - 3 puntos

                                                *Aplausos*

                                                 

                                                He de decir, que mis 2 y mis 3 han estado muy reñidos, no lo he tenido claro hasta el último momento.

                                                Y una vez repartidos los putos, puedo afirmar que nadie lo ha hecho mal, y todos han tenido algo positivo. Y para rematar, que es muy difícil emitir votaciones (siempre he querido decir esa frase).

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                                                  Todos me gustaron, gran trabajo por parte de mis compañero. Les deseo suerte ;)

                                                   

                                                  3- Filomena

                                                  2- Celestina

                                                  1- Eliodoro

                                                  Editado por Despeinado
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