Saclae

♣♠Legacy Alt. Redirok♠♣ •2ª Gen: Sacrificio• ★ Capítulo 19. La vida sin ella.


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¡Hola a todos! Hace poquito tiempo (relativamente xD), que conozco la existencia de AS porque unos amigos míos publican sus historias e incluso trajeron un reto de nuestro foro aquí. Además, sé que tuvieron problemas y que los administradores les trataron muy bien y que hay buen ambiente en el foro, así que me he decidido a publicar mi Legado Redirok para todo aquel al que le guste la magia y las historias raras :P

En el foro al que pertenezco ya van por la 7 gen pero aquí los iré publicando poco a poco y dependiendo de varios factores =) Por ejemplo, al comienzo publicaré tres capítulos seguidos y después iré espaciando los tiempos (a no ser que haya lectores que quieran que ponga más). De todas formas, cualquiera que quiera leerlos en su totalidad y sin esperas puede hacerlo aquí ^^

¡Sin más, os dejo con el resto de presentación y espero que todo aquel que los lea los disfrute mucho!

FAMILIA REDIROK

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CONSEJOS PARA LA LECTURA DEL LEGADO:

Un detalle muy importante que debes tomar en cuenta es la temática del propio legado. Si bien se trata de un legado de temática fantástica, en él aparecen cuestiones propiamente humanas como el amor, el odio, la venganza, la unidad... Esto significa que el vocabulario de sus personajes se corresponderá con la personalidad de cada uno pudiendo, en algunos casos, sonar grosero o agresivo, sin llegar a los extremos de que nadie pueda sentirse insultado u ofendido. Del mismo modo, los personajes se relacionan y entrelazan entre sí por su carácter de historia, lo que hace que en ocasiones se ilustren estas relaciones con imágenes sin llegar a ser explícitas u ofensivas. Por todos estos motivos y, bajo estas advertencias, si lees el Legado Redirok será bajo tus criterios y porque aceptas todo lo que aquí se ha expuesto. Dicho esto, ¡disfruta de la lectura!
REGLAS QUE SIGUE EL LEGADO:
♣ La historia estará contada en primera persona (corresponderá al fundador y sucesivos herederos) y también en tercera persona para facilitar el entendimiento de la misma.
♣ No habrá ningun rasgo visible que sea obligatorio heredar pero todos los heredores deben ser brujos.
♣ La elección de los herederos sera personal mía y me guiaré por el que haya conseguido ganarse mi cariño o me parezca que va a ser crucial en la historia. Si tengo algun momento de confusión entre los posibles herederos, se eligiran mediante encuesta. (No quiero sentirme culpable si no he elegido a uno o a otro jaja)
♣ Las imagenes tendrán mucho que ver con los personajes. Dependiendo como sean o no, puede que sean más o menos sugerentes. (SIN LLEGAR A EXTREMOS!) Mi intención es que lo pueda leer todo el mundo xD.
♣ Si a alguno de nuestros queridos brujos se les ocurre la genial idea de rejuvenecerse y caen en esa tentación, su heredero pasará inmediatamente a ser el que continúe la historia.
♣ Si he tenido que hacer algun cambio por algun bug que se presente, evidentemente lo informaré.
♣ Por último, es probable que la casa inicial del legado no sea la casa final. Pero bueno, ya veremos como se desenvuelve esa cuestión.
Este primer post incluirá los capítulos y la información del legado. Los brujos elegidos serán inmortalizados en sus propios cuadros.
Para todos aquellos a los que le gustan los Redirok u otras historias de sims que escribo tenemos un grupo en el facebook llamado Sims de Fantasía. Solo hay que enviar petición, si se quiere entrar, y decir de qué foro se procede y con que usuario para ubicarme y saber quiénes sois.

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❊ ★ 1ª Generación: Brujería ★ ❊

✥Capítulo 1. Vastid, la hija diferente.

✥Capítulo 2. Las cosas no son tan sencillas.

✥Capítulo 3. Imágenes de un tiempo atrás.

✥Capítulo 4. Conversaciones pendientes.

✥Capítulo 5. Confesiones.

✥Capítulo 6. Seamos pareja.

✥Capítulo 7. El Rey de los bosques y el parto mágico.

✥Capítulo 8. Sí, si quiero.

✥Capítulo 9. El secreto de Laik.

✥Capítulo 10. Laik, el licántropo.

✥Capítulo 11.Una familia demasiado normal.

✥Capítulo 12. Adiel.

✥Capítulo 13. Lo mágico y lo normal unidos en un mismo lugar.

✥Capítulo 14. Unos se quedan y otros se marchan.

✥Capítulo 15. ¿Quiénes te rodean, Adiel?

✥Capítulo 16. Siempre estarán ahí.

✥Capítulo 17. La elección de Adiel.

✥Capítulo 18. Adios, Vastid.

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❊ ★ 2ª Generación: Sacrificio ★ ❊

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    Capítulo 1. Vastid, la hija diferente.

    Capítulo 1. Vastid, la hija diferente.

    Brujas... Brujas... Quizá todavía haya alguna que se pregunte el porqué de nuestra mala fama. Mmm... ¿En serio? Si de verdad me encontrase con alguna bruja que se hiciese esa pregunta, no tendría nada mas que enseñarle mi familia y, seguramente, la misma que pregunta esa tontería sería igual que ellos. ¿Que quién soy yo? Soy Vastid Redirok y sí, soy una bruja.

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    ♣Nombre: Vastid Redirok
    ♣Rasgos: Recolectora, dotes culinarias innatas, amante de los animales, gruñona y carismática.
    ♣Música favorita: Ondas oscuras.
    ♣Comida favorita: Torta de patata y trufa.
    ♣Color favorito: Púrpura.
    ♣Signo zodiacal: Aries.
    ♣ Deseo de toda la vida: Maestra de la alquimia.

    No os hagáis lios pensando que soy una bruja convencional. De hecho, creo que por mi manera de hablar podéis ver que no estoy muy satisfecha de tener una sangre infestada de magia. Pero, es lo que hay. Me crié en una casona en un pueblo del que no diré el nombre. Ese pueblo y esa casa ya estan lejos de mí y de mi nueva vida.
    En realidad, el haberme criado rodeada de brujas hizo que desarrollara el gusto por buscar y coleccionar cosas, por la cocina... bien, no nos mintamos, por el caldero más bien. Aunque también he de decir que más que tocar yo el caldero, a eso se dedicaban mi madre, mis hermanas y mis tias. Yo... era simplemente y muy a menudo el juguete con el que experimentaban. En aquellos tiempos, los animales fueron mis únicos confidentes e hicieron que creciera en mí un gran carisma. A pesar de ello, la vida de las brujas no evitó el rasgo que más me define. El de gruñona.

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    Sí, soy gruñona ¿Y qué? Os aseguro que si hubierais nacido en una familia de brujas también lo seríais. El escuchar siempre su música oscura al final hizo que me acostumbrara a ella y que incluso me gustase. ¿Gusanos, arañas e intestinos de murciélago? ¡Esa comida me repugnaba! ¡Yo quería ser una persona normal! Y por ello, comía y como solamente comida normal. Mi favorita es la torta de patata y trufa. Mi color es el púrpura aunque no sea una bruja malvada como la gran mayoría. ¿Mi signo? ¡Aries! No podía ser otro, puro fuego y puro carácter.

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    Cuando consideré que había madurado lo suficiente, y creerme, eso ha sido seguramente mucho antes de lo que podréis hacerlo vosotros, decidí escapar del destino que me deparaba aquella casona. ¿Ser una bruja malvada? ¿Realizar pócimas para dañar a la gente? ¿Usar el sufrimiento de los demás para acrecentar mi poder? No, eso no era lo mío. Sería una bruja, sí. Pero viviría como una persona normal durante toda mi vida. (O eso creía) El caso es que me mudé a Moonlight falls. A pesar de no gustarme mi condición de bruja, no podía negar que el ambiente sobrenatural causaba en mí un placer indescriptible.

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    Mi nueva casa no se parecía en nada a la enorme casona de mi familia. Por eso me gustaba. No era grande pero tenía lo necesario para sobrevivir.

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    Lo primero que me decidí a hacer en aquel nuevo hogar, era explorar todo el pueblo. Y, por mucho que no te guste ser bruja, nunca hay que negar que serlo tiene sus ventajas. ¡Adoro el viento en el rostro cuando vuelo en mi fiel escoba! Es una escoba vieja porque ha sido heredada y a mí siempre me dejaban lo más andrajoso, pero algún día me compraré una nueva y más veloz.

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    Sorprendentemente, en aquel pueblo había una tienda de alquimia. La alquimia es algo que me apasiona. Buscar objetos, coleccionarlos y mezclarlos para crear nuevas cosas es simplemente genial. En aquella tienda de alquimia había un puesto de alquimistas y yo... Bueno, digamos que no pude resistir la tentación de leer un poco. Algún día también tendría mi propio puesto de alquimia y sería una gran alquimista. ¡Algún día! Y cuando ese día llegase... Convertiría a toda mi familia en los asquerosos sapos en los que ellos habían transformado a tanta gente inocente.

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    Cuando regresé a casa, me di cuenta de que si quería vivir medianamente normal, debía tener un trabajo. No solo porque es lo que hacían el resto de los mortales, sino porque también me sería necesario el dinero para vivir.

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    Así, concentrandome en los trabajos que venían en el periódico local, me decanté por el puesto que ofrecían en las instalaciones científicas. Supongo que después de haber sido toda mi vida un sujeto de experimentos, aquello no me supondría mucho esfuerzo y pronto ascendería.

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    Una vez decidido mi nuevo trabajo, me indicaron que comenzaría al día siguiente, por lo que aproveché un rato para practicar mi magia. La verdad es que mi magia estaba bastante atrofiada debido a mis incesantes negativas a practicarla con sujetos inocentes. Allí, en la soledad de mi nueva casa podía practicar y jugar... Jugar con la magia como nunca había podido hacerlo de niña.

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    Ya anocheciendo me dispuse a hacerme la cena. No quería tener problemas el primer día, asi que me decanté por hacerme una ensalada. Total, había sido mi primer día en Moonlight Falls y había sido tan mágico que apenas tenía hambre.

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    Después, cuando la noche ya se cerraba, quise leer el periódico más detenidamente. Antes, apenas lo había mirado para buscar trabajo. Leí las noticias del pueblo con cuidado, intentando aprender qué es lo que se llevaba en aquel lugar y qué tipo de humanos vivían allí. Al parecer no era la única extraña en Moonlight Falls... "Hada pelirroja gana el festival de las flores" "Boda de licántropos a la luz de la luna" "Ataque vampírico cerca del parque" "Cuide su jardín. ¡LOS ZOMBIS PODRÍAN DEVORAR SUS PLANTAS?" ¿Pero qué diantres? Estaba claro que no me iba a aburrir en aquel lugar.

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    Pero bueno, era tarde y mañana tenía que asistir a mi primer día de trabajo... ¡Uf! ¡Qué pocas ganas! Pero, así debía ser. Me di las buenas noches a mí misma y a la soledad mientras me acostaba en mi nueva y poco cómoda cama. ¡Que grata se me hacía su compañía!

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      Capítulo 2. Las cosas no son tan sencillas.

      Capítulo 2. Las cosas no son tan sencillas.

      Llegó la mañana y, aunque me acosté cuando yo consideraba temprano, lo cierto es que lamentablemente soy un poco marmota y eso hizo que me levantara muy justa de tiempo. Nada más levantarme me duché. ¡Qué desagradable sensación! ¡El agua tan fria! ¡Y tan temprano! De esta seguro que salgo con una pulmonía, pero no podía ir sucia mi primer día de trabajo. Luego, miré el reloj. Las 7. El coche del trabajo vendría a recogerme a las 8, así que no me daba tiempo a prepararme unos gofres tal y como tenía planeado. Abrí la nevera y de ella salió un olor frío. Un olor entre barato y vinagroso. Miré y la ví... La ensalada que había sobrado de la cena. Toda mustia, bañada en el aceite y el vinagre y con un aspecto realmente asqueroso. "¡Peor son las arañas Vastid! ¡Peor son las arañas!" me dije y acto seguido saqué la ensalada y me puse a comerla lo más rápido que pude.

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      ¡Qué asco! ¡Pero qué asco! ¡Qué horriblemente mala estaba aquella ensalada! No solo sabía al aliño concentrado del día anterior, sino que estaba helada y además el olor y el sabor de los demás alimentos de la nevera se habían impregando en ella. Tenía que comprarme una nevera nueva. Tenía que comprarme tantas cosas nuevas que ya me estaba deprimiendo. Pero bueno, cuando acabé de comer, fregué el plato y me lavé los dientes. Cuando volví a mirar el reloj eran las 7 y 30, por lo que me podía permitir ver un poco la televisión antes de vestirme e irme.

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      Cuando puse la televisión, lo primero que comprobé es que solo tenía tres canales. ¡Genial! ¡Tres miseros canales! De deportes, que me gusta el fútbol pero no es para estar todo el día viendo noticias deportivas, de niños, que pfff... En serio, ¿alguien me ve viendo muñequitos rosas y azules mal hechos para pasar el rato? Y por último, un canal que se llamaba planeta acción. Ahí solo daban películas de acción y tiros. Nada de canales de documentales, ni de series interesantes, ni de nada. En fin, me decanté por "Planeta Acción" y allí estuve viendo tiros hasta que tocó vestirme porque el coche del trabajo ya llegaba.

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      Como veréis, el atuendo que tengo que llevar al centro científico me da un aspecto de mendiga que no se puede con él. Llevo esta ropa y voy descalza porque así me lo exigieron por telefono. "Ven con ropa oscura y cómoda" me dijeron, "Ah y ven descalza". ¿Descalza para qué? En serio, yo seré una bruja, pero los humanos son mucho más extraños que yo y eso, os lo puedo asegurar.

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      Así que bueno, después de bajar por las escaleras de madera (con cuidado no hubiese una astilla y ya fuera lesionada a trabajar el primer día), me subí al coche, en el asiento del copiloto. El hombre que me llevaba a trabajar era un hombre sencillo y agradable. Y ahí me dije que no todo tenía por qué salir mal. Pero... ¡Cuánto me equivocaba! Fue llegar al trabajo y lo primero que hicieron fue meterme en una sala. Un "científico" me dijo que me tenía que quitar la ropa excepto la ropa interior, dentro de la cual, ¡curiosamente!, no entra el sujetador. Por supuesto me quede en bragas y sujetador. A mí ese no me veía el pecho porque no me daba la gana. Cuando llegó y me vio, me dijo que era necesario que me lo quitara porque debían ponerme unos parches en todos los extremos del cuerpo... Nariz, dedos de manos y pies... Y claro, los pezones tanto de hombres como de mujeres pues también se consideraban extremos. Me puse roja de ira. ¡Pobre osado! ¿Me venía a mí contandome esos cuentos? Yo no se usar mucho la magia, como ya os expliqué, y para su desgracia y no la mía... (por suerte), uno de los microondas que estaban en la estantería, se elevó y cayó sobre él, estampandose en toda su cabeza. Como es evidente yo me hice la asustada y me cambiaron a otra cabina en la que solo debía de tomar líquidos de distintos colores.

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      Después de aquella desagradable experiencia, cuando volvía a casa ya tenía bastante claro que aquel trabajo repugnante lo iba a dejar. Ni mis malignas tías habían intentado vejarme de aquella manera. ¡Era insultante y no lo iba a permitir!
      En eso pensaba cuando llegué a casa y vi unas cartas en el suelo. Bien, bien, bien... Hoy es el día de molestar a Vastid, ¿verdad?. ¿Qué qué eran? ¡Pues qué van a ser! ¡Las facturas que tenía que pagar! No llevaba ni dos días en aquel pueblo y ya me estaban cobrando... ¡INDIGNANTE!

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      Llena de rabia llamé al trabajo y dije que lo dejaba. Luego, busqué en el periódico y vi que necesitaban pitonisas. Era un trabajo muy de brujas pero... ¿Quién me va a negar que había humanos sin ningún tipo de poder que trabajaban ahí y, que además, estafaban a gente? Así que me convencí a mi misma de que tal vez con ese trabajo pudiera ayudar a la gente y lo acepté. Tendría que censurarme los gastos durante dos días porque hasta entonces no comenzaría a trabajar. En ese momento decidí dar un paseo nocturno y despejarme.
      El paseo me fue bien hasta que por el rabillo del ojo, mientras volvía a casa me pareció ver a alguien conocido...

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      "¡Qué, va! Vastid, no seas estúpida. Este día infernal te está haciendo ver cosas que no son. Vete a casa mejor." me dije y así lo hice. Aunque en lo más profundo de mi ser se encontraba un sentimiento que como si fuera una taladradora o un pájaro charlatán, me indicaba y me repetía que aquella persona que había visto era quien yo bien sabía.

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      Me fui a dormir y a intentar despejarme de aquel horrible día. Pero no pude dormir muy bien así que muy temprano me levanté y como no me apetecía hacer gofres y no estaba de ánimos tampoco para intentarlo, me fui a desayunar a la Taberba de Varg. En esa taberna te daban de comer gratis si demostrabas ser una, como ellos llamaban, "criatura sobrenatural". Yo solamente tenía que conjurar una manzana... un truco que lo hacemos desde bien pequeños los brujos. Y así, desayunaría gratis.
      No tardé mucho en llegar a la taberna y pedir el desayuno.

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      Y todo parecía ir bien. Altas horas de la madrugada, poca gente, ambiente acogedor... Hasta que el pajarillo charlatán de mi sentimiento volvió y con él, un molesto presentimiento. Me di la vuelta y allí lo vi. Otra vez él.

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        Capítulo 3. Imágenes de un tiempo atrás.

        Capítulo 3. Imágenes de un tiempo atrás.

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        Sí, se trataba de él sin lugar a dudas. Laik Aminous. El chico más famoso y más estúpido del pueblo del que provengo. No os dejéis engañar por esa sonrisa y ese aspecto amable. Es realmente un canalla y no quiero ni verlo. ¿Cómo puede estar aquí? ¡¿Cómo?! ¿Tan grande es mi mala suerte?
        Intenté ignorar su presencia y mis ojos se posaron en el chispeante y cálido fuego de la chimenea de la taberna. Sin darme cuenta, poco a poco me sumí en los recuerdos. Algo que no quería de ninguna manera, pero que sin embargo, acabó afectándome como si se tratara de un potente sedante.

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        Para mi desgracia, conozco a Laik desde que tengo uso de razón. Yo era una niña solitaria por el tipo de vida que llevaba. Me gustaba quedarme a solas en el jardín de la casona y contemplar los pájaros que canturreaban sin preocupaciones... ¡Qué felices eran! ¡Y cuánta envidia tenía de su libertad!
        Muchas veces escuchaba a los demás niños correr detrás de la valla, y aunque fuera por un solo momento, me hubiera gustado sentirme igual que ellos. Sentirme igual de normal.
        Esta idea cambió rotundamente cuando Laik hizo su aparición por primera vez. En las primeras ocasiones, se quedaba al lado de la verja y me observaba. Me observaba, se reía y se iba. Esa era su rutina.

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        Yo le ignoraba. Prefería mirar los insectos que jugaban entre las flores a verle su siempre ancha sonrisa riéndose de mí. Así paso el tiempo hasta que un día se le ocurrió la genial idea de venir a hablar conmigo. Saltó la verja y se acercó. Y... entonces, me puse muy nerviosa. Si mi madre y mi tía, que estaban en ese momento dentro de casa, le veían, seguro que lo convertirían en un sapo asqueroso ¡o peor! lo desintegrarian en cenizas.
        A mi no me gustaba el sufrimiento ni el mal ajeno, por lo que mi primera reacción fue echarle sin miramientos.

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        Vastid-¡Oye tú! ¿Qué haces en mi casa? Aquí está prohibida la entrada a los extraños. ¡Lárgate! ¡Eres un irrespetuoso!
        Laik-¡Ey, ey, ey! ¡Qué carácter! ¡Si solo quería hablar contigo!
        Vastid-¿Ah, sí? Pues yo no quiero hablar contigo. ¡Que te larges te he dicho!

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        Laik-No me extraña que estés siempre tan sola. ¡Eres insoportable! Además, ¿Qué te he hecho? Sí solo he venido a hablarte y preguntarte si te apetece jugar conmigo y con mis amigos.
        Vastid-Pues si estoy sola es mi problema. ¿Entiendes? ¡Nadie te ha preguntado tu opinión! Y no, no quiero jugar contigo ni con tus amigos.
        Laik-Pues allá tú. No pienso perder más mi tiempo con una amargada. ¡Ala, quédate ahí sola con las flores y los bichitos! ¡Tonta, que eres tonta!

        Cuando Laik dijo aquello y se fue corriendo, mi enfado aumentó considerablemente. ¿A quién diablos llamaba tonta? ¡Se iba a enterar! Iría con él y jugaría con su grupo de amigos. ¡Les ganaría a todo! ¡A todo! Así ese niño irrespetuoso tendría que cerrar la boca.
        Eché a correr detrás de él pero pronto me detuvo aquella voz...

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        Madre de Vastid-¡VASTID! ¿A dónde demonios te crees que vas? ¡Ven aquí ahora mismo!
        Vastid-Pero Madre... Yo... bueno... mmm... Iba a salir un rato...
        Madre de Vastid-¿Y quién te ha dado permiso?
        Vastid-Nadie...
        Madre de Vastid-Entonces, ¡Entra en casa!

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        Y así lo hice... Entrar de nuevo en aquel infierno en vez de casa. ¿Y qué podía hacer? Solo era una niña y mi madre era una bruja poderosa. Mis constantes negativas a hacer lo mismo que el resto de mis hermanas le habían llevado a tratarme con desprecio. Estoy segura de que si hubiera desobedecido, no le hubiera importado convertirme en un montón de polvo. Además, tenía el respaldo de mi tía Lys y eso me daba aún más terror.
        Aquella tarde fue una de las peores para mí... Me obligaron a ser testigo de un conjuro en el que invocaban una presencia maligna horrible y como yo era la débil, mi madre me castigo convirtiéndome en una rata. El hechizo solamente se deshizo por la noche. Y lloré. Lloré mucho por culpa de aquel estúpido niño. Todo había sido por su culpa.

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        Y no os creáis que en mi adolescencia las cosas fueron diferentes. Laik tenía un grupo considerable de amigos y solían estar todo el día por el pueblo. A mí, como era más mayorcita y me habían dejado por imposible, me dejaban salir un rato por las tardes.
        Me gustaba sentarme en el parque y leer mis libros. Al menos con la lectura podía viajar a otros lugares. Pero claro, no podía estar un rato tranquila porque cuando creía que lo había conseguido, llegaba Laik con su grupejo de amigos a fastidiarme.

        Laik-¡Vaya, vaya! ¿Pero a quién tenemos aquí? ¡Si es la gruñona del pueblo! ¿Cómo es que hoy has salido de tu cueva?
        Chica rubia-¡Ba, déjala Laik! ¿No ves que sus papás le van dejando salir con la edad? ¡Cuando tenga 50 años ya podrá salir toda la noche! Ahora solo puede una horita por la tarde...
        Vastid-...
        Laik-Si... No sé, tal vez deberíamos hacer que venga con nosotros. ¡No sé! ¡Lo mismo así aprendía a divertirse en vez de ser tan amargada! ¡Jajaja!
        Chica rubia-¿Qué? ¿Venirse con nosotros? ¿¡Cómo se va a venir con nosotros esa payasa!? ¡No fastidies!

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        ¿Payasa? ¿A quién había llamado payasa aquella estúpida? Sin decir nada, me limité a cerrar mi libro y me acerqué a ella. Ella no se echó hacia detrás pero mirándola fijamente le pregunté intentando disimular mi enfado lo mejor que pude.

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        Vastid-¿Perdona? ¿A quién has llamado payasa?
        Chica rubia-¿Y aún lo preguntas? ¡Pues está claro que a tí, payasa! ¡Oh espera! Con lo fea que eres debería llamarte mona fea. ¡Mona fea y peluda!

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        Aquella boba no sabía la que se estaba buscando. La miré de arriba a abajo y en mi interior me dije que no valía la pena gastarse con semejante palurda. Pero claro, la tipeja no hacía más que burlarse, así que sentí que estallaba. No quería usar ningún tipo de poder mágico porque siempre me había negado a usarlo en contra de la gente, pero si que podía usar algo más humano y que seguramente recordaría toda su miserable vida.

        Vastid- ¿Así que mona fea, eh?

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        Vastid-Pues a ver a qué tipo de monstruo te pareces tú con la cara cruzada, estúpida.

        El bofetón fue tan sonoro que llamó la atención de todos los que estaban en el parque. La chica se quedó con la cara roja y la marca de mis cinco dedos atravesándosela. Me miró con ojos llorosos llenos de odio. ¿Qué se pensaba? Yo era Vastid y era única. Ninguna niñata se iba a reir de mí e irse como si nada. ¡Y qué diera gracias porque no fuera como mi madre o mis tías!

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        Me di la vuelta para irme y entonces vi como Laik se reía de lo que había ocurrido. Aquel niñato iba de machito y listillo. Y yo, ya que había discutido con una de sus amigas, no me importaba tener otra discusión y dejar las cosas bien claras con él.

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        Vastid-Que sepas que el único payaso que hay en este pueblo eres tú. Tienes suerte de estar rodeado de estúpidas que te bailan el agua porque creen que eres el más famosillo. Pero realmente eres una basura de persona. ¿Me has oído? ¡Eres una basura! Podrás presumir de tener muchas chicas a tu alrededor, pero todas son unas moscas. Y ya sabes, las moscas van al olor de la mierda. ¡Imbécil!
        Laik-¡Ey, tranquilízate! ¡Espera, no te vayas así!

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        Pero yo ya me había marchado. Me fui a la casona y sin decir nada subí al baño para limpiarme las lágrimas que eran fruto de la tensión que había pasado. Me quería ir. ¡Me quería ir de allí! ¡Yo no era como esa gente del pueblo! ¡Yo era distinta!
        Me sentía dolida y humillada. Humillada por todo el mundo. Aun recordaba aquellos ojos azules y fugaces de Laik taladrándome el alma con su mirada burlona. Y también estaban los maltratos de mi familia brujeril. ¡Qué desgraciada era!
        Y así pensaba hasta que escuché una voz que no me resultaba nada agradable.

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        Lys-Mmm así que estás aquí... Parece que traes mala cara.
        Vastid-...
        Lys-¿No me vas a contar lo que te ha pasado? Soy tu tía. A mí me puedes contar todo.
        Vastid-A tí jamás te contaría nada.
        Lys-¡Jajaja! Siempre tan insolente... Bueno, aun así tienes suerte de que sepa lo que te ocurre.
        Vastid-¿Tú que vas a saber?
        Lys-Sé que has tenido una pelea en el parque... Y que se han reido de tí todos... Aunque eso de usar la mano como arma no ha estado nada mal.

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        Vastid-¡¿Me estábais espiando?!
        Lys-Digamos que...solo nos preocupamos de tu bienestar.

        Cuando mi tía pronunció aquellas palabras, hizo su peculiar gesto de lamerse los dientes. Un gesto que me aterraba y a la vez me desquiciaba.

        Vastid-Déjame en paz, tía Lys. Te lo pido por favor.
        Lys-Querida... Es cierto que nos preocupamos por tí. Fíjate, si tan solo atendieras a lo que te enseñamos... Si no te negaras tanto a aprender los maleficios que con toda nuestra buena intención, intentamos transmitirte, no se hubieran reido de tí. Imagínate a esa niñata ardiendo en medio de la plaza y los ojos de todos mirándote con respeto.
        Vastid-Con terror querrás decir.
        Lys-Terror, respeto... ¿Qué más da? El caso es que nadie volvería a meterse contigo. Tu serías grandiosa y eterna... Solamente acepta nuestras enseñanzas y déjate llevar por la oscuridad.

        Fue en aquel momento cuando me di cuenta del tono que estaba tomando la conversación. Me giré con rabia, esta vez decidida del todo a irme de aquel lugar para siempre. Miré a los terribles ojos de mi tía y me negué en rotundo. Ese es el recuerdo más nítido que tengo.

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        Vastid-¡Jamás seré como vosotras!

        Mi tía Lys entornó los ojos y sin decir nada desapareció en la oscuridad. Al día siguiente, la chica rubia que había discutido conmigo, apareció muerta en su cama. Su cuerpo estaba consumido y arrugado, como si le hubieran absorvido el alma y yo, sin poder decir nada, sabía que esa era la manera de actuar de mi tía Lys. Cuando me fuera, dejaría de ver todo aquel horror.

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          Capítulo 4. Conversaciones pendientes.

          Capítulo 4. Conversaciones pendientes.

          Después de estar mirando el fuego un rato, noté un rumor que parecía llamarme. Era como una vocecilla lejana que cada vez se iba haciendo más fuerte. Cuando quise prestar atención a aquella vocecilla, ya se encontraba prácticamente detrás de mí y, cuando me giré y vi a Laik mirándome me sobresalté de tal manera que me levanté como un resorte mientras le miraba incrédula.

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          Laik-¿Vastid? ¡Ajá! ¡Sabía que eras tú!
          Vastid-¿Qué, cómo? No sé de que me habla, ni sé quien es usted. (Intenté disimular a ver si este moscón pesado se iba fuera de mi vista rápido.)
          Laik-¿Eh? ¿Cómo que no sabes quien soy? ¡Soy yo, Laik! ¡Somos del mismo pueblo! Y no me vengas a decir que no eres Vastid... Reconocería ese pelo negro azabache con reflejos morados en cualquier parte. Anda, no te hagas la tonta.
          Vastid-¡No soy tonta, maldito moscón!
          Laik-¡Jajaja! ¿Lo ves? Ese carácter es inconfundible... ¿Como estás, Vastid?

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          De acuerdo, ya no había motivos para fingir. Estaba claro que Laik sabía perfectamente quien era. Así que era mejor mandarle lejos directamente y dejarme de rodeos.

          Vastid-Mmm... A tí no te importa cómo esté. ¿Qué haces aquí? ¿Qué demonios haces en Moonlight Falls?

          Laik se quedó mirándome fijamente, lo que me resutó bastante incómodo y luego con total naturalidad continuó hablando.

          Laik-Bueno, necesitaba independizarme... Ya no soy un crío y el pueblo no me ofrecía muchas oportunidades de ascender en mi vida. Por otra parte, desde que ocurrió lo de Lisa, no te volví a ver. Un día fui a tu casa y pregunté por tí a tu madre...
          Vastid-¡¿A mi madre?! ¡¿Estabas loco o qué?! ¿Cómo pudiste arriesgarte así despues de que yo...? (Demasiado tarde, Vastid. Eso lo has dicho en alto y por su cara, está claro que te ha oído.
          Laik-Sí tu madre... ¿Qué ocurre? Es una mujer muy amable. Me indicó sin problemas tu paradero. Me dijo que habías venido a Moonlight Falls a buscarte la vida. ¡Por cierto! ¡Qué bien se conserva! Parece que los años no pasan para ella.
          Vastid-Necesito comer algo...

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          Laik-¡Oh, espera! ¿Quieres un vaso con agua? Estás muy pálida... Más de lo que tu eres, naturalmente. No creas que te estoy...
          Vastid-Lo que quiero es que te alejes de mí. Ni te acerques.
          Laik-¡Vale, vale! Joder, Vastid, ¡Qué carácter te traes! ¡Siempre igual! A patadas me tratas cuando no te hago nada.
          Vastid-¿Qué no me haces nada? Bueno... mejor me callo. Dime, ¿En serio te dijo mi madre que yo estaba en Moonlight Falls? ¡No me mientas! ¿Eh?
          Laik-¡Pues claro, Vastid! ¡Claro que no te miento! Me lo dijo ella. A no ser que no sea tu madre... Pero vamos, el pelo lo tenía igual que tú, nada más que recogido en una larga trenza hacia detrás y lo demás suelto. Igual de blanca... labios rojos y ojos penetrantes y morados...
          Vastid-Sí, sí... Era mi madre. Así que saben que estoy aquí... (Pues claro, Vastid. Ni siquiera yo misma me creía que mi madre y mis tías no sabrían nunca más de mi existencia. ¡Eran brujas, por el amor de Dios! ¿Qué no iban a saber ellas?)

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          Laik-¿Te encuentras bien? Oye, no tienes por qué estar tan a la defensiva conmigo... No vengo a molestarte, ni nada de eso.
          Vastid-¿Por qué has venido aquí? ¿No tenías otro sitio a donde ir que venir justamente a donde me vine yo?
          Laik-Bueno, me gustaba el ambiente de este sitio... Y además, me alegraba la idea de poder verte de nuevo. Hacía mucho tiempo que no te veía.

          Eh... ¿Me está tomando el pelo? A ver si ahora se va a inventar que vino a este lugar solo porque me vine yo. ¡Sería el colmo!

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          Vastid-Vete a tomarle el pelo a otra. Deja de decir tonterías.
          Laik-No, en serio. ¡No son tonterías! ¡Es cierto que te echaba de menos! ¿Tampoco eso me vas a creer?
          Vastid-Yo de ti, no me creo nada. ¿Te has olvidado que me has hecho la vida imposible todos estos años? ¿O no solamente tienes el cerebro, sino también la memoria de pez?
          Laik-¡Oh! Ya veo... Así que es por eso. Por eso siempre eres tan amarga conmigo. Te recuerdo que quien me echó casi a patadas de su casa, fuiste tú. Tú, tú y tú. Nadie más. Y yo no iba con ninguna intención de molestarte, es más, quería que vinieses conmigo y los demás chavales del pueblo.

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          Vastid-Tenía que hacerlo. Tenía mis motivos. Así que deja de decir sandeces.
          Laik-¿Por qué? ¿Qué motivos podías tener? Vale, me colé en tu casa, pero fue con buena intención. ¡No se cómo te extraña que los demás chicos y chicas del pueblo te molestaran! Siempre sola, siempre leyendo, siempre concentrada... Sin hacer caso a nadie... ¿Por qué eras y eres así? ¡Porque eres una gruñona!
          Vastid-¡Porque soy una bruja! ¡Porque soy una maldita bruja! ¡Igual que mi madre, igual que mi tía e igual que todas las mujeres que se pasaban por esa casa! Y no, no es que me esté insultando. Soy una bruja realmente. De esas que vuelan con escoba. Y ya que estamos con cosas del pasado, te diré un secreto. Si no te hubiera echado de la casona, ahora mismo no estarías aquí. No entiendo cómo despues mi madre pudo tratarte bien. Algún maligno motivo tendría. Pero, créeme, si hubieran salido al jardín y te hubieran visto, te habrían echo cenizas.

          Laik se quedó un momento en callado. Parecía pensar una respuesta y a mí me estaba poniendo nerviosa con tanto silencio.

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          Laik-Bueno, se rumoreaba por el pueblo que tu familia era extraña... Sí tu me dices que sois brujas... tendré que creerlo aunque no sé...
          Vastid-Te enseñaría algún hechizo, pero no me da la gana. Y hablando de ello, esta taberna es para "criaturas sobrenaturales". ¿Cómo es que te han dejado entrar?
          Laik-Digamos que me colé como en el jardín de tu casa.(Dijo con una irritante sonrisa)Si tú dices que eres una bruja yo te creo y supongo... Que debo darte las gracias por "salvarme" de la ira de tu familia.
          Vastid-No me hacen falta agradecimientos falsos.
          Laik-No son falsos...

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          Vastid-Vete ya, Laik. Ya hemos hablado suficiente.
          Laik-No, aun no... También quiero pedirte perdón si alguna vez te hice sentir mal.
          Vastid-Demasiado tarde.
          Laik-Bien... parece que Vastid no está por la labor de dar su perdon a Laik, ¿verdad?
          Vastid-Exactamente... ¡Un momento! Y a todo esto, ¿Cómo narices sabes mi nombre? Si siempre me has llamado gruñona o cosas similares. Hasta ahora.
          Laik-¡Jaja! Mira, si me dedicas una sonrisa, no te diré gruñona por el momento y te contaré cómo sé tu nombre.
          Vastid-¡Ni hablar!
          Laik-Bueno, allá tú... Yo sé que tienes el gusanillo de la curiosidad peeeero... Si no quieres sonreir, pues nada. Además no te pedía algo taaan dificil.
          Vastid-Mmmm...(¡Maldito Laik! Bueno, ¿qué me podía pasar por sonreír un momento? Tome aire y con mucho esfuerzo sonreí falsamente.)¿Así te parece bien?
          Laike también sonrió, pero su sonrisa, al contrario que la mía, era amplia y sincera.
          Laik-Bueno... No la veo muy sincera... Pero es la primera vez que te veo sonreír, así que por esta vez, vale. La verdad es que tu nombre me costó lo mío descubrirlo. Indagué bastante acerca de cómo se llamaba la chica gruño... quiero decir, callada, del pueblo. Nadie sabía exactamente. Hasta que un día, una mujer que decía conocer a tu familia, me dijo que te llamabas Vastid. No quise desconfiar, pues era la única que me había dicho un nombre y para mi suerte, realmente es así como te llamas.

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          Vastid-Sería alguna clienta de mi madre. De esas que le compraban pociones... En fin, ya esta todo dicho. Me voy a mi casa que luego tengo que trabajar.
          Laik-¿Trabajar? ¿De qué?
          Vastid-¿A tí que te importa?... De pitonisa...
          Laik-¡Qué interesante! Iré algún día a que me eches las cartas, a ver que futuro me depara.
          Vastid-¡Ni se te ocurra pasarte por allí! Ya he tenido bastante con verte hoy aquí.
          Laik-¡Venga, Vastid! ¡No seas así conmigo! Mira, haré lo que sea para que no me veas como a un enemigo. Si me quieres creer me alegraré mucho, si no, bueno allá tú, pero en serio, quiero ser tu amigo. Siempre he querido serlo. Te tengo aprecio...
          Vastid-Menudas tonterías tiene que escuchar una de madrugada...
          Laik-Creo que tu trabajo es por la tarde ¿no? ¿Qué te parece que salgamos esta noche a tomar algo? ¡Invito yo! ¡En serio! Venga, déjame resolver los errores del pasado. ¡Vayamonos de fiesta!
          Vastid-¡Ni hablar! ¡¿Estás loco?!
          Laik-Venga, Vastid, por favoooor... Ya no estamos en el pueblo. Anda, deja que intentemos ser amigos. Si te hartas tanto de mí, juro que no te molestaré más con mi presencia.
          Vastid-Mm.. ¿De verdad? ¿Y no aparecerías nunca más?
          Laik-¡Lo juro!

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          He de reconocer que aquella idea no estaba nada mal. Solo tendría que soportarle un rato por la noche y, cuando fuera a casa, decirle que no soportaba su presencia y que cumpliera su promesa. ¡Era perfecto! ¡Me libraría de él para siempre!

          Vastid-Está bien, quedaremos para salir esta noche. Pero ya sabes, si no me gusta tu compañía... Te vas.
          Laik-Sí, sí... Tenemos mucho de que hablar. ¡Ah y ponte guapa! No vamos a ir a ningún lugar mindundi...
          Vastid-¿Guapa de qué? ¡Yo siempre estoy guapa!
          Laik-Me refiero a con ropa algo más elegante... Si quiero que no me veas como un enemigo, tendré que llevarte a un local decente.
          Vastid-¡Ag! Ya veré lo que hago... Bueno, me marcho ya. ¿A qué hora quiere quedar el señorito?
          Laik- A las 20:00 iré a buscarte a tu casa. ¿Me dices dónde vives?
          Vastid-Me estás hartando.
          Laik-¡Es necesario! Si no, ¿cómo te voy a buscar?
          Vastid-Fácil solución. Quedamos directamente en el local y ya.
          Laik-¡Eso es muy poco caballeroso! ¡Venga, Vastid!

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          Miré el reloj y ya eran casi las 6 de la mañana. Tenía que irme y descansar un poco para ir con la mente despejada en mi primer día como pitonisa. Así que, como tenía prisa, para suerte de Laik, le dí mi dirección. Él me confirmó la hora y se despidio de mí con una de sus sonrisas. Yo me fui irritada a mi casa. ¡Vaya mala suerte! Pero bueno, solo tendría que soportarle una noche más.

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            jajaja que mal genio tiene Vastid, con lo majo que parece Laik. Esta pareja van a terminar juntos, ya se ve. A ver que les depara el futuro a esta pareja.

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              ¡Hola Garfielz! ^^ Vastid sí... Es la bruja gruñona por excelencia. Se trae unos humos que, como se dice por aquí, hay que parirla para quererla jajajajaja Laik es un cielo pero, ya se sabe... Si te la hacen en el pasado, es probable que en el futuro te cueste perdonar ¿no? :P Sobre la pareja, ya se sabe los polos opuestos se atraen aunque no siempre las cosas sucedan como uno lo espera jaja

              ¡Muchas gracias por pasarte!

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                Aquí os dejo el capítulo de hoy ^^ Sé que publico a ritmo de un capi diario pero son bastante cortitos por ahora, así que creo que cualquiera puede leerlos en un plis plas si le gusta esta historia :P
                Siento que las imágenes no sean muy buenas, pero era la primera vez que hacía un legacy xD Conforme avance la historia irán mejorando jajaja


                Capítulo 5. Confesiones.

                Capítulo 5. Confesiones.

                El trabajo como pitonisa no me agradó mucho al principio. La verdad, eso de que te pongan a leer horóscopos claramente inventados, me resultaba una absoluta estupidez. Pero, increíblemente, había muchos que se lo creían. ¡Ni si quiera se daban cuenta de que se decía lo mismo tanto en Piscis, como en Sagitario!
                Por un momento, me sentí mal por estár engañando a la gente, pero luego me dije, que cuanto más ascendiera, podría ayudarles de verdad y eso me confortaba aunque fuera solamente un poco.
                Cuando salí del trabajo eran las 5 de la tarde. Me daba tiempo a comer algo, ducharme y relajarme antes de que viniera Laik a buscarme. Pero como siempre, la suerte no está de mi parte y yo no se quien fue el gracioso que se dedicó a destrozar los periódicos del jardín.

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                En casa, siempre me gusta estar cómoda. Así que siempre suelo ponerme el pijama y deshacerme de todo el traje que debo llevar día a día. ¡Y esta vez menos mal que lo hice! El wc comenzó a dar problemas.... Y ahí estaba Vastid. Como una idiota desatascándolo. ¡Por favor, qué asco! Me habían timado con aquella casa... Estoy segura. ¡Las tuberías no daban más que problemas!

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                Después de desatascar el wc, ducharme y comer, me relajé un poco viendo la minitelevisión hasta que llegó Laik. Había llamado a un taxi porque aún no tenía coche propio y la verdad es que estaba muy elegante. Yo me puse una túnica de bruja. ¿Que se esperaba? ¿Un vestido carísimo y finísimo? Nunca había tenido dinero para ropa, ni mi familia se había gastado mucho en mí. Así que este vestido es el típico de una bruja, diseñado por mí y para mí.

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                El local al que me llevó Laik, se llamaba la "Sala Terciopelo Rojo". Con ese nombre, lo primero que pensé, es que aquel estúpido me había llevado a un club de alterne pero, al entrar, descubrí con alivio que no se trataba de eso. Era un local con música y un ambiente muy nocturno, pero nada de mujeres u hombres desnudos de un lado para otro. Es más, la gente iba bien vestida. Laik, por otro lado, iba detrás de mí y en silencio. No había dicho mucho cuando vino a recogerme y pensé que tal vez mis palabras le podrían haber ofendido aquella madrugada. Solamente iba a estar con él un rato y ya no le volvería a ver más, por lo que hice un esfuerzo para que no fuera demasiado desagradable para ambos e intenté ser por un momento "simpática".

                Vastid-Vamos, Laik. Vamos a tomar algo. Tengo sed... ... ¿Tú no?
                Laik-Un momento, Vastid... Voy a salir un momento, no tardo nada. Tengo que mirar una cosa... Ves pidiendome una copa, ¿te parece?
                Vastid-¿Una copa? ¿Crees que soy tu sirvienta?
                Laik-Bueno, está bien. Ahora cuando vuelva me la pido yo.

                Hmmm... Qué serio estaba... No se parecía en nada a la actitud que había tenido esta mañana.

                Vastid-Mmm... Está bieeeen... Cordialidad ante todo. ¿Qué quieres que te pida?
                Laik-Un gurvaló, por favor. ¡Ah! y gracias.

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                Laik parecía distraído y tenso. Se dio la vuelta sin decir nada y salió del local. ¡Habrase visto! Tanta insistencia para quedar y me dejaba ahí sola. ¡Qué hartura!
                Me fijé en el hombre joven que servía las bebidas. Tenía cara de pocos amigos, era muy pálido y tenía unos ojos luminosos que daban miedo. Seguramente no se trataba de ningún humano corriente, pero a mí me daba igual su aspecto. Al momento, mientras él hablaba con otro hombre, vi que cuando sonreía mostraba unos largos colmillos. "¡Date!" me dije, "¡Este es un vampiro!". Y, como no sabía su nombre, así le llamé.

                Vastid-¡Eh, tú! ¡Vampiro! ¿Eres el que sirve las bebidas, no?
                Vampiro-Sí. Pero tengo un nombre. Me llamó...
                Vastid-Me da igual. ¿Vas a servirme o no?
                Vampiro-¡Qué maleducada! En fin, clientes, son dinero... ¿Qué vas a querer?
                Vastid-Pues para mi acompañante quiero un... ¿Gurvaló? Sí, eso.
                Vampiro¿Y para tí, bonita? (Aquel "bonita" lo dijo con sorna, pero no me importó demasiado. Estaba más atenta a lo que debía pedir y de si volvía o no, Laik.)
                Vastid-Ehhh... Lo mismo que mi acompañante. Uno de esos gur-como se llamen.

                El vampiro me miró alzando una ceja. No dijo nada y se puso a mezclar bebidas. Por un momento me quedé absorta mirándo cómo movía las cocteleras cuando la voz de Laik me despertó de mi pequeño trance.

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                Laik-Ya estoy, Vastid. (Su voz sonaba más aliviada. ¿Habría tenido que ir al baño?)
                Vastid-Hombre, ya pensé que me habías dejado tirada. Aunque viniendo de tí, no me extrañaría.
                Laik-¡No, no! No haría eso... Solamente estaba mirando si hoy había probabilidad de que saliera la luna llena...
                Vastid-¿La luna llena? ¿Qué pasa con la luna llena?

                Laik se quedó un momento callado y luego como si nada siguió hablando.

                Laik-¡Oh, bueno! Tal vez no lo sepas, pero cuando en este pueblo sale la luna llena... las calles se vuelven muy peligrosas. Hay muchos ataques de zombis y... otras criaturas. ¿Por cierto, qué te has pedido?
                Vastid-¿Zombis? Pff... Ponía en el periódico que sólo destrozaban jardines... No me dan miedo. Y en cuanto a lo que me he pedido... ehh... esto... Lo mismo que tú, claro.
                Laik-Vaya, ¡jajaja! no sabía que tomaras cosas tan fuertes.
                Vastid-Tu no sabes nada de mí. (Dije mientras daba un sorbo a la bebida que nos había puesto el vampiro... "¿Pero qué demonios? ¡Arg! ¡Mi garganta!". Aquella bebida infernal ardía como mil demonios. Tanto, que me daban ganas de llorar, pero por orgullo no lo hice y aguanté el dolor. Poco a poco esa sensación se fue desvaneciento y me dejó un agradable gusto en la boca, lo que hizo que continuara tomándola, sin control lamentablemente.

                Laik-Eso es cierto, no se apenas nada de tí. Solamente lo poco que me has contado... Me has... dejado intrigado con eso de que tu familia es una familia de brujas.
                Vastid-Ba... Casi todo el mundo en el pueblo lo sabía. Debes ser o el más inocente o el más tonto.
                Laik-Mmm... tal vez sea lo último. Oye, no bebas tan deprisa, te va a sentar mal...
                Vastid-¡Qué va! Deja de hacerte el preocupado por mí. (De acuerdo, reconozco que por la voz con la que dije eso, estaba claro que ya no me encontraba muy bien. Estaba muy contenta y como en una nube. ¡Maldita bebida!)

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                Laik-Yo no me hago el preocupado por tí. Me preguntó desde cuando has necesitado tú, protección. Solo hubo que verte en tu enfrentamiento con Lisa.
                Al escuchar el nombre de Lisa, me levanté y miré a Laik con ojos brillosos. No era porque estuviera llorando o fuera a llorar, era por aquella maldita bebida. Pensé en la chica y me sentí culpable de su destino.
                Vastid-Oye... siento mucho lo que le ocurrió a tu novia. No tendría que haber pasado.
                Laik-¿Mi novia? (preguntó Laik con cara de sorpresa)
                Vastid-Sí, Lisa. Todo el mundo decía que érais novios.

                En ese momento, Laik sonrió y negó con la cabeza.

                Laik-De eso nada. Tuvimos nuestras cosas, pero nunca fuimos novios. ¿Por qué dices que lo sientes? Tú no tuviste nada que ver en aquello tan extraño que le ocurrió.
                Vastid-Lamentablemente sí... Si no me hubiera peleado con ella... (Aquel era el momento, si se lo decía, ¿qué podía perder? Además, estaba claro que él también necesitaba saber la verdad, y nunca me ha gustado mentir.) Verás, Laik... Quien le hizo eso a Lisa fue mi tía. Mi tía Lys...
                Laik-¿Qué?

                Algo raro me pasaba. El efecto de felicidad y dicha que me había otorgado la bebida en un principio, se estaba convirtiendo a pasos agigantados en un sentimiento de tristeza y melancolía. Laik se acercó a mí con una mirada interrogativa pero a la vez confundida. Y fue cuando vi el brillo de sus ojos. Tan azules... como dos estrellas en la oscuridad. Odio decir esto, pero estaba claro que en aquel momento no era dueña de lo que decía ni de lo que sentía. Y lo más curioso es que no me sentía mal por mí, sino por todo el mundo de mi alrededor y yo, tenía ganas de contarlo todo y librarme de aquello que me había estado torturando toda la vida.

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                Laik-Vastid, ¿Qué es lo que dices?
                Vastid-Sí, Laik. Mi tía Lys mató a Lisa para que yo viera hasta donde podía llegar el poder de una bruja. Ella y mi madre querían que fuera como todas las demás... Que usara la magia de la oscuridad para mis fines. Y no solo mató a Lisa. Sé que mi tía mató a mucha gente del pueblo y pudieron haberte matado a ti...
                Laik-¿Y te hubiera importado?
                Vastid-Yo no quiero que nadie salga mal parado por mi culpa... No quiero ser una bruja... ¡No quiero ser una bruja!
                Laik-¡Shhhh! Escúchame, Vastid. Ahora mismo no estás en las mejores condiciones para hablar, pero te diré una cosa... No eres como tu familia, ¿de acuerdo?
                Vastid-Tus ojos... parece que lucen... ¡Qué brillantes!
                Laik-¿Te gustan?
                Vastid-Sí... Se parecen a los de un lobo...

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                Laik-Bueno, ya estas diciendo cosas sin sentido... Creo que es hora de llevarte a casa.
                Vastid-¡Oye, que tu también dices cosas sin sentido!
                Laik-¿Yo? A ver, dime algo sin sentido que haya dicho.
                Vastid-Pues eso que dijiste que me echabas de menos. ¿Quién te cree? Los dos sabemos que te gusta molestarme. Pero después de esta noche no lo harás más. No señor.

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                Laik-Tan mal no lo estarás pasando... Has sonreido varias veces.
                Vastid-¿Y eso qué? Sonrió porque ya no te veré más. Ni a ti, ni a tus risas, ni a tus ojos lucientes...
                Laik-¿Y tú realmente estás segura de que no quieres verme más?
                Vastid-¿Lo dudas acaso?
                Laik-Mucho.

                Cuando me dio su respuesta, su voz sonó tan decidida y sus ojos me miraron tan fijamente que me puse a temblar de pies a cabeza. ¿Qué que me ocurría? No tenía ni idea. Odiaba a Laik por todo el pasado, pero también quería que se quedara conmigo. Aquellos ojos luminosos me gustaban mucho, quizás demasiado. En un momento de lucidez me dí cuenta de que había dicho muchas tonterías. Así que le pedí que me llevara a casa porque me empezaba a encontrar mareada. Laik, así lo hizo. Pagó la cuenta y nos fuimos del local en el taxi. Por mi parte, cuanto más pasaban los minutos, más mareada me sentía. La vista se me nublaba y creo que apoyé la cabeza en el hombro de Laik durante el regreso. ¡Juro que no volveré a beber!
                Al llegar a casa, me caí prácticamente encima de Laik y él, la verdad que muy pacientemente, abrió la puerta y me llevó dentro.

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                Laik-Has bebido más de la cuenta Vastid... Tienes que descansar.
                Vastid-Que no he bebido más de la cuenta. Tú eres el que ha bebido más.
                Laik-Jajaja... Vastid, hazlo por ti, con lo gruñona que eres... Vete a dormir, anda... ¿No querrás que tu odiado Laik te vea así?
                Vastid-¿Mi odiado Laik? No te pongas títulos importantes.
                Laik-¿No decías acaso que me odias?
                Vastid-¡Claro que te odio! Pero no eres mi Laik.
                Laik-... Eso es porque tú nunca has querido.
                Vastid-¿Cómo?
                Laik-Dime que me odias, Vastid.
                Vastid-Te oooodiiiii...

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                No le ví venir. Laik me besó sin que yo pudiera ni siquiera sospechar que lo haría. Entre el mareo, el revuelto de sentimientos que tenía y la calidez de sus labios, me dejé caer y a partir de ahí, no recuerdo las cosas con claridad. Creo recordar que Laik dijo algo como... "Será mejor que te lleve a la cama" pero de ahí en más no me acuerdo bien.

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                No sé cuanto tiempo estuvo Laik. Ni lo que hicimos. No sé si Laik se paséo por mi casa. Ni siquiera si había visto las pocas cosas que tenía en aquel momento.

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                Era tan tarde y era tan inconsciente, que no sé a la hora que se marchó. Ni cómo. En mi perturbada y embriagada mente solo tenía el recuerdo de aquellos ojos. No tenía ni siquiera noción alguna para poder enfadarme. No en aquel momento.

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                Me acordaba del beso. Solamente me acordaba del beso y me sentía sola. Mi cama estaba fría, demasiado fría.

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                  Uyuyuyuy que peligro tienen esas bebidas con nombres raros que dan en los bares... menos mal que Laik es un caballero de ojos brillantes. Esta visto que estos dos terminan juntos hagan lo que hagan y se ponga Vastid como se ponga.

                  A Saclae le gusta esto

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                    Jajajaja la verdad, no creo que la bebida sea el peligro en sí... Si no la irresponsabilidad de pedir una bebida con nombre raro sin preguntar qué lleva jajajajajaja Lo bueno de todo esto es que, sí, Laik es un caballero y no haría nada extraño sin consentimiento. Las cosas parece que van en pro de que estén juntos :P Esperemos que para bien ^^

                    ¡Gracias por pasarte Garfielz! ^_^

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                      Bueno, aquí dejo el capítulo 6 ^^

                      Capítulo 6. Seamos pareja.

                      Capítulo 6. Seamos pareja.

                      Al día siguiente, cuando desperté, me sentía desconcertada. ¿Qué había pasado? Me fui directa a la ducha y cuando salí de ella y me miré en el espejo, me acordé de Laik y del beso, pero no de lo que ocurrió después.
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                      Vastid-¿¡Qué has hecho, Vastid!? ¿Será posible que ese maldito aprovechado haya pasado la noche aquí? ¡No, no, no! Desde luego, la idea de que Laik y yo nos hubieramos acostado, me producía más temor que irritación. Para mí, aquel comportamiento había sido una total debilidad. Me detendría más en los detalles sobre lo que pensé, pero me había levantado muy tarde y tenía que ir a trabajar. Si me encontraba al dichoso Laik, se iba a enterar.

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                      Antes de irme directa al trabajo, me dediqué a leer un poco sobre alquimia en la tienda de elixires. Aquello siempre me relajaba y seguramente me vendría bien para no pagar mi frustración con cualquier cliente. En el trabajo, no me fue tan mal. Tenía que leer simplemente los horóscopos, como siempre, pero de vez en cuando, me permitía usar un poco de mi naturaleza brujeril y adivinaba con qué estaban teniendo problemas los clientes y les aconsejaba minimamente para que intentaran resolverlos. A pesar de que algunos me enfurecían con su insistencia y su ignorancia absoluta, me gustaba ayudar a la gente y muy pronto me olvidé de lo ocurrido con Laik.

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                      Desgraciadamente, cuando salí del trabajo, vi un grupo de gente al lado del carromato gitano y cuando me acerqué a ver lo que ocurría. Vi a mi querido amiga la muerte haciendo de las suyas. Yo estaba tan acostumbrada a su presencia por las veces que la habían invocado en mi hogar, que no me resultaba una extraña en absoluto. En esta ocasión, la muerte no se había aparecido de sorpresa, sino que ejercía su labor cotidiana, llevarse a las almas que habían envejecido y tenían que partir. Cuando el espíritu de la mujer que había muerto desaparció, me pareció que la parca me miraba. Seguramente me había reconocido, pero yo le di la espalda y me fui.

                      De camino a casa, se me hizo de noche y cuando pasaba cerca del aparcamiento de la Taberna de Varg, alguién me asaltó con un saludo.

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                      Laik-¡Hola Vastid! Al fin, te encuentro, fui a tu casa y no estabas, así que ya iba a tu trabajo por si te habías quedado echando horas...
                      Vastid-¡Ahhhhh! ¡Qué susto me has dado estúpido! ¿Cómo se te ocurre salir así de la nada?
                      Laik-Perdona, perdona, Vastid... No era mi intención asustarte... ¿Qué tal estas? (En ese momento, Laik se acercó para darme un beso en la mejilla, pero yo me retiré rápidamente.
                      Vastid-¿Qué demonios haces?
                      Laik-Eh... ¿Saludarte?
                      Vastid-¿Saludarme? ¿No decías que después de haber quedado ayer, te ibas a desaparecer? Pues ya sabes lo que tienes que hacer.

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                      Laik-Sí, dije eso. Pero, te recuerdo que te dije que lo haría si tú me decías que no me querías volver a ver más. Y no lo dijiste. (Laik volvía a sonreír de esa manera que me irritaba tanto y a la vez me ponía tan nerviosa)
                      Vastid-No me acuerdo de lo que dije o no. Seguro que si te lo dije, pero me quieres engañar. Eso sí, y ahora no te vas a escapar. ¡Eres un maldito aprovechado! De lo que sí que me acuerdo es de que me plantaste los morros. ¡Te aprovechaste de mi momento de debilidad!
                      Laik-¡Ey! Eso si que no consiento que lo digas. Es cierto que con lo mal que ibas, aprovecharse de ti hubiera sido muy fácil, pero yo jamás me aproveché ni me aprovecharía de ti. Si te besé era porque así lo sentía y porque tu también querías hacerlo. (Aquellas palabras las dijo con tal contundencia y seriedad que me dejaron callada unos segundos, pero pronto contrataqué de nuevo. ¿Quién se creía?)
                      Vastid-¿Que yo qué? ¿Que yo quería? ¡Pero qué dices! Osea... sabes que te odio. ¡No me vengas con estupideces! Solo espero que no se te ocurriera hacer nada más, porque no me acuerdo, pero si lo hiciste que sepas que...
                      Laik-No hice nada. No soy así. Si quiero acostarme contigo lo haría cuando estuvieras consciente. A mí no me sirve que luego no te acuerdes. Y... en cuanto a lo de que me odias. Eso es lo que dices, pero no lo que demostraste. Reconozco que en un principio pensé que si era cierto que me odiaras, pero en tus ojos, en tu mirada, he visto que no, Vastid.

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                      Vastid-¿Pero por qué inventas tanto, Dios mío? ¿Me vas a venir a mí diciendo que me conoces más que yo misma?
                      Laik-No te conozco más de lo que te conoces tú a ti misma, pero no soy tonto. Podré hacerme el tonto, pero no lo soy. Escucha... (Laik me cogió de las manos y me miró fijamente, pero yo no daba mi brazo a torcer.) Desde que eramos niños siempre sentí curiosidad por ti. Curiosidad por qué te comportabas de manera tan seria, por qué eras así con los demás... Durante un tiempo te observé por detrás de la valla de tu casa y vi como hablabas con los animales y como jugabas con ellos. Vi tu lado más dulce y fue cuando me atreví a invitarte a jugar con los demás chicos. Después de nuestra discusión, pensé que me había equivocado, que realmente eras así y cuanto más crecíamos, más solitaria eras. Tan misteriosamente bella, pero tan agresiva... Supongo que te molestaba porque no podía con la idea de que ni siquiera te hubieras fijado en mí.

                      Aquella declaración me dejó con la boca abierta. ¿Eso que me estaba diciendo era verdad? Él no lo sabía, pero era imposible fijarse en él, cuando era el chico más atractivo del pueblo. Pero bueno, si el decía que yo no lo hacía, había disimulado muy bien ¡Já! Por otro lado, ¿qué debía hacer? En mi interior yo sabía que quería a Laik. Primero, porque fue el único que se acercó a mí con una intención sana cuando los demás me despreciaban, mi odio adolescente venía por sus burlas y porque yo, al contrario que él, pensaba que le parecía lo peor del pueblo y eso me entristecía. ¿Pero reconocerselo ahora? ¡Ni hablar!

                      Vastid-Vete, Laik. Es mejor que no nos veamos más. (dije secamente)
                      Laik-¿Por qué, Vastid? ¿Por qué no reconoces lo que yo tan bien veo? Podríamos intentar...
                      Vastid-¡Soy una bruja, Laik! ¿Qué es lo que no entiendes? No te conviene estar con una bruja.

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                      Laik-¿Y a mí que mierda me importa que seas una bruja, Vastid? A mí, eso no me importa. Después de tantos años detrás de tí, ¿Crees que ahora, que sé que lo que sientes por mí es lo que yo había querido siempre, me voy a echar atrás porque seas una bruja?

                      Aquella pregunta me hizo sonreír. Laik estaba loco. Estaba siendo el primero que me estaba mostrando su cariño y eso me emocionó. Había estado tanto tiempo sola, que su compañía era como un bálsamo para mí.

                      Vastid-Dime la verdad y no mientas. ¿Viniste a Moonlight Falls porque te gustaba como dijiste o... por otra cosa?
                      Laik-Vine por tí, Vastid. El pueblo no tenía sentido sin mi chica gruñona y solitaria paseándose por las calles.

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                      Vastid-Mmm... ¿Lo dices, de verdad?
                      Laik-¡Completamente! Si no fuera así, no me estaría declarando... Vastid, sé mi pareja. Intentémoslo. Yo te prometo... prometo protegerte... y estar a tu lado. No te lo pediría si no creyese que realmente tu me quieres tanto como yo a tí... Si no fuera así, si te decepcionara, no pondré impedimentos para que me dejes...
                      Vastid-¡¡Pe-pe-pe-pero Laik!! ¿Estás en tus cabales? Te estás precipitando...
                      Laik-Puede que sí pero, no quiero pasar más tiempo sin saber si tengo oportunidad de estar contigo o no. Vastid, ¿quieres ser mi bruja? Gruñona y todo, así me gustas.

                      Por un momento me quedé petrificada. Laik y yo... ¿juntos? ¿Eso podía acabar bien? La verdad era que nadie podía saberlo, ni siquiera yo con mis poco desarrollados poderes podía sospechar cómo me iría con Laik, pero... Él tenía razón en algo. Yo le quería y si aceptaba estar con él, no volvería a encontrarme sola. Además ¿Por qué no intentarlo? Aquel no era mi pueblo, no estaba mi familia y Laik no corría peligro. Con una sonrisa nerviosa asentí y Laik sonrió ampliamente mientras me abrazaba muy fuerte.

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                      Laik pasó aquella noche conmigo y por fin, por una vez en mucho tiempo me sentí extraordinariamente feliz. Él me trataba muy bien y me miraba con sus dulces y brillantes ojos azules. Creo que la noche se pasó más deprisa de lo que yo querría, pero era inevitable que él y yo acabaramos en la cama.

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                      A partir de aquella noche, los días se sucedieron muy felices para mí. Ascendí en mi trabajo y comencé a tener un poco de fama entre los habitantes de Moonlight Falls. Mi antigua fama de gruñona había vuelto conmigo pero con un matiz distinto, cuando la gente hablaba de la gruñona Vastid, lo hacía con respeto y curiosidad. Poco a poco me fuí haciendo un hueco en aquel lugar. Por supuesto, con Laik las cosas fueron bien. Él tenía sus rarezas, por ejemplo, nunca quería quedar conmigo en noches de luna llena porque decía que había muchos peligros y no quería que salieramos de casa. Yo le respetaba porque bueno... tampoco era una gran exigencia. Él trabajaba en los cuerpos de seguridad. Quería ser un superespía internacional. Decía que estaba seguro de tener las dotes necesarias para ello y muchas veces cuando yo me quedaba a dormir en su casa, le veía irse con la ilusión de un niño.

                      He de decir que llevabamos como un mes estando juntos, cuando pasé una horrible semana. ¡La mala suerte de Vastid regresaba!

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                      Una noche, estaba en su casa y ambos estábamos muy acaramelados cuando comencé a sentirme horriblemente mal.

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                      Estuve toda la noche de viaje al cuarto de baño. Cada dos por tres me entraban nausas y ganas de vomitar. ¡Maldita sea! ¡Qué bonita manera de estropearme la noche con Laik! Pero él era paciente y estaba a mi lado. Me propuso varias veces ir al médico, pero yo me negué. Seguramente alguno de mis experimentos con la alquimia, habría soltado alguna sustancia extraña y me habría sentado mal.

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                      Esa noche dormimos en camas separadas. Estaba tan mal que no quería que nadie me tocara. Me dolía el estómago, tenía acidez y me sentía muy pero que muy mareada. Lo único por lo que sentía estar así de mal era por el pobre Laik. El trabajaba temprano y estuvo toda la noche pendiente de mí. Por suerte, por la mañana ya estaba mucho mejor, así que le hice el desayuno. El me había contado que su comida favorita eran las tortitas, así que eso fue lo que le preparé.

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                      La verdad es que las tortitas no son un plato muy dificil de hacer y yo, ya era una experta de las veces que me las había tenido que preparar rápidamente porque tenía que salir corriendo de casa para ir a trabajar.

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                      Laik-¡Pero que buenas están, Vastid! Tú si que tienes mano con la cocina.
                      Vastid-Bueno, no exageres tanto. Son solo tortitas, cualquiera podría hacerlas.
                      Laik-Yo no ¡Te lo aseguro! jajaja. Bueno, mi gruñona... Yo me voy a cambiar, que tengo que irme a trabajar. ¿Tú que vas a hacer?
                      Vastid-Pues voy a andar por el pueblo y luego iré a mi casa... Últimamente me he notado que estoy engordando...
                      Laik-¿Engordando? Si sigues como siempre, igual de preciosa con ese cuerpazo de sirena que tienes.
                      Vastid-¡Ah! Así que si estuviera más rellenita ni me querrías, ¿eh?
                      Laik-Yo te querría aunque pesaras las toneladas de un dragón y yo sucumbiera en la cama por el peso. ¡Pero aun así, me dejaría morir aplastado!
                      Vastid-¡Pero qué fantasma eres!
                      Laik-¡Jajaja! Bueno gruñoncita, me voy. Dame un beso. Luego nos vemos.

                      Después de cambiarse, Laik se marchó a trabajar. Yo quería hacer ejercicio y me puse un chandal. Luego, cerré la casa de Laik con llave y me decidí a darme una caminata por los bosques. Mientras andaba iba ensimismada con la naturaleza y cuánto más caminaba, más se acrecentaba en mí una sensación extraña. Sentía que la magia de mi cuerpo estaba aumentando y no sabía por qué. También me empecé a sentir distinta, como si mi destino fuera a cambiar radicalmente. Me quedé quieta un momento y miré mi cuerpo. Yo sabía perfectamente que había sufrido cambios y al sentir todo aquello entendí perfectamente aquella última semana y mi actual situación.

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                      Estaba embarazada.

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                        Paso a dejar el capítulo de hoy ^^


                        Capítulo 7. El Rey de los bosques y el parto mágico.

                        Capítulo 7. El Rey de los bosques y el parto mágico.

                        Era por la tarde cuando me decidí a llamar a Laik. Tenía que contarle lo de mi embarazo y que ibamos a ser padres. Cuando le llamé y le dije que viniera a mi casa, no pude disimular un ligero temblor en la voz. ¿Cómo se tomaría aquella noticia? La verdad era que yo no pensaba mucho en ello. Me sentía bien, con bastante más poder mágico en mi interior que de costumbre y eso me producía una sensación placentera. Pero, era cierto que era aun muy joven al igual que Laik y que apenas habiamos podido disfrutar de nuestra soledad como pareja.

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                        Cuando llegó Laik, yo le estaba esperando en las escaleras de mi casa. Al verme tan seria, supongo que no pudo evitar preocuparse y preguntarme qué me pasaba.

                        Laik-¿Vastid? ¿Por qué tienes esa cara tan seria? ¿Ha pasado algo?
                        Vastid-Entra en casa, Laik. Tenemos que hablar...

                        Laik obedeció sin rechistar mi petición. Estaba en silencio esperando lo que yo le dijera. Seguramente creería que algo me había molestado y que tendríamos una discusión, pero lo que venía era peor y mucho más serio.

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                        Vastid-Laik... Tengo que decirte algo... Ha pasado una cosa que...
                        Laik-¿Qué? ¿Qué ha pasado? ¿Te ha ocurrido algo malo?
                        Vastid-Eh... No sé si definirlo como malo... No sé exactamente si es malo o bueno... Solo que parece ser que tuve que hacer algo mal...
                        Laik-¿Hacer algo mal? ¿Has hecho algo de lo que debería enterarme? Laik me miraba muy serio y entonces comprendí que mis confusas explicaciones le estaban llevando a pensar cosas que no eran.
                        Vastid-¡Oh! ¡No, no! ¡No seas tonto Laik! No te he engañado si es eso lo que piensas. Con lo de hacer algo mal no me expliqué bien. Me refiero a que lo tuvimos que hacer mal ambos. Deberíamos haber tomado precauciones...
                        Laik-Vastid, me estás confundiendo. ¿De que precauciones hablas? ¿Qué pasa?

                        Laik había comenzado a ponerse nervioso y sus ojos mostraban confusión. No podía andarme con mas rodeos. Debía decirle sí o sí lo que ocurría. Suspiré profundamente y en un acto de valentía se lo dije.

                        Vastid-Laik, estoy embarazada.

                        Al principio, la expresión de Laik seguía confusa, luego, a medida que asimilaba la noticia, fue cambiando a extrañeza y después a sorpresa.

                        Laik-¿Embarazada? ¿Lo dices en serio, Vastid?
                        Vastid-¿Acaso crees que te mentiría en algo tan serio, so bobo?
                        Laik-No, no lo creo... Pero me pilla tan de sorpresa que...
                        Vastid-Te parece mal ¿verdad? Pues has de saber que no es solo mi culpa. Tu también habrías tenido que preocuparte de ponerte...
                        Laik-No, no me parece mal, mi vida. Es solo que me sorprende. Y no, no es culpa de ninguno porque que estés embarazada no es ningún castigo. Lo único que aun no ganamos mucho dinero y mantener a una criatura siempre trae gastos... Debo de pensar en cómo puedo aportar más dinero.
                        Vastid-Entonces, ¿Quieres tenerlo?
                        Laik-Pues... claro. Es lo que nos ha deparado el destino, ¿no?
                        Vastid-Ah bueno... eso me reconforta... Porque quisieras o no, lo iba a tener igualmente...
                        Laik-Solo déjame pensar... ¿de acuerdo? Ahora debo irme. Te veré mañana.

                        La voz de Laik volvió a sonar seria. Era muy raro en él ponerse serio. Solamente le vi serio aquella primera noche en el Terciopelo Rojo. Ahora de nuevo había cambiado el gesto por una seriedad infinita y en su mirada se podía apreciar que estaba pensando. Sin decir mucho más, se marchó y yo le vi alejarse en el taxi.
                        Fue entonces cuando me atacó la tristeza y comencé a sentirme realmente mal. ¡Maldito Laik! ¡Tantas buenas palabras y se notaba a leguas su disgusto! Ahora me sentía como las demás brujas que utilizaban a los hombres solo para tener descendencia sin importarles sus sentimientos. ¿Acaso inconscientemente era el destino que me esperaba? ¿Comportarme como una bruja sin darme cuenta y a pesar de no querer? Pensando de esta manera me puse a caminar por la calle sola, sin darme cuenta de que poco a poco me adentraba en el bosque.

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                        Estaba tan inmersa en mis tristes pensamientos, que no me di cuenta de que me había alejado mucho de mi casa. De pronto un aura muy extraña y fantasmagórica me sacó de mis pensamientos. Miré al frente y allí lo ví, junto a varios caballos salvajes. Un unicornio blanco se paseaba armoniosamente entre ellos, comportandose como uno más, pero sin poder disimular su mágica presencia que destacaba sobre cualquier otro ser vivo del lugar.

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                        Su piel estaba hecha con el propio brillo de la luna y sobre él se extendía un aura de colores suaves y lucientes. Yo me quedé paralizada. ¿Cómo era posible que estuviera viendo un unicornio? Además de que era una criatura de leyenda, en esas propias leyendas se dejaba bastante claro que los unicornios jamás se presentaban a las brujas ni nada por el estilo. Me quedé un rato allí mirándole cuando percibí que hacía un gesto con la cabeza y los demás caballos, como si se tratara de una orden, comenzaron a marcharse despacio hasta dejarle solo. El unicornio me miró desde lejos y fue entonces cuando escuché su voz, etérea y suave, como el rumor del agua. Tenía un timbre tan especial que parecía el sonido de una campana.

                        Unicornio-Vastid... Acércate a mí.

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                        Después de escuchar su voz, instintibamente me acerqué a él y comenzó a olfatearme.

                        Unicornio¿Por qué me temes, Vastid?
                        Vastid-No te temo... Es solo que no me explico cómo puedes estar delante de mí... Siempre creí que tu existencia era algo de leyenda y esas leyendas siempre han contado que... bueno, los unicornios solamente se presentaban a jovenes vírgenes y yo bueno... ejem.
                        Unicornio-Las leyendas siempre cuentan mentiras. Su base es cierta pero la desarrollan con mentiras. Es cierto que no me hago visible ante cualquier alma. Solo dejo que me vean las almas buenas y puras.
                        Vastid-Pues... creo que te has equivocado en esta ocasión.

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                        Unicornio-Sé por qué lo dices. Igual que conozco tu nombre. Tu alma no guarda secretos para mí. Ser una bruja no significa tener un alma malvada, como así crees muy dentro de ti.
                        Vastid-Si tu lo dices...
                        Unicornio-Tienes miedo, Vastid. Temes ser como aquellos que te hicieron sufrir tanto. Pero no lo serás. Tu alma no es solamente pura, también es fuerte. No te tortures. Tu embarazo es solo una pieza más en el destino del apellido que llevas a cuestas.
                        Vastid-¿El destino de mi apellido? No... no entiendo a qué te refieres.
                        Unicornio-Tú no eres una bruja, Vastid. Eres una hechicera. Los hechiceros son más poderosos que los brujos y por eso son odiados por los mismos. Tu familia te intentó convertir en bruja y como no lo consiguió físicamente, te torturaron psicológicamente para que aceptaras falsamente tu condición brujeril. Pero no te dejes engañar, Vastid Redirok. No te dejes engañar por los recuerdos. Los Redirok están destinados a ser los que se enfrenten al mal de los brujos.
                        Vastid-Tus palabras suenan bien, pero no me hacen sentirme mejor... Yo soy débil, no sé ni conjurar un sapo... ¿Cómo esperas que crea que puedo enfrentarme al poder y al mal de seres como mi familia?
                        Unicornio-Tu poder no viene del mal, Vastid. Viene de tu alma y esa es la diferencia entre un hechicero y un brujo. He de prevenirte, porque el camino no será fácil. No todos los Redirok nacerán para seguir tu legado... el destino depara también sufrimiento y la oscuridad siempre estará acechando. Pero debes confiar en tu intuición y enseñar lo que sepas a tus descendientes. Ellos deben estar avisados aun si uno de ellos se vuelve en contra de su sangre. Decidiste vivir como un humano. Inconscientemente rechazaste la juventud de las brujas y aunque pudieras crear algun elixir o conjurar algún hechizo para devolverte esa juventud, no lo harás. Tu destino es la inmortalidad de tu alma y la descendencia de hechiceros que derrotarán al mal encarnado en tu familia.
                        Vastid-Pero... ¿Y si alguno de mis descendientes se deja llevar? Yo ya no estaré en este mundo para detenerlo...

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                        Unicornio-Pero tu sangre sí. Tu sangre correrá por la sangre de tus descendientes y con ella la fuerza de tu alma. Confía en tí, mi adorable Vastid Redirok. No tengas miedo nunca más y sigue adelante. Tú, nacida como bruja entre las tinieblas, serás la luz y la propia oscuridad que pueda derrotarlas. Yo debo marcharme ya. Pero ten presente mi imagen. Nos veremos de nuevo, si no es en este mundo, en el otro.

                        Cuando el unicornio terminó de hablar, se alejó un poco de mí, dandome la espalda y luego comenzó a correr y a ascender mágicamente dentro del aura que estaba sobre él hasta desaparecer. Aquella conversación me tocó profundamente. Desde luego, para que una criatura como aquella me hubiera hablado, algo en mí tenía que estar ocurriendo realmente. Miré de nuevo al cielo estrellado y me juré cumplir con mi destino.

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                        Los días siguientes me lo tomé con calma... hice comida para dos, pero Laik no se presentó. Ni siquiera me había llamado. Aquello, más que entristecerme, me causó enfado y me dije que no le contaría mi encuentro con el unicornio. Si él no se interesaba por mí, ¿por qué yo me tendría que interesar por él? Aunque creyese que no iba a volver jamás, yo saldría adelante por la criatura que llevaba dentro de mí y a la cual le quedaba poco para nacer. El desarrollo de aquel embarazo iba muy rápido, pero no me preocupaba. Ya lo había visto en las demás brujas.

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                        Aquellos días desarrollé un comportamiento kamikaze. No veía a Laik y mi soledad se convertía en ira y mal humor. Para superarlo, me iba a la tienda de elixires a practicar la alquimia.

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                        Luego, me iba a mi casa de nuevo sola. No sin escuchar las advertencias del dependiente de la tienda sobre el peligro de las noches con luna llena. Y fue en una noche con luna llena en la que yo estaba cenando tranquilamente cuando me empecé a encontrar un poco mal.

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                        Presentía que el momento iba a llegar y ¡encima en luna llena! ¿Qué podía salir en esa situación? Como no sabía muy bien como actuar, me puse un traje que por costumbre se ponían las brujas para que todo saliera bien en el parto. Tendría a mi pequeño en casa. No quería que nadie viera a mi bebé. A pesar de que en Moonlight Falls no estaba mal visto ser una bruja, no quería que nadie supiese con certeza que yo lo era. Me fui a dormir, pero el descanso me duró poco.

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                        Unos terribles dolores me asaltaron y supe que había llegado el momento. Me dolía muchísimo pero tenía que resistir y hacerlo todo yo sola. Era la única manera de que nadie supiera mi verdadera condición de bruja. Por mucho que me hubiera dicho el unicornio que yo no era una bruja como tal, no podría evitar nunca seguir llamándomelo. Era mi vida y mi costumbre. Poco a poco fui superando el proceso del parto y, tal y como vi hacerlo en mi casa, así actué yo también. De mi insistencia y paciencia, logre sacar de mi a mi hijo. Un precioso niño. Pero mis dolores no acababan. ¿Acaso era posible? ¡¿Otro?! Hice el mismo procedimiento y sí. Tuve otro bebé, pero en esta ocasión fue una niña.

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                        Después de todo el dolor y sufrimiento había logrado tener a mis dos bebés yo sola. A mi hijo le puse el nombre de Deirom y a mi niña le puse el nombre de Sarkia. Mis dos gemelos despedían un poder mágico muy conocido por mí. Mis pequeños eran también brujos.

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                          Que bien, Vastid ha tenido gemelos, dos pequeños brujos... pero donde esta Laik ¿le habra pasado algo?

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                            ¡Sí! ^^ Ha tenido dos gemelos pero no sé yo cómo se le dará cuidarles ella sola xDDDDD!! Y Laik... Ay, ese Laik...

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                              Capítulo 8. Sí, quiero.

                              Capítulo 8. Sí, quiero.

                              Después de aquella noche tan agotadora para mí, pasé el día descansando gracias a la baja laboral y me dediqué al cuidado de mis gemelos. Me hubiera gustado decir que son silenciosos y buenos pero... ¡No, no es así! Estos dos bebés no saben más que llorar y llorar y, bueno, ¿para qué nos vamos a mentir? más que descansar, hice todo lo contrario: cansarme más.
                              Y fue por la noche, cuando yo estaba tirada en el sillón y ya había conseguido dormir por fin a Sarkia y Deirom cuando llamaron a la puerta. ¿Pero quién diantres era a esas horas? Enfurruñada abrí la puerta y me encontré con los ojos azules y brillantes de Laik mirándome fijamente.

                              Vastid-¡Qué sorpresa! Después de haberte desaparecido todas estas semanas, ¿a qué vienes?
                              Laik-... Yo también te he echado de menos Vastid... Mmm, mira, antes de que me armes un griterío, te pido que me dejes entrar para explicarte todo lo que ha ocurrido... y para que pueda ver a mi hijo o hija.

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                              Laik sabía que ya había dado a luz, como era evidente por la disminución de mi tripa, pero se iba a llevar una sorpresa cuando viera que no había tenido uno, sino dos. Por otro lado estaba furiosa con él, pero yo no iba a ser tan cruel como para no dejarle verlos. Escucharía las excusas que me quisiera poner, le dejaría ver a Sarkia y Deirom y después le echaría de mi vida. ¡Dejarme sola tanto tiempo y decía que me quería! ¡Qué estúpida fuiste, Vastid! Pero en fin, le dejé pasar y él entró en silencio. Pensé que se iría a la habitación pero se quedó en el salón mirándome callado.

                              Vastid-¿Y bien? ¿No vas a entrar a la habitación?
                              Laik-Te conozco, Vastid. Creo que por fin puedo decir que te conozco. Y sé, que será entrar y ver al bebé para que después me eches sin miramientos, haciendo caso omiso a lo que te diga. Así que no, primero quiero que me escuches y si después sigues queriendo dejarme, como bien te dije una vez, veré a mi hijo y me iré.

                              ¡Maldito Laik! ¡Se olía mi plan! Pero bueno, ¿Qué mas daba? Que me dijera sus mentiras antes o después no cambiaría nada. Así que con la mano le hice un gesto para que dijera lo que tuviera que decir y él lo entendió a la primera.

                              Laik-Bueno, lo primero que quiero decir es que no me he desaparecido porque haya querido... Ya, ya sé que no te lo crees, no hace falta que me mires así. Pero, es cierto. Cuando supe que estabas embarazada, pensé seriamente en mi vida y en la tuya. Hemos llegado relativamente hace poco a Moonlight Falls y aún no contábamos con suficientes ingresos para hacernos cargo de una criatura... Así que tomé una decisión muy dificil, y no por lo que implicaba... sino porque no podría verte durante varias semanas y sabía que me odiarías por ello. Investigué por mi cuenta anécdotas y curiosidades de los brujos y descubrí que el embarazo se desarrolla mucho más deprisa que en un humano normal, así que me veía obligado a no poder verte ni siquiera un minuto durante estas semanas... Vastid, he estado trabajando. He estado trabajando muy duro y he conseguido que me asciendan y así, ahorrar dinero para aportar a nuestra familia.
                              Vastid-¿Nuestra familia, dices?
                              Laik-Sí... Estoy seguro de que no lo reconocerás, pero sé que recordarás que en una de nuestras noches yo te dije que te casaras conmigo. (Sí, si que me acordaba, pero tenía razón. No se lo pensaba reconocer) He vendido mi casa también, Vastid. Y, ahora puedo decirlo, tengo el suficiente dinero para que podamos vivir, no con muchos lujos, pero sí más cómodamente y cuidar del bebé.
                              Vastid-¿Estás insinuando que quieres...?
                              Laik-No te estoy insinuando nada, te estoy diciendo que quiero casarme contigo y venirme a vivir aquí, a tu lado. Tu y yo, y nuestro hijo...

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                              Vastid-Hijos... Laik. Hijos.

                              Al escuchar aquello, Laik abrió mucho los ojos pero luego sonrío alegre y reconozco que aquella sincera sonrisa me conmovió el corazón.

                              Laik-¿Hijos? ¿Pu-puedo verlos?

                              Sin decir nada, le abrí la puerta de la habitación donde estaban Sarkia y Deirom durmiendo y Laik entró despacio. Sus brillantes ojos parecían lucir con más intensidad en la oscuridad. Yo le había preguntado el por qué de aquel brillo y aquella luz, pero el simplemente decía que era algo de familia, que tal vez era porque tenía algun antepasado vampiro y por eso había heredado los ojos lucientes. Él, miró primero la cuna de Sarkia y después la de Deirom sin que su sonrisa se borrara.

                              Vastid-Les he llamado Sarkia y Deirom. Son nombres mágicos.
                              Laik-Son preciosos...(susurró cariñosamente y luego, con un ágil y rápido movimiento me llevó a mi habitación, que era la que estaba al lado de la de mis gemelos. Vastid, casémonos. Ahora, aunque sea sin invitados. Total, estamos más solos que la una todavía...
                              Vastid-¿Qué dices, Laik? ¿Estás loco?
                              Laik-¡Pues claro! Loco por tí y los dos preciosos hijos que me has dado. Vastid Redirok, ¿aceptarías a tu odiado Laik Aminous como tu legítimo esposo?

                              ¡Aquello era una locura! Pero se le veía tan feliz a Laik que no podía dudar de aquella alegría. Además, en la puerta estaban sus maletas y comprendí que aquello de vivir conmigo iba en serio. Después de todo, si me casaba con Laik, no volvería a estar sola y mis hijos podrían estar con su padre. Y luego, no podía engañarme. Quería muchísimo a Laik y él era mi debilidad, así que sin pensarmelo mucho le contesé finalmente.

                              Vastid-Sí... Sí, quiero.

                              Laik me puso el anillo que siempre llevaba con él y yo le puse el mío. Fue un gesto simbólico que mostraba al fin que nos habíamos unido. Laik pertenecía ahora a la familia Redirok.

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                              Los días de después fueron algo ajetreados. Yo me sentía feliz cuidando de mis gemelos y Laik se iba instalando poco a poco en casa. Y con instalar poco a poco me refiero a la inversión que hizo de su dinero. Laik no había mentido en que había conseguido ahorrar lo suficiente para tener más facilidades.

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                              Mientras yo solo tenía que preocuparme de que Sarkia y Deirom estuviesen bien, Laik hizo reformas en mi casa. Claro está, con mi consentimiento previo.

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                              De acuerdo, yo también hacía algunas labores del hogar... La fontanería de aquella casa me tenía realmente harta.

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                              Y mientras yo las hacía refunfuñando y poniendo el grito en el cielo cada vez que daban problemas, Laik por el contrario, las arreglaba siempre con su fiel sonrisa en el rostro.

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                              Y muchas veces, cuando yo estaba agotada de atender a los gemelos, él se llevaba la mesa de ajedrez que yo le había regalado por nuestra boda y prácticaba mientras estaba al lado de los pequeños.

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                              Aquellos días fueron muy felices para mí. Laik traía dinero a casa y poco a poco podíamos permitirnos arreglarla. Él no parecía nunca cansado, aunque a veces tuviera que echar horas en el trabajo y estar noches enteras fuera, sobre todo cuando había luna llena, pues decía que el crimen y los ataques de los zombis se disparaban en esos días. En cuanto a mí, me daba ánimos para que no refunfuñara tanto. Creo que mi carácter gruñón se vio opacado aquellos días. Dormía mejor, sobretodo con él a mi lado

                              .

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                              ¿Y qué puedo decir? Laik además, no era lo que podría decirse como un hombrecillo normal. Además de sus increíbles ojos, tenía un cuerpo espectacular. ¡No me extraña que todas las chicas del pueblo estuviesen loquitas por él! De todas formas, yo no le recordaba tan músculoso. Laik era muy atlético y no hacía ejercicio... Me resultaba curioso como su cuerpo no cambiaba ni un ápice de musculatura sin hacer ni siquiera un poco de mantenimiento. Tal vez en su trabajo estuviera haciendo ejercicio, pero el caso es que Laik estaba muy bien y me alegraba la vista todas las mañanas.

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                              Yo por mi parte, muchas veces cuando él no estaba, pensaba en cómo había cambiado mi vida. Realmente estaba feliz porque no era como las demás brujas. Ellas no se casaban excepto si se trataba de alguien poderoso. El carácter interesado de las brujas se basaba en eso. Yo era distinta. Me había casado porque estaba enamorada y tenía una familia de verdad. Algo de lo que ellas jamás pudieron ni podrán disfrutar.

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                              Mi marido sacó de mí mi lado más bromista. Había estado practicando algo de magia blanca y más con la varita morada que él me regaló por nuestra boda. Laik también compró una televisión nueva para que, según él, pudiera ver más canales que el dichoso "Planeta Acción". ¡Y cuánto se lo agradecía! Ahora me pasaba el día viendo el canal cocina y el de jardinería... Pero bueno, volviendo al tema de la varita, un día que Laik se iba a trabajar le detuve. Desde que me regaló la varita, me había estado insistiendo en que "a ver cuándo la usaba". Así que ese día cumplí sus deseos.

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                              Vastid-¡Laaaaaik! Antes de irte a trabajar, ¿podrías venir?

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                              Laik-¿Qué pasa, Vastid? Oye, ¿Qué haces con eso? ¡Espera, espera!
                              Vastid-¡Luz del camino, haz que se haga el buen destino!
                              Laik-¡Ahhh, Vastid! ¿¡Pero qué te hice!?
                              Vastid-¡Es un hechizo de buena suerte, bobo!
                              Laik-¡Ah! ¡Qué susto!

                              Después de aquel hechizo, Laik se fue con un buen susto en el cuerpo a trabajar, pero más afortunado. Sus ascensos hicieron que un día se dedicara a la creación de otra habitación. No me dijo para qué era, ni me dejó verla hasta que estuvo terminada. Laik se esforzó mucho en aquella habitación y un buen día me dio una gran sorpresa.

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                              ¡Aquella habitación estaba acondicionada para la brujería! ¡Y en ella estaba lo que siempre había querido, mi propio puesto de alquimia!

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                              Con todo lo que hacía Laik por mí y nuestros hijos, mi amor por él crecía cada día que pasaba. El cariño y su positivismo impregnaba la casa y aquello se notaba en el ambiente y yo vivía bien y en paz. ¡Laik no podía sorprenderme más! O al menos, eso creía...

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                                Vaya, ya pensaba que Laik se habia fugado o que vendria solo para decir que estaba casado... pero parece que es un encanto. Que suerte tiene Vastid que Laik tenga tanta paciencia y se desviva por ella y los niños.

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                                  Laik es extraño y se va a ver xD No es malo pero si es extraño y no convencional (digámoslo así xD) Eso sí, se desvive por Vastid y por sus hijos aunque no lo parezca a veces :P

                                  Y con esto, dejo el capitulillo de hoy =D

                                  Capítulo 9. El secreto de Laik.

                                  Capítulo 9. El secreto de Laik.

                                  Había pasado el tiempo y el cumpleaños de Sarkia y Deirom se acercaba. Como las cosas iban bien en casa y entraba suficiente dinero, nos encargamos de comprarles algunos juguetes para que se divirtieran en la próxima etapa de su vida.

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                                  Laik y yo estabamos muy ilusionados con el cumpleaños de los dos pequeños. Ambos nos implicábamos al máximo en su cuidado y reconozco, que pese a mis recelos, al final habíamos logrado formar un buen equipo.

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                                  El día del cumpleaños de nuestros hijos, Laik se fue pronto a trabajar. Me prometió que él iría a comprar la tarta y que volvería pronto del trabajo. ¡Era un día muy especial y había que celebrarlo! Yo, por mi parte, estaba embelesada con Laik. Mi carácter fuerte y gruñón se había quedado prácticamente dormido y debo reconocer que eso no es bueno. Nada bueno.

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                                  Si hubiera seguido con mi carácter, si no hubiera cambiado tanto, ni hubiera sido tan permisiva... Si al menos hubiera quedado en mí algo de desconfianza o de sentido común, no me habría dolido tanto la situación de aquel día.

                                  Yo había estado trabajando porque hacía un tiempo ya había retomado mi trabajo de pitonisa. Antes de irme llamé a un canguro por supuesto, que resultó ser un chico adolescente muy amigable y risueño. Mis hijos estuvieron en buenas manos mientras yo no estaba. Cuando llegué a casa y pagué al muchacho, miré la hora. Eran casi las tres y Laik no tardaría mucho en llegar, así que fui a la habitación de los gemelos para llevármelos al salón.

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                                  Cuando estaba recogiendo a Sarkia de la cuna, escuché como la puerta de casa se abría precipitadamente y con mucho ruido. Debía de ser Laik, era evidente porque nadie más tenía llaves de la casa. Dejé de nuevo a Sarkia en la cuna y cuando me dispuse a salir de la habitación, Laik entró con tal rapidez a nuestra habitación y tal fuerza que me fue imposible verle.

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                                  Vastid-¿Laik? ¿Estás bien?

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                                  La voz de Laik sonó muy agresiva y extraña. Diría que hasta gutural. ¿Qué le habría pasado en el trabajo? ¿Le habría ido algo mal? Fui a entrar en la habitación, pero antes de que pudiera hacerlo, como si Laik sospechara lo que planeaba, cerró el pestillo por dentro, lo que me impidió entrar por completo. Mi marido parecía muy enfadado y como jamás le había visto así, no quise molestar. Seguramente después de echarse un rato la siesta volvería a ser el mismo. Sarkia y Deirom se habían dormido y yo no tenía mucho que hacer, por lo que también decidí echarme una siesta, aunque fuera en el sofá.

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                                  La tarde pasó y llegó la noche. Laik no salía de la habitación, ni hacía ningún ruido.

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                                  Era la hora de cenar y aun no habíamos celebrado el cumpleaños de nuestros hijos. Cada vez más irritada, me fui a la habitación de los gemelos y vi que la vida no podía esperar más, mis hijos crecerían sin su fiesta de cumpleaños.

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                                  Dejé salir a Sarkia y ante mis ojos sucedió lo que bien sabía. Mi pequeña Sarkia se convirtió en una bonita infante y yo lo ví en silencio, con la ira consumiendome por dentro.

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                                  Después, inevitablemente le tocaba el turno a Deirom. Él también se hacia un pequeño hombrecito. Con el cabello dorado igual que su hermana, igual que el de su padre. A mí, me daban ganas de entrar a la fuerza en la habitación y sacar a patadas a Laik. Pero no lo haría, no podía mostrar mi enfado con mis hijos recién cumpliendo años. Para intentar apaciguar mi ira, me dediqué a vestir y peinar a mis hijos.

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                                  Sarkia era la viva imagen de Laik. Tiene el cabello rubio dorado y los hermosos ojos azules, aunque estos no lucen como los de su padre. Deirom, también tiene el cabello rubio, más claro que Sarkia pero con ojos verdes parecidos a los míos. La cara de Sarkia es más fina, mientras que la de Deirom es más redondita. En aquel momento era un poco pronto para saber sus gustos, pero conforme fueran pasando los días, estaba segura de que lo irían mostrando poco a poco.

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                                  Después de vestirles decidí sentarme un rato en el sillón con Deirom, porque Sarkia ya había salido gateando hacia un xilófono que también habíamos comprado. Y no me dio mucho tiempo a estar sentada cuando sonó el pestillo de la habitación y Laik salió despacio de ella.

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                                  Laik-... Vastid... Mm... ¿Ya ha sido el cumpleaños de Deirom y Sarkia?

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                                  Laik-De acuerdo... Tranquilízate...

                                  Vastid-No, si yo estoy muy tranquila.

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                                  Laik-Bueno... entonces, ¿Quieres hablar?

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                                  Laik-Está bien, Vastid... (Dijo Laik, con un suspiro. ¡Encima ahora se hará el triste! Pero eso no le funcionará. Este hoy no duerme en la cama y ya verá. Se va a enterar.)

                                  Después de su confirmación, me metí en mi habitación esquivándole. Por el rabillo del ojo vi que levantó la mano en un sutil intento por querer detenerme, pero finalmente no lo hizo. Se limitó a quedarse en silencio. Antes de que yo me acostara, entró rápidamente a la habitación. Yo le iba a decir un par de cosas, pero él solamente se dirigió a la cómoda y sacó su ropa. Luego salió por la otra puerta y la cerró con cuidado.

                                  Me consta que aquella noche se ocupó de los gemelos, tal y como le dije.

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                                  Acostó a Sarkia en su cuna y le dio el biberón a Deirom que salió tan glotón como su padre.

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                                  Después no se que hizo. Escuché el rumor de la televisión, asi que supuse que se quedó viendola.

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                                  No escuché ni a Sarkia ni a Deirom por lo que ellos deberían de estar durmiendo. Laik por supuesto, durmió aquella noche en el sillón.

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                                  Después de aquel enfado, Laik pensó que yo me calmaría rápido, que a lo sumo me duraría dos días mi irrtación pero, para su mala suerte no fue así. No tenía ganas de hablarle. Desde que empezamos a estar juntos le había visto cambiante. De hecho, ya era cambiante cuando nos conocíamos del pueblo. Luego me vino vendiendo una película de que siempre me quiso, pero estoy segura de que le gustaba molestarme porque tiene que ser bipolar o algo por el estilo. En aquella ocasión, cada vez que me hablaba, le ignoraba. Al final, optó por no preguntarme cosas, solamente me preguntaba si Sarkia y Deirom hacían cosas raras. ¿Pues qué cosas van a hacer? ¡Tienen magia en su sangre! Pos algo raro si tenían que hacer...

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                                  Una vez exploté con su pregunta. Pregunta que me preguntaba todos los días. Así que le dije que si tantas cosas raras quería ver, que se fijara en ellos y me dejara tranquila. Si no le gustaba que hicieran desaparecer sus juguetes de vez en cuando, ya sabía donde estaba la puerta. Laik no sacó ningún tipo de mal carácter, aunque mis desprecios eran más y más continuados. Su mirada se veía realmente triste. Pero la antigua Vastid había regresado y con ella, el sentimiento de compasión se había ido. Cada día tenía mas claro que no quería ver a Laik más en casa. Sé que suena radical, pero mis hijos se habían convertido en un pilar muy fuerte para mí desde la conversación con el unicornio y Laik ya me había fallado más veces. Una noche, Laik rompió su silencio.

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                                  Laik-Vastid, ¿cuando piensas hablar conmigo como personas civilizadas?

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                                  Laik-Claro que sí. Acuesta a Sarkia y hablemos. Hay que dejar las cosas claras.

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                                  Vastid-Está bien. Vamos a dejar las cosas muy claras.

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                                  Laik-Bien... A ver, Vastid, el día del cumpleaños de los niños no fue bueno para mí. Fue un día de mucho estrés, me pidieron muchas cosas en el trabajo y...

                                  Vastid-¿Ya vas a empezar? ¿Ya vas a empezar con tus excusas? ¡Ni aunque te hubieran pedido sudar lágrimas de sangre deberías haberte perdido y haber fallado en el cumpleaños de nuestros hijos! Me importa un pito lo estresado que estuvieras.

                                  Laik-¡No seas tan egoísta, Vastid! Tú no puedes entender lo que supone el estres para mí...

                                  Vastid-Lo que le supone a todo el mundo. Pero mira, no te vas a tener que estresar más. Yo me ocuparé de los niños sola. Quiero... quiero que te vayas de casa. (Dije sin mirarle. Seguramente si le miraba me derrumbaria, asi que era mejor no hacerlo. Sentí que el me miraba sorprendido y en seguida sacó su carácter, pero lo controló como pudo, casi forzado.)

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                                  Laik-¿Me estás echando de casa realmente, Vastid? ¿Te has olvidado de que aceptaste ser mi esposa en las buenas y en las malas?

                                  Vastid-No en tan malas. Me has decepcionado. Siempre has sido un cambiante. Nunca has sido estable. No puedo estar con alguien que no me aporte estabilidad. Me hicistes muchas promesas y lo único que haces es hacerme sufrir constantemente.

                                  Laik-¿Eres consciente de lo que dices? Creo que he hecho muchas cosas por tí y solamente porque en el cumpleaños no estuve, te pones así. ¡Exageras demasiado, Vastid!

                                  Vastid-¿Exagero? ¡No es mi culpa que seas un bipolar!

                                  Laik-¡No soy un bipolar, estúpida! En aquel momento Laik si que se había puesto furioso. Su gesto estaba muy tenso, como si algo le doliera, pero a mí me dolían mucho más sus palabras. Me levanté de golpe y entonces él intentó detenerme.

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                                  Laik me llevó contra él e intentó besarme, pero yo no dudé en darle un empujón y retirarme con los ojos llorosos de la rabia y la tristeza.

                                  Vastid-Vete de aquí, Laik. ¡Vete de aquí! ¡No quiero volver a verte nunca más! Has hecho de todo esto una pesadilla.

                                  Él se detuvo en seco al escuchar aquello. Bajo los brazos y no intentó acercarse más a mí. Su ojos azules y lucientes, que parecían haberse intensificado con la pelea, comenzaron a atenuarse poco a poco y con tono triste solamente dijo:

                                  Laik-Supongo que las pesadillas solamente son provocadas por los monstruos... Esta bien, no me volverás a ver, como te dije una vez. Recogeré mis cosas y me iré.

                                  Y así lo hizo. Laik preparó su maleta y se marchó. En la puerta, antes de irse, miró hacia detrás. Parecía que quería decir algo, pero no lo hizo. Laik siempre callándose las cosas. Cuando cerró la puerta yo me quedé destrozada. Sí le quería, le quería mucho, pero tenía mucho dolor. Su ida me dolió en el alma, pero también me dolieron sus fallos.

                                  Pasaron meses y no volví a saber de Laik. Quise hacerlo, de verdad que quise, pero primero, era muy orgullosa y segundo, no sabía si seguiría trabajando o no en el mismo sitio o si se había ido de Moonlight Falls. Si lo había hecho y yo me enteraba, estaba segura de que caería en una depresión. Prefería pensar en que seguía viviendo allí y que algún día podría encontrarmelo.

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                                  Por lo pronto, yo me dedicaba a criar a mis hijos. Con más dificultades porque Laik no estaba... pero conseguía hacerlo. Aunque me sentía desanimada tenía que seguir con ellos. A veces reconozco que tenía miedo, sobre todo en las noches de luna llena, me asediaba un sentimiento de miedo y tristeza.

                                  Fue en una de sas noches, cuando yo estaba durmiendo, porque ya ni practicaba magia ni pócimas, cuando oí el llanto de Sarkia y Deirom. No era un llanto de hambre, o de que estaban incomodos o aburridos, era un llanto de terror. Me levanté corriendo y escuché un sonido muy extraño en su habitación, como unos quejidos y gemidos. También escuchaba la ventana. ¡Alguien estaba intentando abrirla! ¡Salí de la casa para pillar al culpable infraganti! ¡Si era un ladrón se las vería conmigo! Pero, no, no era un ladrón.

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                                  ¡Era una zombi! Yo sabía que los zombis eran resistentes a cualquier tipo de daño normal que se les pudiera hacer. Pensaba que solo se dedicaban a destrozar jardines, pero estaba claro que aquella había visto a mis hijos y había intentado atacarlos, seguramente por el deseo de cerebros tiernos.

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                                  Estaba muy enfadada, pero realmente dudaba de mis capacidades mágicas. No sabía apenas magia negra. No atendía cuando mis tías y mi madre intentaban enseñarme. Miré la varita con desconfianza, si fallaba, la zombi me mataría. Suspiré profundamente "¡Tienes que hacerlo, Vastid".

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                                  Concentré mi energía en la varita y pensé en una llama. Si quemaba a la zombi se acabaría todo. "¡Llamarada!" grité y de la varita salió una llama grande pero nada que ver con lo que esperaba. El fuego, en vez de irse contra la zombi, se extendió por mi varita y me dio un terrible fogonazo chamuscándome entera.

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                                  A pesar de que las heridas no eran graves, me debilité por el mal uso de la magia. La zombi se acercó a mí amenazante entonces. Realmente pensé que era mi final. ¡Inútil Vastid! Ni siquiera habías podido salvar a tus hijos. Caí de rodillas y escuché en mi mente la diabólica risa de mi tía Lys. Si ella me estuviera viendo, seguro que se reiría de mí.

                                  Así pensaba cuando escuché un fuerte aullido en la noche y después la voz de Laik, fuerte, gutural y oscura, como el día del cumpleaños.

                                  Laik-¡VASTID!

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                                  Le vi venir desde la lejanía, pero no corría normal, iba a cuatro patas como una fiera. Aquella criatura bestial no parecía Laik, pero sus brillantes ojos no me dejaron lugar a dudas.

                                  Laik-¡Entra en casa! ¡Vamos, entra!

                                  Yo tenía mucho dolor por las quemaduras, pero no me atreví a rechistarle. Me levanté como pude y entre en casa con dificultad, ni siquiera me acordé de cerrar la puerta. Luego, de la impresión y del dolor caí de bruces contra el suelo y sentí que me desvanecía.

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                                  Lo último que escucharon mis oídos fue una encarnizada pelea y luego, de nuevo, el aullido del lobo.

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                                    Capítulo 10. Laik el licántropo.

                                    Capítulo 10. Laik el licántropo.

                                    Aquella noche de luna llena, cuando Vastid había caído derrotada por su propia incapacidad de crear una magia dañina, la sombra azul y plateada de la figura de un lobo acudió para ayudarla. Laik dejó atrás sus recelos a mostrarse tal y como era, enfrentándose en una desgarradora pelea a la zombi que había perturbado el bienestar de su familia. La puerta de la casa quedó abierta y Laik, entró viendo que Vastid su mujer se encontraba en el suelo. Con su fuerza de bestia sobrenatural la llevó con cuidado a la cama y la acostó. Luego fue a ver a sus hijos y descubrió que Deirom esaba fuera de la cuna.

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                                    Aun bajo el aspecto monstruoso de Laik, el infante reconoció inmediatamente a su padre y no mostró objeción en ser recogido y acostado por él. El licántropo pasó toda la noche vigilando la casa. Ultimamente los zombis se habían vuelto muy agresivos y él lo sabía porque les había visto en sus interminables noches de luna llena.

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                                    Ajena a todo esto, dormía Vastid inmersa en la oscuridad de la habitación. Sus quemaduras no eran graves pero lo que había ocurrido aquella noche, seguro que le había causado mucha impresión.

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                                    Era muy temprano cuando me levanté. Me sentía un poco aturdida, pero cuando me vi la piel enegrecida y el traje hecho arapos, recordé inmediatamente lo que había ocurrido. Salí al cuarto de estar sin hacer ruido y allí le vi. Laik dormía en el sillón. No tenía el aspecto que me había parecido ver en la oscuridad de por la noche. Estaba tal y como el era, pero sus ropas se veían destrozadas.

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                                    Parecía tan sereno, con tanta calma en él, que me quedé embobada mirándole. De pronto me di cuenta de que tenía unas pintas horribles. ¡Todo el pelo destrozado y sin ropa! Si Laik se levantaba y me veía así ¡qué vergüenza! Ya me había visto así por la noche, pero la oscuridad seguro había tapado gran parte de lo horrible que estaba. Sin hacer mucho ruido miré cómo estaban mis hijos. Ambos dormían tranquilamente, después de que acostara a Deirom, que tenía la extraña costumbre de salir de la cuna, así que me fui a duchar y a arreglarme el pelo. ¡Menos mal que la reparación mágica era algo que por lo menos se me daba bien! Hacerlo con mi traje no fue dificil, aunque me llevó un poco de tiempo. Cuando acabé, escuché ruidos en mi habitación. Seguramente era Laik, que ya se habría despertado. Abrí la puerta despacio y allí le vi.

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                                    Se había puesto la ropa que llevaba cuando vino a saludarme en la Taberna de Varg y que yo bien sabía que se había dejado en casa. Por orgullo no me atreví a llamarle para decirle que aquí había ropa suya. Ahora me alegraba de que después de lo de anoche se pudiera poner algo. El estaba acabando de arreglarse. Sabía que yo estaba en la habitación pero no me miró. Mantenía la cabeza agachada con un ligero rubor. Luego se levantó fue a la cómoda a recoger algo y yo le detuve. Se le veía tan cansado que me sentí mal por verle así. Tenía ojeras marcadas y sus ojos azules y brillantes no lucían con la fuerza de siempre.

                                    Vastid-¿Te vas...? (Pregunté en un susurro. Desde luego con la presencia de Laik parecía haberme vuelto idiota.)
                                    Laik me miró un segundo. No sé muy bien sin con sorpresa o con curiosidad.

                                    Laik-Sí. Tengo que ir al trabajo.
                                    Vastod-¡Ah! ¿Aún sigues en el mismo trabajo?
                                    Laik-Claro, Vastid.
                                    Vastid-Te ves cansado... ¿No podrías tomarte el día libre para descansar?
                                    Laik-No tengo tiempo para descansar, Vastid.

                                    La voz de Laik sonaba dura. Estaba segura de que aquel momento le resultaba incómodo, no solamente por lo que había pasado por la noche, sino también porque yo le había echado de casa. Me arrepentía de algunas de mis actitudes con él y más viéndole en ese estado. ¿Ese estado? ¡Claro! ¡Podía servir! Abrí rápidamente un cajón de la coqueta y de él saqué un frasco de elixir rojo y brillante. De mis muchos experimentos con la alquimia, había logrado realizar un elixir vigorizante con éxito. (A pesar de que en aquel momento llevaba semanas sin tocar el puesto de alquimia)

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                                    Vastid-Espera Laik, antes de que te vayas... (Y antes de que él pudiera decir nada, le lancé el frasco a los pies. Su poder le inundaría rápidamente y le llenaría de fuerza durante las horas que estuviera trabajando.)

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                                    Laik-¿Qué, que es esto?
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                                    Laik-Vastid...

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                                    Vastid-Cuando salgas del trabajo... ¿Vendrías a casa? Me gustaría hablar contigo. (Después de decir esto, él me miró muy serio. Sabía perfectamente el tema del que yo quería hablar pero con un breve suspiro asintió lenta y brevemente.
                                    Laik-Está bien... Vendré cuando salga.
                                    Vastid-¿Tienes tu juego de llaves, verdad?
                                    Laik-Sí.
                                    Vastid-Bien... entonces no hace falta que llames.

                                    Laik volvió a asentir en silencio y después se marchó sin decir nada. No entendía bien por qué me pasaba, pero me disgustaba pensar que él estuviese enfadado conmigo. Y sí, ya lo sé, lo sé... Sé que es una actitud muy egoísta por mi parte, mucho más después de mi actitud con él, pero yo también había vivido engañada.
                                    Intentando quitarme esos pensamientos negativos, pasé el resto del día con mis hijos.

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                                    Ambos, ajenos a los problemas de sus padres, jugaban tranquilamente, mostrando algunas veces sus pequeños truquillos de magia y como yo, seguía de baja remunerada pues también me dedicaba a intentar enseñarles a hablar. Por su parte, Laik cumplió lo que dijo y vino a casa cuando salió del trabajo. Pillándome en plena enseñanza con Deirom.

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                                    Vastid-No, Deirom, no... Mira... guuuuuusssssssssaaaaaannnnnooooo.
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                                    Vastid-¿Pero qué? Tu si que estas hecho un yuchano... ¡Oh! Hola Laik...
                                    Laik-Hola, Vastid...
                                    Vastid-Te dejé comida en el horno... Pensé que vendrías con hambre...
                                    Laik-¡Oh! Vale... muchas gracias...

                                    Laik se dirigió a la cocina y sacó la comida que había preparado. Sabía que le gustaba la pasta a la carobanara, así que eso le preparé. Después de todo lo que había pasado... ¿Qué mejor que empezar con buen pie? Me pareció verle sonreír por el rabillo del ojo cuando sacó el plato del horno. Luego se sentó y se puso a mirar como intentaba enseñar a hablar a Deirom.

                                    Vastid-A ver Deirom... probemos con algo más facil... Mira, di flor. ¡Flor!
                                    Deirom¡Tú!
                                    Vastid-¡¿Yo, flor?!
                                    Deirom¡No! ¡Yuchano!
                                    Vastid-¡¿Cómo que gusano yo?!

                                    Laik al escuchar aquella conversación comenzó a reirse. Deirom, viendo que se reian sus gracias, comenzó a soltar palabras sin sentido hasta que de pronto se puso a aullar como un lobo.

                                    DeiromAuuuuuuuuuuuu, auuuuuuuuuuuuu.

                                    Laik calló de repente y yo apreté los dientes alborotada. ¡Este crío bocazas! ¡Tan pequeño y tan metepatas! Cogí rápidamente a Deirom y me lo llevé a la cuna.

                                    Vastid-Bueno, hora de dormir, enano. Ya se te fue la cabeza demasiado, hoy, con tantas palabras. Despídete de tu padre como te he enseñado y a dormir. Le hice un gesto con la mano a Deirom para que se lo hiciera a Laik y el niño lo captó enseguida.
                                    Deirom¡Ayooo! ¡Ayooo!
                                    Laik-Adiós, hijo.

                                    Luego le puse en la cuna e intenté que se tumbara. Deirom parecía que quería más diversión, pero yo no estaba dispuesta a que volviera a meter la pata.
                                    Vastid-Mira, duérmete, duérmete ya... Que ya llevas un día bastante completito... ¡Ay, hijo mío! ¡Como seas tan bocazas de mayor me veo sin nuera!

                                    Cuando salí al cuarto de estar, Laik ya estaba sentado en el sofá. Así que entornando la puerta de la habitación de los niños, me acerqué y me senté despacio. Había que comenzar la conversación de alguna manera así que bueno, comencé diciendo cualquier tontería. Total, no quería una situación tensa desde el principio. Por el bien de Laik y por el mío.

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                                    Vastid-Desde luego que... los lunes no dan nada en la tele... Esto... ¿quieres ponerla?
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                                    Vastid-Esta bien... Mmm... ¿Co... cómo has estado este... este tiempo?
                                    Laik-He estado. No puedo decir mucho más, la verdad.
                                    Vastid-¿Vives en alguna casa de por aquí cerca?
                                    Laik-No, actualmente estoy viviendo con una compañera del trabajo. (¿¡Una compañera del trabajo!? ¿Pero qué broma macabra es esta? "Controla tu enfado, Vastid. Controlate...")
                                    Vastid-Ahhh... Ya veo... Entonces estás bien.
                                    Laik-Sí... Es una buena amiga. (Ya, una amiga.) ¿Y tú? ¿Cómo has estado en estos meses?
                                    Vastid-Pues... no he salido mucho. Me he estado ocupando de Deirom y Sarkia.
                                    Laik-Ya. He visto que estan muy habladores...
                                    Vastid-Si tu supieras... Y... bueno, ¿entonces te encuentras bien, comes bien? Digo, ¿te cuida bien esa amiga tuya?

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                                    Laik-Pues... sí... Bueno, nos repartimos las tareas de la casa.
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                                    Laik-No lo creo. Ella sabe lo que pasa en las noches de luna llena. (Ohhh... ¡Por ahí si que no paso! Osea, ¿que esa si sabe desde el principio lo que le pasa a Laik y a mí no me dijo nada nunca? ¡Será posible!)
                                    Vastid-Anda... Así que a ella no le ocultas nada... ¡Qué interesante!

                                    Laik notó perfectamente el tono sarcástico de mi voz y miró fijamente.

                                    Laik-A ella no le oculto nada porque no me importa lo que piense de mí.
                                    Vastid-¿Qué dices, Laik? ¿Realmente crees que pensaría algo malo de tí por habermelo contado? ¡Qué poco me conoces!
                                    Laik-Dilo con todas las palabras. Por haberte contado que era un monstruo.
                                    Vastid¿Cómo que un monstruo? Laik, ¿estás tonto?
                                    Laik-No, no estoy tonto. Sé lo que digo. Toda la vida, desde niño, he sido tratado como un monstruo. Condenado a esconderme porque los demás no comprenden lo que me pasa.

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                                    Vastid-Pero... ¿como van a comprender? Con esa actitud de esconder las cosas, lo único que haces es eso, que no puedan comprenderte... Que yo no pueda comprenderte.
                                    Laik-Al principio si pensé que tu podrías comprender mi situación. Siempre tan solitaria, sin importarte lo que dijeran los demás. Esa fue una de las razones por las que me enamoré de ti. Tu expresabas la soledad que yo también llevaba dentro y no te importaba. Cuando me decidí a pedirte algo más, iba con la esperanza de encontrar en ti una compañera que me pudiera entender. Tenía miedo de que me rechazaras como el monstruo que soy, pero pensé que podía contartelo hasta que... me contaste que eras una bruja y que no te gustaba. Entonces decidí no contarte nada. Si ya odiabas tu condicion sobrenatural, ¿qué pensarías de la mía?
                                    Vastid-Eso es muy egoísta, Laik. Igual que yo te conté que era una bruja, tu debías haberme contado que eras...
                                    Laik-Un monstruo.
                                    Vastid-¡Un licántropo! Eso no es ser un monstruo, Laik.

                                    Laik se levantó de golpe y comenzó a dar vueltas por la habitación. Yo también hice lo mismo, pero me cansé de seguirle sin que dijera nada y me senté en una silla.

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                                    Laik-Tu no sabes lo que es esta maldición. Tener que controlar tus sentimientos en todo momento porque sabes, que si te lleva el estres o la ira, te convertirás sin remedio en una criatura que causa odio, repulsión y terror a los que la rodean. Dime, Vastid, ¿alguna vez tuviste constancia de mis padres en el pueblo?
                                    Vastid-Mmm... no. Nunca los conocí, la verdad...
                                    Laik-Y nunca lo harás, Vastid. Ellos me abandonaron en el monte que está detrás del pueblo cuando solo era un infante. Cuando me vieron aullar a la luna, desgarrar sus muebles... Mi cánida sangre me permite recordarlo todo con claridad y me permitió sobrevivir en ese entonces. Toda la vida he estado inventando, inventando otra realidad para que nadie pudiera sospechar. Cuando niño, me quedaba hasta tarde, hasta que todos mis amigos se habían ido para regresar a la cueva donde tenía mi hogar. Mi ropa era robada y todo lo que tenía y con lo que sobrevivía... Condenado a vagar, mendigar y robar como un perro.
                                    Vastid-¿Por eso preguntabas por Sarkia y Deirom? ¿Por si eran licántropos?
                                    Laik-Sí. Cuando me dijiste que estabas embarazada, me sentí feliz, pero luego pensé en lo que supondría para nuestras vidas, para tu vida, el tener un hijo licántropo... En el tiempo que estuve trabajando, lo pensé... Yo sabía que hasta que no fueran infantes no empezarian a mostrar su condición de lobos. Entonces yo te diría lo que ocurría... Aunque no me perdonaras jamás. Pero las cosas se precipitaron. Aunque... me alegro que ninguno de mis hijos lleve esta maldición.

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                                    Vastid-Laik... Deja de torturarte. Actuaste mal. No porque seas un licántropo ni nada de eso, sino porque no confiaste en mí... Es cierto que no me gusta ser una bruja, de acuerdo. Pero a tu lado me animé a potenciar mi don o mi maldición en favor a los demás y eso me hacía feliz. ¿Quién más que yo comprendería tan bien tus sentimientos? Si me lo hubieras dicho, nos hubieramos unido más... Al fin y al cabo... somos dos "criaturas sobrenaturales".

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                                    Laik-No sabes lo que dices... No creo que hubieras querido compartir tu vida con un monstruo como yo... Y menos ahora.
                                    Vastid-El que no sabe lo que dice eres tú, Laik. No eres un monstruo. Eres un licántropo. Lo que los antiguos brujos llamaban como "buscadores". Un guerrero de la luna. Laik me miraba confundido. Entendía tan bien sus sentimientos que quería que se sintiera agusto. Tenía claro que quería que estuviese conmigo, pero si no dejaba atrás sus traumas, no conseguiría ser nunca feliz. Le miré a los ojos de la manera provocativa que tanto le gustaba y se lo pregunté directamente. ¿Has aprendido a convertirte en lobo con el tiempo? ¿O te ocurre sin que tu lo quieras?
                                    Laik-Si me estreso o me irrito mucho, la transformación llega sin que yo quiera... Por eso llegué así el día del cumpleaños de los niños... Pero si yo quiero, si me puedo convertir en lobo... Es algo que se aprende con el tiempo.
                                    Vastid-¿Y por qué no te transformas en lobo?

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                                    Laik-¡Ni hablar! No dejaré que me veas así.
                                    Vastid-Pues si quieres volver conmigo, tendré que ver como eres. Tendré que ver a Laik, no solo una parte de Laik.
                                    Laik-Estar a tu lado es lo que más quisiera, pero no puedo dejar que me veas como un...
                                    Vastid-Licántropo, Laik. Licántropo. Si me quieres te mostrarás. Esa imagen forma también parte de ti y yo te quiero a ti. Vamos, si ya te vi anoche... Pero quiero verte sin oscuridad, quiero verte a ti.
                                    Laik-... ... De acuerdo... Pero deberás hacer una cosa antes.
                                    Vastid-¿Qué cosa?
                                    Laik-Tienes que darte la vuelta.
                                    Vastid¿Que me dé la vuelta? ¡¿Pero por qué?!
                                    Laik-Hazlo, Vastid. La primera vez que se ve la transformación de un licántropo, seas como seas, se pierde el conocimiento por la conmocion. No quiero que te desmayes. Ya he visto lo que pasa en más ocasiones.

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                                    Refunfuñando hice caso a Laik y me di la vuelta. ¡Yo quería verle transformarse! Pero no tenía motivos para no creer en sus palabras. Al fin y al cabo, se iba a convertir en licántropo y eso era lo que importaba. Al poco de darme la vuelta, escuché un sonido extraño, como si algo se rompiera y luego muchisima luz inundó la habitación. Después todo quedó en silencio y yo no me atreví a mirar hacia detrás.

                                    Laik-Ya... Ya puedes verme... Vastid.

                                    Así lo hice, me di la vuelta y allí vi a Laik totalmente cambiado.

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                                    Tenía el pelo más largo, grandes colmillos y enormes garras. Pero sus ojos, los ojos que tanto me gustan, seguían siendo los mismos. El me miraba espectante y yo, primero hice una mueca pensativa, después sonreí, y sonreí mucho. Cosa que pareció relajar mucho a Laik. Me acerqué a él y poniéndole las manos en el pecho le pregunté, preocupada de si por mi culpa le había hecho pasar un rato doloroso.

                                    Vastid-Te... ¿Te duele la transformación?
                                    Laik-Mmm... No... Solamente, la primera vez que uno se transforma, resulta algo molesto... Después el cuerpo se acostumbra y no duele. Es más la impresión...
                                    Vastid-Laik, no eres nada horrible... Eres una criatura bella... ¿Sabes las cosas que podrías hacer por los demás con tus condiciones?
                                    Laik-No creo que al resto les guste verme por ahí...
                                    Vastid-Pues yo creo que sí. Por lo menos a mí me encantas. Si te es suficiente...
                                    Laik-Eso es lo único que me ha importado siempre.

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                                    Antes de que dijera nada más, sujeté del rostro a Laik y le besé tiernamente. Él era un licántropo sí, pero era mi licántropo. Y ya se sabe lo que cuentan las leyendas... los brujos y los licántropos eran grandes aliados. ¿Qué resultaría de la unión entre una hechicera y un licántropo? Cuando terminé de besarle, sonreí de manera burla y le dije:

                                    Vastid-Y ahora llama a tu amiguita del trabajo y le dices que te vienes a vivir conmigo.

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                                      Capítulo 11. Una familia demasiado normal.

                                      Capítulo 11. Una familia demasiado normal.

                                      Tal y como dije, Laik volvió a casa conmigo y los niños. La actitud de mi marido cambió radicalmente. Ya no estaba tenso, ni controlaba tanto sus emociones. Al principio y por costumbre lo hacia pero yo me enfadaba falsamente con él para que no lo hiciera. Poco a poco, Laik fue liberándose del peso que le suponía su condición licántropa y comenzó a ser feliz de verdad y por fin.

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                                      Iba al trabajo más animado, más contento. No le preocupaba tanto tener un día de estrés y que por ello su cuerpo se transformase. Yo le hacía venir a casa en su forma licántropa y de vez en cuando le hacía transformarse para mí. Ver la alegría en sus ojos cuando me ponía a su lado estando él bajo su forma licántropa, es algo que también me hacía feliz a mi.

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                                      Conmigo ya no tenía que reprimir más sus instintos lobunos. Si bien es cierto que al principio procuraba no comportarse como un licántropo, con el tiempo eso se le olvidó. Yo debo decir que por mi parte conseguí todo un logro (y tengo que decirlo porque me siento orgulloso de ello), y es que logré convencer a Laik para que usara su condición sobrenatural para ayudar a los demás. A Laik siempre le ha gustado ser amigable y generoso con la gente, por eso escogió el oficio de cuerpos de seguridad. Poco a poco, y como en Moonlight Falls hay todo tipo de criaturas sobrenaturales, Laik perdió el miedo y la vergüenza de convertirse en licántropo delante de la gente. ¡Además! Debo agradecer infinitamente a los otros licántropos de la ciudad que tanto le han ayudado.

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                                      Laik consiguió ser muy pronto uno de los licántropos más queridos del pueblo. La gente sabía lo que era, pero le trataban como a un héroe. Tan normal se trataba el tema de Laik que había veces que no adoptaba su forma humana en todo el día. Yo por supuesto no tenía problemas. Me gustaba de todas formas. Mis hijos tampoco tenían miedo de su padre. Él les quería y ellos le querían.

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                                      Bueno, y dejando de hablar de Laik, que al final va a parecer él el protaginista de la historia, yo ascendí en mi trabajo. Las pitonisas del pueblo llevaban pañuelos en la cabeza pero yo me vestía como me daba la gana. Mis dotes de bruja me servían muy bien para adivinar la vida de los demás, aunque más de una vez tuve que callarme algunos hechos desafortunados y sutilmente aconsejar a mis clientes para que no acabaran encontrándose de bruces con mi amiga la muerte.

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                                      Debo de confesar que también hacia un uso un tanto cuestionable de mi papel de adivina... ¡Pero no se me puede juzgar! Cualquiera en mi situación lo habría hecho... El caso es que la amiga con la que Laik había compartido piso, había acudido en alguna ocasión al carromato para que le echaran las cartas... Yo me había decantado por la rama mística por mi afición a la alquimia, pero mis compañeras de trabajo me dejaban atenderla como favor personal. Cuando le echaba las cartas, no me dejaba ver. Simplemente le permitía verme las manos y entonces aprovechaba a escudriñar en su pequeño cerebro para ver si la muy... amistosa, había intentado algo con Laik y sobre todo si lo había conseguido... Por que claro, si me enteraba de eso, a él le cortaría sus partes mas nobles de lobo. ¡Quedaba dicho!
                                      Para mi alegría, aquella chica no había intentado nada con él porque lo veía como a un buen amigo y nada más... Debe ser porque según percibía, le gustaban mas las lobas que los lobos. Pero bueno, ese es otro asunto. Yo salía del trabajo feliz y eso era lo que importaba.

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                                      En mis ratos libres también me dedicaba a coleccionar insectos y metales para mis elixires. A veces intentaba el ritual de conversión, pero soy una negada total para la magia con fines beneficiosos para uno mismo y para la magia negra, así que fracasaba la mayor parte de las veces.

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                                      De todas formas, mi vida era tan tranquila que poco me importaban mis continuos fallos con la magia. Con lo que ganabamos Laik y yo, preparamos una habitación nueva, porque el cumpleaños de Sarkia y Deirom estaba muy cerca.

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                                      Laik erjercía su papel de policía y cada vez tenía mejor horario de trabajo. También se estresaba menos y como ya había conseguido dominar la transformación de las veces que le había hecho transformarse, aunque se estresara ya no se convertía si él no quería.

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                                      El día del cumpleaños de Sarkia y Deirom llegó y aunque tuvieramos amigos en el pueblo, preferíamos que fuera un cumpleaños intimo, ya que no pudimos tenerlo cuando se hicieron infantes. Yo pensaba en cual sería el mejor regalo para ellos y viendo que a los dos les encantaba estar al aire libre, me dediqué a hacer elixires vigorizantes. Así los fines de semana podían pasarselo bien sin cansarse.

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                                      Laik-No, jefe. Aunque me vaya a pagar horas extras, hoy no puedo ir de nuevo al trabajo. Es el cumpleaños de mis hijos. Sí... sí... Vale, de acuerdo. ¡Gracias jefe! ¡Hasta luego!

                                      Aquella tarde noche llevamos la tarta de cumpleaños y vimos crecer a nuestros hijos.

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                                      Deirom si esperó a soplar las velas pero Sarkia... ¡Ay Sarkia! Una niña muy impaciente con todo... Ella no esperó ni a soplar las velas.

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                                      Mis hijos eran unos niños muy serios. De las gracietas que hacía Deirom de infante, no quedó nada. Se había vuelto un muchacho serio al que le gustaba vestir bien. Ciertamente, mi hijo había nacido con una belleza elegante, pero a pesar de que no era un gruñon, su seriedad me dejó impactada.

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                                      No me quedé sorprendida porque no me guste la seriedad... ¿Quien hay más gruñona que yo? Simplemente, que sus risas y gracietas derivasen en esa seriedad me sorprendía.

                                      En cuanto a Sarkia...

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                                      Bueno, a Sarkia ya se le notaba el carácter desde bien pequeña. Ahora, siendo una niña, es bastante presumida. Demasiado para mi gusto, y siento decirlo porque soy su madre. La verdad es que mi hija es guapa, igual que su hermano gemelo Deirom, pero a veces resulta frustrante ver como una niña tan pequeña pasa el día mirándose en los espejos.

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                                      Atendiendo a sus conversaciones, me hacian sospechar de que ellos no estarían muy interesados en la magia. Ni ahora ni en un tiempo después, a pesar de su condición de "hechiceros" como dijo el unicornio. ¿Se referiría a estas dificultades cuando me dijo que no todo en mi familia sería bueno?

                                      Sarkia-Mañana tenemos pensado ir mis amigas y yo a tu clase, Deirom.

                                      Deirom-¿A mi clase? Los del grupo A no son bienvenidos en el B. ¿Para qué queréis venir?
                                      Sarkia-Porque en tu clase están los chicos más guapos. En la mía son todos feos y gordos.
                                      Deirom-Estas tú que alguno de mi clase os va a hacer caso. Siempre están hablando de fútbol y además, que no nos interesan las chicas.
                                      Sarkia-No todos son como tú Deirom, que tu solo piensas en videojuegos y ropa.
                                      Deirom-Piensa lo que quieras, tonta. Mayor el chasco que te llevarás... Por cierto ¿Y mamá? ¿Se fue a dormir ya?
                                      Sarkia-Sí. Yo creo que sí... Ha estado haciendo sus cosas de bruja y se ha ido.
                                      DeiromAhh... ¿Y tú? ¿Has prácticado algun truco de magia?
                                      Sarkia-¿Yo? ¡Yo paso de eso! Ser bruja es ser un bicho raro. Mis amigas lo dicen y tienen razón.
                                      Deirom-¡Un respeto por mamá Sarkia!
                                      Sarkia-¡Aquí llegó el defensor de la justicia! A ver, Deirom que no me seas falso... Que yo sé que piensas igual porque con tus amiguitos niegas ser un brujo.
                                      Deirom-Pero porque no me gusta. Prefiero mis videojuegos y mi ropa. Pero yo me callo. Tú cállate porque si mamá nos oye se va a enfadar y nos quedaremos sin ver a nuestros amigos.
                                      Sarkia-Sí, tienes razón... Mamá es muy gruñona y nos castigaría si se entera que no nos gusta ser brujos. ¡A dormir ya, que mañana me tengo que duchar antes de ir al cole!

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                                      Estaba claro que mi deseo de una familia normal se había cumplido. Aunque no sabía hasta qué punto podía haberlo hecho. A mi nunca me gustó mi condición de bruja pero junto a Laik aprendía quererla. Ahora me dolía que mis dos hijos renegaran de su condición y más cuando era más especial que la de cualquier brujo... ¿O tal vez no tanto? Ahora me asaltaban las preguntas... ¿Habría sentido esta decepción mi madre?

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                                        Que rubisimos han salido Sarkia y Deirom, ninguno ha heredado el pelo de su madre, aunque son preciosos.

                                        Me alegra que al fin Laik y Vastid se hayan reconciliado. Menos mal que el problema solo era que Laik era licantropo y no habia cuernos ni amantes ni nada de eso, porque empezaba a pensar que Laik abandonaria a Vastid por otra.

                                        A ver que tal evoluciona esta familia tan "normal" jejeje

                                        A Saclae le gusta esto

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                                          Sí... Desde ya digo que la genética de Laik (en cuanto al físico) es muy fuerte xD!! Sobre la reconciliación pues no tiene que ser fácil ser un licántropo pero bueno, ya sabemos lo que es Laik y al menos les va bien juntos... Aunque ahora parezca que Vastid se aburre un poquillo xD! Veremos cómo se desarrolla todo este asunto de poderes mágicos jajajajaja

                                          ¡Gracias por pasarte como siempre Garfielz! ^^ Siempre es una alegría ver que hay alguien que te lee =D

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                                            Capítulo 12. Adiel.


                                            Capítulo 12. Adiel.

                                            Mi vida transcurría tan normal que apenas me acordé de que mi cumpleaños había llegado.

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                                            Sarkia-¡Feliz cumpleaños, mamá!
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                                            Sarkia-Sí, mamá, tu cumpleaños. Papá nos dijo que era hoy...
                                            Vastid-Cierto, cierto... Lo es. Ya no sé ni donde tengo la cabeza.
                                            Sarkia-¿Y te harás mayor? Es que yo pensaba que las brujas no envejecían.
                                            Vastid-Sí envejecemos... Claro que envejecemos. ¿Por qué lo preguntas? (No sé por qué, pero en aquel momento no me pareció lo más indicado explicarle a Sarkia que solo algunas brujas no envejecían por sus malévolas pociones y hechizos.)
                                            Sarkia-No, por nada... Curiosidad, simplemente.

                                            Mi cumpleaños no fue una celebración por todo lo alto. No lo necesitaba y no quería que los vecinos y amigos cotillearan nuestras cosas. Sí, lo reconozco, siempre he sido muy mía para mis cosas.

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                                            Laik se fue muy temprano, convertido en licántropo porque decía que necesitaba hacer ejercicio y vino con una pequeña tarta de cumpleaños.

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                                            La verdad es que el cambio de etapa no se notó demasiado en mí. Lo bueno que tenemos las brujas es que no envejecemos tan mal... Si nos dejamos envejecer, claro.
                                            Me puse un abrigo porque refrescaba un poco aquel sábado y despidiendome de la familia, me fui a trabajar.Laik quería llevar aquel sábado a los niños al parque, así que nos veríamos a la hora de comer en casa.

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                                            Laik-¡Vamos al parque, niños!
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                                            Laik-¡Claro! ¿Qué problema hay?
                                            Sarkia-Es que... Vas llamando un poco la atención.
                                            Deirom-¡Cállate, tonta! Di que no papá, que molas un montón.

                                            Según Laik, aquella mañana de parque se lo pasaron muy bien. Él recolectando y buscando, y los niños haciendo de las suyas.

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                                            Sarkia-¡Espera, papá! ¡No corras tanto!
                                            Deirom-¡Jo, qué manera de correr! ¡Como mola!

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                                            Chica de la gorra-¡Hombre! Si son los hijos de Laik y Vastid, ¿no? ¿Queréis comer algo, chicos?
                                            Sarkia y Deirom-¡Hola!
                                            Hado rubio-Soy fan de vuestro padre, chicos. ¡El otro día le vi actuar en frente de mi casa! ¡Cómo agarró al ladrón!
                                            Deirom-¡Mi padre es un crak!
                                            Sarkia-Oye, hado... ¿Tu te quedas así de joven para siempre?
                                            Hado rubio-Pues me mantengo joven por mucho tiempo pero también envejezco.
                                            Sarkia-Ahhhhhh...

                                            Aquel fin de semana pasó como otro cualquiera. Si no contamos la presencia de zombis alrededor de mi casa. Los zombis de la ciudad eran muy agresivos y eso no era lo normal en Moonlight Falls. Aquellos zombis atacaban a las demás criaturas e intentaban matarlas para devorar sus cerebros. También podían comerse el resto del cuerpo. Sé que suena asqueroso, pero aquellos no muertos eran realmente peligrosos. Las autoridades lo avisaban, que las legiones de zombis con luna llena ya no eran los de hace unos años. No se sabe cómo ni porqué, aquellos no muertos se habían convertido en autenticos asesinos y máquinas de matar. Por suerte, nosotros teníamos a Laik, que nos defendía en todo momento.

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                                            Laik-¡Oh! ¿Pero qué tenemos aquí? Una zombi rondando por mi jardín... Lo siento querida, pero de aquí no pasas más.

                                            El domingo por la noche, cuando Laik vino a acostarse, notó que algo me pasaba. Hasta yo me lo notaba.

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                                            Laik-Ey, Vastid... ¿Qué te pasa? No se si definir tu cara como gruñona o seria.
                                            Vastid-Estoy aburrida, Laik... Aburrida de tanta normalidad.
                                            Laik-¡Ay! ¿Quién te ha oido y quien te oye? Pero Vastid, si tu eras la primera que quería normalidad...
                                            Vastid-Ya, ya lo sé Laik... Eso era lo que quería en un principio pero desde mi encuentro con el unicornio pense...
                                            Laik-¿Encuentro con un unicornio? Espera, espera... ¿Qué me he perdido?

                                            ¡Ais! Era verdad, no le había contado nada de lo del unicornio a Laik en todo aquel tiempo. Muy mal hecho, Vastid. Pero bueno, más vale tarde que nunca. Me disculpé con Laik por no habérselo contado y a continuación le conté toda la historia y todo lo que me dijo el unicornio con pelos y señales. Laik me miraba con el rostro serio pero con un gesto de claro interés por la historia. Cuando acabé de contárselo, suspiré profundamente.

                                            Vastid- Viendo lo visto... no sé qué creer. Sarkia y Deirom no parecen tener ningún interés por la magia.
                                            Laik-Sí... estos dos no tienen muchas papeletas para poder ser "poderosos hechiceros". Peeeeero, no te preocupes, Vastid. No hay por qué dudar de lo que dijo esa criatura. Al fin y al cabo, es una criatura mística. Puede que nos sorprendamos en un futuro. Desde luego, la pareja que formamos no es nada normal, si eso te sirve de algo... ¡jajaja!
                                            Vastid-Puede ser... Pero yo creía que con mis dotes mágicas podría ayudar a la gente. Pero nadie aquí necesita ayuda. Es más, hay otras brujas... brujas normales y corrientes que hacen de las suyas y prefieren sus pócimas malévolas y sus falsos consejos. ¿Cómo no voy a estar aburrida?
                                            Laik-Eso tiene fácil solución... Yo te divierto si quieres.
                                            Vastid-¡Jajajaja!

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                                            Debo reconocer que pasé una buena noche con Laik. Al fin y al cabo, él era quien me alegraba los días con su humor y sus alocadas ideas. No obstante, el tiempo pasó y las cosas no cambiaron mucho.

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                                            Vastid-Venga, acabar todos los deberes. Ya que no queréis saber nada de brujería, por lo menos ser buenos estudiantes para tener un buen futuro.
                                            Sarkia-Bueno, mamá... Yo voy a ser modelo, asi que...
                                            Vastid-Así que estudiarás para no ser la típica modelo sin cerebro. ¿Entendido?
                                            Sarkia-... Sí, mamá.
                                            Deirom-Yo si estoy estudiando, mamá.
                                            Vastid-Me alegra oírlo.

                                            Parecía que aquel mes sería tan tranquilo como los demás, pero... me equivocaba. No sé si para mi buena o mala suerte. Una noche empecé a sentir nauseas y esas nauseas me las conocía de sobra.

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                                            No puedo decir que fueran tan fuertes como cuando me quedé embarazada de Sarkia y Deirom, pero estaba claro que se trataban de nauseas de embarazo.

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                                            Cosa que comprobé muy pronto. Volví a sentir una energía especial dentro de mí. Pero era distinta de la que sentí con Sarkia y con Deirom. La energía de mi primer embarazo era agradable pero agotadora. Eso se debía seguramente a que había otros dos magos dentro de mi. Ahora la energía no solo era agradable, era una sensación muy especial. No sé exactamente como describirla.

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                                            A la mañana siguiente no perdí el tiempo y antes de que Laik se fuera a trabajar y los niños se fueran al colegio, les anuncié el embarazo.

                                            Vastid-Familia, antes de que os vayáis debo deciros una cosa... ¡Estoy embarazada de nuevo!
                                            Laik-¿Qué? ¿En serio?
                                            Deirom-¡Ala! ¿Hicisteis el sandwich?
                                            Laik-¡Cállate, niño!

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                                            Deirom-¡Qué guay mamá! ¿Que será? ¿Niño o niña?
                                            Vastid-Pues no lo sé, Deirom. Eso te lo dice el médico cuando te inspecciona.
                                            Deirom-Pues cuando te lo diga, nos lo dices.
                                            Vastid-Prefiero que sea sorpresa...

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                                            Sarkia-Sí, yo también quiero que sea sorpresa. ¡Pero espero que sea chico!
                                            Laik-¿Y esa preferencia? ¿No quieres una hermanita?
                                            Sarkia-No, yo quiero ser la única chica de la familia. Bueno mamá, me voy a vestir y me voy al cole. ¡Enhorabuena! ¡Ojala sea chico y sea normal!

                                            Sarkia me empezaba a preocupar. No sé que tipo de amigas tenía mi hija, pero sus palabras me sonaban demasiado crueles para una niña. ¿Que ojalá fuera normal su hermano o hermana? ¿A qué venía eso? A esta niña le iba a tener que dar yo, una lección. Aunque, mirándolo por otro lado... Yo a su edad era igual. No quería saber nada de brujería.

                                            Los siguientes meses fueron bastante buenos para la economía familiar. Parece que mi embarazo animó a Laik y eso le hizo ascender aun más, hasta el punto de que le entregaron un coche patrulla para él solo.

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                                            Laik-Mira, mi vida. Cada vez que ascienda, conseguiré nuevas cosas. No sufriremos por nuestra economía y el bebé no tendrá que criarse en un ambiente tan malo como por desgracia tuvieron que ser criados Sarkia y Deirom. ¿Qué te parece el coche? ¿A que es genial?
                                            Vastid-¡Jajaja! Sí, si que lo es...

                                            Definitivamente Laik y yo eramos felices y eso se notaba. El aburrimiento que me había acosado los últimos meses se había disipado con la ilusión de un nuevo miembro en la familia.

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                                            Y el día de su llegada se acercaba cada vez más y más. Hasta que un día, mientras estaba en el baño, sucedió. Rompí aguas y comenzaron los dolores del parto.

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                                            Vastid-¡Laik! ¡Laaaaaaaaaaaaaaik!

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                                            Laik-¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío! ¡Vámonos al hospital!
                                            Vastid-¡NO! Laik, te dije que lo tendría en casa.
                                            Laik-Pero ¡mírate! ¡mírame! ¡mírate! ¡mírame! Que, que, que ¡Qué lo vas a tener ya!
                                            Vastid-¡Ay, ay! ¡Laik! ¡Tanto que detienes ladrones, te enfrentas a zombis y te la juegas con los criminales! ¡Por Dios, que es solo un parto! ¡Relájate y ayúdame, que ya no me da tiempo a ir a la cama!

                                            Laik estaba muy nervioso. Él no estuvo en el primer parto y no tenía experiencia. Pero bueno, no me puedo quejar, Laik consiguió controlar sus nervios y me ayudó en todo momento.

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                                            Finalmente y ante nuestros ojos nació un niño. La energía de nuestro nuevo hijo era muy especial, muy grande y llena de calma. Su presencia nos dejó en una nube, como si nos rodeara una melodía que no se podía escuchar, pero si sentir. Esta vez no tuve dudas, mi hijo tenía que ser un hechicero. Tenía que tener un nombre tan melodioso como su presencia y por eso, nuestro pequeño se llamaría Adiel.

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                                              Bueno, tengo la sensación de que este legado no ha tenido demasiada buena acogida. Tal vez porque es muy largo o se haga pesado de leer. Aunque en origen ya va por la mitad de la 7ª Gen, sólo publicaré hasta la 2ª en AS porque es bastante breve a no ser que alguien quisiera que lo siguiera poniendo por aquí pero tal y como va, lo dudo mucho xD

                                              Dicho esto, dejo el 13

                                              Capítulo 13. Lo mágico y lo normal unidos en un mismo lugar.

                                              Capítulo 13. Lo mágico y lo normal en un mismo lugar.

                                              Después del nacimiento de Adiel, Laik y yo decidimos trasladar la nueva cama que compramos y la cuna a nuestra habitación. Laik estaba realmente embobado con Adiel a pesar de que no fuera un licántropo. Los ojos de nuestro hijo, que aun no estaban muy definidos, parecían etéreos y llenos de bondad. El simple hecho de mirarle llenaba el alma de paz y tranquilidad.

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                                              Laik ya había cuidado de Sarkia y Deirom cuando eran bebés, mucho antes de nuestra discusión, pero con Adiel mostraba un cuidado especial. Era como si mi marido pudiera sentir su pequeña magia en el ambiente. Algo que solo podemos sentir los brujos entre nosotros.

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                                              Los días fueron pasando y desde el nacimiento de Adiel, las cosas cambiaron un poco. La verdad era que ocurrían hechos cuanto menos curiosos alrededor de nuestra casa. Los gatos y perros callejeros que muchas veces se acercaban para romper los periódicos (cosa que me enfadaba enormemente), ahora no solamente venían a hacer de las suyas, sino que se colaban detrás del jardín y se ponían debajo de la ventana de mi habitación. Justo la ventana que estaba sobre la cuna de Adiel. Allí se quedaban minutos, incluso horas. En silencio si estaban despiertos o durmiendo. Luego se iban sin más. También me pareció que algún ciervo salía del bosque y se acercaba con cuidado para luego irse velozmente. Incluso los mapaches, a los que les gustaba destrozar los cubos de basura, ya no tenían ganas de hacer travesuras. Pasaban, miraban la casa y se iban. ¿Aquello sería por Adiel?

                                              Desde luego por Sarkia y Deirom no podía ser... Ellos estaban pensando siempre en otras cosas. Los días pasaron y el cumpleaños de Laik llegó.

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                                              Mi marido al igual que yo, se conservaba muy bien en su etapa adulta. Y antes de que pudieramos darnos cuenta, el cumpleaños de Sarkia y de Deirom llegó. En luna llena.

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                                              Quise pensar que este hecho podría significar algo bueno y distinto para ellos. Tal vez un futuro más mágico. Pero lamentablemente no fue así. Y mis dos hijos se convirtieron en dos adolescentes como los demás de su clase. Sin aspiraciones mágicas, sin interés por el mundo de los poderes, yo sentía que su magia iba mermando cada vez más.

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                                              Deirom, que era un poco más empático que su hermana, mostraba sus rasgos con más facilidad. Era un chico al que le encantaba estar al aire libre, culo de sofá porque se pasaba el día pegado a la televisión pero con un don especial para las plantas. Característica que seguramente le venía por su condición mágica. También tenía el sueño muy ligero. Le gusta la música country, el tofu explosivo y el color naranja.

                                              Sarkia no mostraba sus rasgos con facilidad, pero aquellos que la conocían bien podían saberlos. Se trataba de una virtuosa, adoraba la música. Como su hermano, era una culo de sofá, todo el día viendo la televisión. Era torpe, aunque ella lo negaba para no quedar mal con las amigas y no soportaba nada el arte. El color que más le gustaba era el de baya picante, su música favorita el rythm and blues y su comida preferida las tostadas.

                                              En cuanto a ellos, Laik pasaba un poco del tema. Les regañaba si hacían cosas que no le gustaban, pero él también había visto tan bien como yo, que nuestros hijos no se sentían muy identificados con nosotros. Yo sé, que por mucho que lo disimulara, eso le molestaba a Laik. No por él, sino por mí. Por ello se concentró en el trabajo, donde le habían pedido hacer cada vez más cosas raras, como ejercitarse. ¿Cómo le mandan hacer ejercicio si es tremendamente atlético? Asi pasaba... que cuando intentaba hacer "lo normal" en el trabajo, se llevaban sorpresas.

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                                              Laik-¡Ups! Creo que lo he roto...

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                                              No sé si lo logré por mi misma o porque algo en mi hijo me daba fuerza para realizarlo. El caso es que noté mi magia aumentada considerablemente.

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                                              Sarkia y Deirom por supuesto ajenos a todo esto que me estaba ocurriendo.

                                              Deirom-Anda Sarkia, venga, déjanos ir con vosotras.
                                              Sarkia-Tú y tus amigos sois unos frikis. No queremos frikis en nuestro grupo. ¿Te enteras?
                                              Deirom¡Oh, venga! ¡No seas así!

                                              Pero a pesar de que ellos estaban inmersos en sus intereses, no podía quejarme de su disposición cuando les pedía algun favor.

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                                              Por ejemplo, si Laik y yo saliamos por la noche a tomar algo, ellos no tenían impedimentos en cuidar de Adiel. De hecho, les gustaba. Adiel era un niño muy bueno y estoy segura de que la paz que transmitía también le llegaba a ellos.

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                                              Vastid-Ay, Laik... ¿Crees que estarán bien?
                                              Laik-Que siiiii, Vastid. Nuestros hijos podrán no querer ser como nosotros, pero no son malos y menos irresponsables. ¡Deja de preocuparte y baila un poco conmigo! ¡Que te van a salir telarañas!
                                              Vastid-¡¿Telarañas?! ¡A tí si que te van a salir telarañas, pero en donde yo te diga, porque no lo vas a volver a usar más!
                                              Laik-¡Jajajaja! ¡Qué gruñona!

                                              Lo cierto era que me lo pasaba en grande cuando salía con Laik, pero estaba deseando llegar a casa y juntarme con mi pequeño Adiel. Mi pequeño mago me hacía sentir muy bien y a veces sentía que no me quería separar de él nunca.

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                                              Me preguntaba todas las noches si el sería igual que sus hermanos. Si también él renegaría de la magia que había en su sangre.

                                              Vastid-Tú no serás como tus hermanitos ¿verdad? No, claro que no... Tú no renegaras de mamá...

                                              Y como el tiempo pasa para todos, también lo hizo para mi pequeño Adiel. Su cumpleaños llegó y lo celebramos entre los cuatro.

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                                              Parece que algunos con más animo que otros. El caso es que Adiel se convirtió en un guapo infante que irradiaba luz con la mirada.

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                                              Tenía mis ojos y mi color de piel pero el cabello rubio. Más claro que el de sus hermanos. Pero al fin y al cabo rubio, el cabello de Laik. Mi pequeño Adiel mostró rápido dos rasgos que le hacían especial. Era bueno y le encantaba estar al aire libre.

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                                              Como estabamos mucho mejor de dinero y como yo tenía que trabajar por la tarde, y solo los fines de semana, me encargué totalmente del cuidado de mi hijo. Adiel no perdía oportunidad de mostrar su gran sonrisa, tan limpia y pura como la de su padre.

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                                              Su padre, seguía con su trabajo. Estaba muy cerca de convertirse en un espía y se dedicaba a hacer informes y a asistir al trabajo cuando se le requería, aunque fueran altas horas de la madrugada.

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                                              Entre Laik y yo, conseguimos hacer reformas en la casa. Empezando primero por la cocina, poniéndola de los colores que más me gustan.

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                                              Yo ya no estaba entristecida ni aburrida. Los cambios en la casa y el aprendizaje de Adiel me animaban día a día. Tanto que retomé la alquimia al máximo, buscando todo tipo de materiales e insectos fuera de casa.

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                                              Con la inestimable ayuda de Adiel, claro. El cual, cada vez que salía era como un iman para los insectos. Él no se daba cuenta de ello, pues era feliz jugando y siendo el infante que era, pero su magia se podía sentir perfectamente. Una magia pura y limpia, un tipo de magia que nunca había sentido. Muy diferente a la del unicornio, pues Adiel era un humano, no una criatura mística. Debo reconocer que me encantaba sentirle cerca, tenía el presentimiento de que su magia sería poderosa, pero me preocupaba que no solamente yo pudiera sentirla.

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                                                Capítulo 14. Unos se quedan y otros se marchan.

                                                Capítulo 14. Unos se quedan y otros se marchan.

                                                La vida en mi casa transcurría con normalidad y mientras mis hijos mayores cada vez se despegaban más del nido, Adiel parecía tener una unión especial con aquella casa que me habían vendido con problemas en las tuberías. Sarkia y Deirom no se comportaban mal en casa, pero pasaban más tiempo con los amigos que con nosotros.

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                                                Deirom-No, no... ¡No, tronco! A ver, que si fuera por mí, me quedaba hasta las 6, pero que como desobedezca me van a hacer sacar la basura todos los días y paso de mancharme. ¡Me da igual si no lo comprendes!

                                                Al parecer, mi hija estaba empezando a tontear con un chico que se llamaba Abel.

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                                                Aquel chico no me gustaba para Sarkia. De hecho, las pocas veces que había venido a casa, le había pillado intentando llevarse algo. Creo que como a cualquiera, ya sea normal o sobrenatural, no me gusta que me roben y yo le avisé a Sarkia de ello. Si aquel chico volvía a intentar llevarse alguna cosa, por muy poco valor que tuviera, le iba a poner unas gotas de ad nauseum en la bebida para que no pudiera salir de su casa en una semana por los mareos. ¡Ya estaba bien!

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                                                Sarkia no aceptó lo que le dije de su novio y no perdió el tiempo en decirme que, cuando cumpliera la mayoría de edad, se iría de casa. Yo al principio le dije que eso era una tontería, pero recordé que yo me había ido muy joven de mi casa. Las causas evidentemente no eran las mismas. Mientras Sarkia lo hacía por puro capricho, yo lo hice por necesidad. De todos modos, Laik me dijo que no la insistiera en que se quedara. Mi marido había perdido a confianza hacía bastante tiempo en Sarkia. Su carácter alegre y simpático había cambiado con ella radicalmente. Supongo que le dolía los desplantes que nos hacía nuestra hija y la manera que tenía de despreciar nuestra condición sobrenatural. Por otra parte, Deirom, que a pesar de no tener un carácter tan despegado como su hermana, también quería irse, nos dijo que sus motivos eran diferentes. Él quería trabajar y vivir una vida lo más cotidiana posible porque no se veía capaz de usar la magia. Me pidió perdón miles de veces y yo le dije que no se preocupara. Deirom era un buen chico y yo sabía que al contrario que a su hermana, su condición no le producía asco o repulsión, sino mucho agobio. Eso ocurre cuando no se tienen perspectivas sobre la magia y se le tiene miedo. Si mi hijo temía la magia, aunque no me lo dijera, yo no sería quien para obligarle a ser un brujo. No sería como mi familia. Así que acepté a regañadientes que cuando él cumpliera la mayoría de edad, también se iría de casa.

                                                Pasando a temas más alegres, el cumpleaños de mi pequeño Adiel llegó y con él la nueva etapa en la vida de mi hijo más místico.

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                                                Siendo un niño, Adiel siguió mostrando su naturaleza mágica por donde pasaba.

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                                                Le encantaba estar al aire libre y muchas veces salía al pequeño jardín. Se quedaba horas inmerso en su mundo o leyendo. Porque tengo que decirlo, Adiel no mostraba un particular interés por las cosas que hacían los otros chicos. A él le gustaba más la lectura y le gustaba el conocimiento. Quería saber y quería aprender muchas cosas.

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                                                Otra cosa que me parecía curiosa era la manera que tenía de hablarnos a los demás miembros de la familia. Nunca lo hacía por el nombre y siempre lo hacía desde un profundo respeto que a veces me preocupaba.

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                                                Vastid-¿Qué tal te fue hoy en el colegio, Adiel? ¿Ya hiciste los deberes?
                                                Adiel-Me fue bien, madre. Normal, como siempre, supongo. Y claro, madre. Acabé los deberes hace un rato.
                                                Vastid-¡Qué bien! ¿Por qué no sales a jugar un rato? Puedes llamar a tus amigos si quieres.
                                                Adiel-No me apetece salir ahora a jugar, madre. Prefiero leer un poco o ver la tele, si puedo. Mis amigos estarán estudiando.
                                                Vastid-¿Estudiando? ¡Qué raro! Si a vuestra edad solamente pensáis en jugar. ¡Y por supuesto que puedes ver la televisión! No me tienes ni que preguntar. Cuando hayas hecho los deberes, puedes hacer lo que quieras.
                                                Adiel-Gracias, madre. Y a mis amigos y a mí nos gusta estudiar. Dicen que quieren saber tanto como yo.
                                                Vastid-Eso es bueno...
                                                Adiel-Oye, madre ¿te puedo hacer una pregunta?
                                                Vastid-Claro, hijo. Y ya te he dicho muchas veces que puedes llamarme mamá, si quieres.
                                                Adiel-Sí, madre. Esto... ¿La próxima noche de luna llena puedo visitar el cementerio de aquí al lado con padre?
                                                Vastid-¿El cementerio en luna llena? ¡Ni hablar, Adiel! Es muy peligroso, hay muchos zombis y más allí.
                                                Adiel-Ya, madre. Pero por eso te dije que me acompañase padre. Es que necesito ir...
                                                Vastid-¿Por qué necesitas ir?
                                                Adiel-No lo sé... Soy un brujo y solo sé que necesito ir.

                                                Los ojos de Adiel me miraron tan suplicantes que a pesar de mis recelos no pude negarme a su petición.

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                                                Me preocupaba que Adiel saliera por la noche con todos los zombis y más en luna llena. Pero mi hijo presentía que tenía que ir. Pensé que Laik, que ya estaba acostumbrado a enfrentarse a los zombis podría ayudar a que no le ocurriera nada. Aun así me preocupaba.

                                                Vastid-Está bien, hijo... Pero no quiero que estéis mucho rato.
                                                Adiel-¡Gracias, madre! No te preocupes, el cementerio está aquí al lado y solamente quiero visitarlo.

                                                Después de aquella conversación con Adiel, cuando se lo conté a Laik, quedó muy sorprendido. Al principio se negó como yo, pero luego aceptó y dijo que acompañaría a Adiel para ir al cementerio pero que sería una visita rápida. Eso me tranquilizó un poco. Aun así, me dediqué a comprar ingredientes para crear elixires que pudieran necesitar para aquella noche.

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                                                Y mientras compraba, cuando alguna de mis clientas me veía, no dejaban pasar la oportunidad de pedirme una lectura privada. Eso sí, yo no lo hacía gratis. Aquellas mujeres estaban siempre en el carromato y me abordaban allá donde fuera. Si alguien necesitaba ayuda, con gusto le hacía una lectura gratis, pero si ya era por puro vicio, tenían que pagar.

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                                                Adiel-Ya queda poco para la noche de luna llena.
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                                                Adiel-¡No es un capricho, hermano! Es algo que necesito... Tú como brujo deberías saberlo.
                                                Deirom-Ya sabes que la magia y yo no nos llevamos bien. ¡Y llámame Deirom! Que tengo nombre, Adiel...
                                                Adiel-Sí, hermano.
                                                Deirom-Mira que eres raro.

                                                Como decía, Adiel parecía ilusionado, pero a la vez espectante. Yo me preocupaba por él y Laik me regañaba en ocasiones. Como siempre, él era el que llevaba el optimismo como bandera. Para hacerme de reír hizo las más inimaginables tonterías.

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                                                Como un día disfrazarse de ladrón y perseguirme por toda la casa. Casi se lleva una ráfaga helada por el susto que me dió. Y muchas veces, después aquellas tonterías, acabábamos en la cama o en la ducha.

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                                                Debo reconocer que Laik lograba que me olvidara de mis preocupaciones y eso era algo que tenía que agradecer. De todos modos, la noche de luna llena llegó y Adiel, estaba claro que no se había olvidado.

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                                                Laik-Adiel, cuando acabes los deberes, saldremos.
                                                Adiel-Sí, padre. Me queda muy poco para acabar.

                                                Mi hijo no tardó mucho en acabar sus tareas. Estaba claro que deseaba ir al cementerio.

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                                                Adiel-Sí, padre. Estoy totalmente seguro. Tiene que ser hoy.

                                                Así fue como aquella noche, Laik se llevó a Adiel al cementerio. Yo le dije a mi marido que si necesitaban cualquier cosa, no dudaran en llamarme.

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                                                Pero lo cierto fue que no me llamó y cuando llegó a casa, me contó lo que había ocurrido en el cementerio. Él y Adiel llegaron al cementerio y mi hijo se paseó en silencio entre las lápidas, seguido de Laik. Luego, se quedó en silencio frente a una pequeña charca y Laik al verle tan serio le preguntó que qué le pasaba.

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                                                Adiel-¿Tú crees en el más allá, padre?
                                                Laik-¿En el más allá? Pues viendo lo que soy, ¿cómo no voy a creer? Tienen que haber muchos misterios en esta vida. ¿Por eso hemos venido? ¿Para ver si vemos fantasmas?
                                                Adiel-No exactamente... Es que verás, hay veces en las que escucho voces. Voces que no sabía de donde provenían... hasta ahora. Pensé que se trataría de voces del más allá porque nuestra casa no está muy lejos del cementerio, pero no es así. Me he paseado entre las tumbas y no consigo escuchar esas voces. Creo que no escucho las voces de los espíritus humanos... creo que más bien es la naturaleza la que se comunica conmigo... ¡No pienses que estoy loco!

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                                                Adiel-A veces no las entiendo muy bien... Otras solamente me saludan o me llaman por mi nombre. Pero nunca me han ordenado nada, ni me han dicho cosas extrañas. He leído sobre la esquizofrenia y estoy seguro de que yo no estoy loco.
                                                Laik-Adiel, no llores. Lo que te pasa no es algo que le ocurra a los demás. No estás enfermo, hijo mío. Pídele a tu madre, cuando crezcas un poco más, que te cuente la historia del unicornio. Yo ahora no puedo decirte más, pero quiero que sepas que te comprendo y que voy a estar aquí para lo que necesites.

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                                                Adiel-Gracias, padre... Te haré caso y le preguntaré a madre. También le contaré lo que me pasa... A ver si me puede ayudar.
                                                Laik-Así es, hijo. Y ahora vámonos si no quieres que tu madre me quite el pelo a mí y a ti te deje sin salir una buena temporada...
                                                Adiel-¡Jajajaja! Sí, tienes razón padre. ¡Vámonos a casa!

                                                Adiel, cuando llegó a casa se fue a dormir inmediatamente no sin antes mostrarme una de sus bellas sonrisas. Mi hijo era tan bueno que no quería mostrarme que había algo que le preocupaba. Después de hablar con Laik, comprendí que algo muy profundo y fuera de mi alcance le estaba ocurriendo a mi pequeño Adiel.

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                                                En los días siguientes hablé con él y me explicó lo que le pasaba. Yo también pensaba que podía comunicarse con los espíritus de la naturaleza. Lo sabía porque en mi casa había escuchado hablar de esa facultad pero dirigida a los espíritus malignos. Es cierto que para poder mantener una comunicación con los espíritus del mal, hay que prácticar mucho, sacrficiar muchas cosas y a muchas personas y tener un gran control de la magia para no acabar poseído por ellos. En esta ocasión, la capacidad de comunicarse con el mundo espiritual le era innata a Adiel. Podía hablar con ellos, le podían hablar y eran los propios espíritus de la naturaleza los que hacían que esa comunicación fuera posible. Los espíritus de la naturaleza no son malvados, son los que rigen la vida, y eso tuve que explicárselo a mi hijo porque tenía miedo del alcance de aquel poder. Le dije que no les temiera, que le dejaran hablarle, que no le harían daño y que sería más feliz. Que tuviera en cuenta solo una cosa, que era un hechicero y no un brujo. Mi hijo me hizo caso. Me dijo que él quería seguir la estela de la magia y que me enseñaría algún día a hablar con los espíritus. ¡Mi buen e inocente hijo! Yo sabía que jamás tendría esa capacidad.

                                                El tiempo paso así, con Adiel concentrado en su habilidad mágica y con Sarkia y Deirom esperando con ansias el día de su cumpleaños. Cuando llegó ese día, ambos estaban radiantes. La primera en soplar las velas fue Sarkia, ¿como no?.

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                                                Sarkia se convirtió en una mujercita muy parecida a mí, nada más que con el cabello de color rubio y la nariz mucho más fina.

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                                                Mi hija era hermosa realmente, pero su carácter y su dejadez, le daban un aspecto de presunción que no me terminaba de convencer. Después de su estancia en el instituto, sacó el rasgo de valiente.

                                                Deirom, no esperó a la tarta, como casi siempre...

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                                                Y cuando fui a buscarle del castigo que le había puesto por hacernos jugarretas, ya se había convertido en todo un hombre.

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                                                Deirom también era un chico muy apuesto. Con una elegancia muy masculina y a la vez muy tierna. No sé que diantres haría con sus amigos en su época de instituto para sacar el rasgo de temerario... Pero me ponía nerviosa de que mi hijo fuera todo un temerario, aunque me dijera que no me preocupara.

                                                Después de sus cumpleaños, Sarkia y Deirom se graduaron rápidamente para poder irse de casa en cuanto antes.

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                                                A mí sus prisas por irse ya no me afectaban. Me dolía que mis primogenitos se marcharan de casa pero no podía hacer más.

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                                                Sarkia se iba directa hacia un futuro no muy claro junto aquel chico de mala vida. Sin escuchar nuestros últimos consejos, Sarkia se marchó, eso sí, no sin antes decirnos que nos visitaría de vez en cuando... Veríamos si cumplía su promesa.

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                                                Deirom tardó un poco más en irse. Se despidió de todos nosotros y dijo que estaríamos en contacto. El vendría a vernos para saber de nuestra vida y que supieramos de la suya. Nos dijo que nos echaría de menos, pero que era lo mejor y que él sabía que aquella casa llena de magia ya tenía destinado un dueño y no era él. Se despidió muy cariñoso de su hermano Adiel, que lloraba de la pena y se marchó como lo hizo Sarkia. Mis hijos mayores eran Redirok, pero no serían ellos los que cumplieran con nuestro destino.

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                                                  Capítulo 15. ¿Quiénes te rodean, Adiel?

                                                  Capítulo 15. ¿Quiénes te rodean, Adiel?

                                                  Hacía unos años que Deirom y Sarkia se habían marchado de casa. De Deirom teníamos noticia de que trabajaba en los cuerpos de seguridad tal y como una vez hizo Laik. La diferencia era que Deirom aspiraba a ser especialista forense, por lo que en el trabajo no se veía mucho con Laik, aunque si que manteníamos el contacto. De Sarkia no sabíamos mucho, parece ser que su novio Abel no le llevaba por el buen camino. Su sueño de ser modelo se convirtio en un trabajo de camarera por las noches. Yo le había ofrecido regresar a casa, pero ella nunca había querido. Al igual que Deirom, decía que aquella casa ya tenía dueño. Se estaba refiriendo, evidentemente, al pequeño Adiel, quien siguió con su particular visión de la naturaleza y la magia.

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                                                  A su cumpleaños vinieron varios amigos y sus dos hermanos. (Sí, incluso Sarkia) La celebración estuvo muy bien, y Adiel se convirtió en un jovencito muy guapo y muy enigmático además de tener el rasgo afortunado. Cosa que no pasó desapercibida a su hermana Sarkia, que conociendo lo bueno que era, no tardó en intentar sonsacarle algo de dinero.

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                                                  Adiel-Ehh... ¿Está bien? No soy muy bueno bailan...
                                                  Sarkia-¡No digas tonterias! Venga, baila con tu hermana.
                                                  Adiel-Bueno... si tú quieres, no seré quien te diga que no, hermana.
                                                  Sarkia-¡Así me gusta! Y... oye... ¿te puedo pedir un favor de hermanos?
                                                  Adiel-¿Un favor de hermanos?
                                                  Sarkia-Sí, pero no se lo digas a mamá... Verás, no ando muy bien de dinero y necesitaria un poco. 2000 simoleones estaría bien.
                                                  Adiel-Te ayudaría, hermana... Pero sabes que no trabajo.¡Acaba de ser mi cumpleaños!
                                                  Sarkia-Lo sé, lo sé... Pero, pensaba que podrías coger el dinero de mamá o de papá. Tu eres su niño mimado. A ti no te diran nada.
                                                  Adiel-No soy ningún mimado, hermana. Mmm... está bien, te daré el dinero de mis ahorros. Pero prométeme que lo usaras bien.
                                                  Sarkia-¡Ay, gracias hermanito! ¡Sí, sí. Lo usaré bien!

                                                  Cuando me enteré de que Adiel le había dado todos sus ahorros a Sarkia me enfadé mucho. Estuve a punto de llamar a mi hija para decirle que le devolviera inmediatamente el dinero a su hermano, pero entre la insistencia de Adiel porque no lo hiciera, porque estaba seguro de que lo usaría bien (¡Qué inocente mi hijo!) y las nauseas que tenía últimamente, al final no la llamé.

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                                                  La verdad era que llevaba unos días bastante mal. Me encontraba muy mareada y con muchas nauseas. Además, me sentía muy cansada y tenía peor carácter. Estos síntomas no pasaron desapercibidos a mi familia, que se encontraba bastante preocupada.

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                                                  Adiel-¿Cómo se encuentra hoy madre, padre?
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                                                  La verdad fue que Laik no pudo llevarme al hospital al final porque esa misma noche descubrí qué me pasaba.

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                                                  Sí, de nuevo embarazada. Aquel licántropo debía llevar en su genética un generador de hijos. Las pocas veces que hemos tenido un descuido han dado como resultado un embarazo. Aunque la verdad, aquel embarazo era algo distinto. No sentía un aumento de magia, sino de agresividad y de sentimientos encontrados. Como en las anteriores ocasiones, se lo conté a Adiel y Laik. Ambos reaccionaron bien, pero diferente.

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                                                  Adiel-¡Eso es maravilloso! ¿Me dejas tocar la tripa?
                                                  Vastid-¡Por supuesto, hijo! Habrá que pensar qué habitación remodelar porque si es chico tendrá que ser de una manera y si es chica de otra...
                                                  Adiel-Yo ya sé que será.
                                                  Vastid-¡¿Qué?!
                                                  Adiel-Pero no te lo voy a decir... Sé que te gustan las sorpresas madre.

                                                  Cuando Adiel me dijo aquello, me guiñó un ojo y después continuó con sus tareas en el ordenador. Mi cara debio ser un poema al escucharlo. Luego se lo dije a Laik y él, como siempre, mostró su entusiasmo enseguida. En esta ocasión me regaló unas flores.

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                                                  Laik-¡Para la más gruñona de las gruñonas y por ese nuevo bebé que vamos a tener!
                                                  Vastid-¡Qué raro que me hayas comprado flores! ¡Jajaja! Licántropo loco.

                                                  Indudablemente también anuncié mi embarazo a mis dos hijos mayores. Sarkia me felicitó escuetamente. Dijo que se alegraba, pero que no podía ir a verme porque estaba saturada de trabajo. ¿¡Qué trabajo!? ¿¡Camarera!?

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                                                  Cuando llamé a Deirom, fue distinto. Mi hijo mostró mucha más alegría que su hermana y no dudó en decirme que vendría a verme.

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                                                  Algo que cumplió enseguida, pues a las pocas semanas vino a verme.

                                                  Deirom-Así que ahora vas a hacer de niñera, Adiel.
                                                  Adiel-No solamente haré de niñera, hermano. Me dedico a otras cosas, ¿sabes?
                                                  Deirom-¡Jajaja! Pero si parece que el buenazo de la familia tiene su carácter.
                                                  Adiel-¡Pues claro! Además no me provoques hermano... que sé lo poco que te gusta la magia y bueno... yo voy algo adelantado ya en eso...
                                                  Deirom-Vale, me callo. No digo más.
                                                  Adiel-¡Jajajaja! ¡Genial!

                                                  En realidad, Adiel no mentía respecto a lo que le decía a su hermano. Desde que pudo prácticar para canalizar sus poderes a traves de una varita, lo hizo.

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                                                  Sobre todo en las noches de luna llena, pues los poderes mágicos se ven muy aumentados. Adiel era capaz de crear bellos efectos con la magia y convertir los objetos en otros con gran facilidad. Nada que ver con la torpe de su madre. Y fue en una noche de luna llena cuando yo me puse de parto también.

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                                                  Pero digamos que en aquella ocasión, Laik no se puso tan nervioso y me ayudó en todo. Su mayor alegría fue descubrir que nuestro hijo, que resultó ser un niño, había nacido con la sangre licántropa de su padre.

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                                                  Laik se comprometió a ser un buen padre y un buen ejemplo para nuestro pequeño lobito, al que llamamos Irsus. Decía que él sería el padre que nunca pudo tener y que le haría ver que su condición de lobo no era mala. Aquello me alegró mucho oírlo. ¡Por fin Laik se aceptaba completamente y se sentía orgulloso!

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                                                  Yo por mi baja laboral me encargaba por las mañanas de Irsus, llevándole a pasear y enseñándole lo que podía. Adiel, como estaba en el instituto, se encargaba por las tardes junto a su padre. La verdad era que el embarazo de Irsus había sido duro. Ser madre de un licántropo no es tan fácil. Ahora entendía aquellos cambios de humor tan bruscos y aquella agresividad.

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                                                  Laik lo sabía y en una ocasión apareció por sorpresa en el parque y me propuso que nos fueramos de vacaciones unos meses, que necesitaba desconectar. Yo no quería dejar solo a Irsus porque era muy pequeño, pero Laik me convenció de que Adiel cuidaría bien de él. Por lo que al final nos decidimos a irnos.

                                                  Tengo que decir que Laik no se equivocó, como siempre, y Adiel fue un excelente cuidador de su hermano pequeño. Durante nuestras vacaciones, Adiel, junto a su amiga Brunilda, que realmente era su mejor amiga desde la infancia, cuidaron de Irsus mejor que cualquier canguro.

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                                                  Sé que Adiel hizo lo posible por agradecer a Brunilda su ayuda. Me parece que le compró unas flores blancas, símbolo de la gran amistad. ¡Adiel era todo un detallista!

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                                                  Aprendió a cocinar para que yo no tuviera que dejarle preparada comida antes de irme y he de decir que en mi ausencia se las apañó muy bien.

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                                                  Durante las noches, Adiel dormía en mi cama, al lado de su hermano por si se despertaba y necesitaba algo. Algunas veces me llamó para preguntarme sobre algunas cosas sencillas, como si tenía que limpiar el estante de los elixires y que le dijera cuáles eran los peligrosos, para tener especial cuidado en no tirárselos encima. Mi hijo realmente era un encanto.
                                                  Nuestras vacaciones acabaron justo el día del cumpleaños de Irsus para darle una sorpresa, pero el vuelo se retrasó y cuando llegamos, el pequeño lobito ya había crecido.

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                                                  Creo que Laik ahora entendía lo que era sentir una cercanía muy íntima con uno de tus hijos. Irsus representaba todo lo que era Laik y Adiel todo lo que era yo. Por supuesto queríamos a nuestros gemelos, pero ellos ya habían tomado su camino.

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                                                  No solamente Laik estaba encantado con el pequeño Irsus. Adiel siempre sacaba un rato para leerle un cuento o jugar con él.

                                                  Adiel-Y entonces la bruja y el hombre lobo se casaron. ¿Lo ves Irsus? Y juntos se hicieron los más poderosos del mundo...

                                                  Mi vida había tomado un sentido y se había convertido en todo lo contrario de lo que era cuando vivía con mi familia. Sentía que mis metas estaban superadas y por ello no temía el paso a la nueva etapa que me esperaba.

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                                                  La noche anterior al día de mi cumpleaños la pasé con Laik viendo las estrellas. ¿Cuando fuera una anciana, me querría igual? Por su condición de licántropo Laik era más longevo que yo, pero estaba segura de que me seguiría queriendo. Igual que yo a él.

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                                                  El día de mi cumpleaños vinieron todos los amigos de la familia.

                                                  Brunilda-¿Qué tal se porta Irsus, señora Vastid? Me han dicho que es todo un trasto.
                                                  Vastid-La verdad es que sí, es todo un bicho. ¡No para!

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                                                  A mi cumpleaños también asistieron mis hijos mayores, a los que Laik salió a recibirlos. La verdad que con un poco de tensión cuando hablaba con Sarkia pero la fiesta transcurrió tranquila y a mi me tocaba soplar las velas...

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                                                  Aunque he de decir que la verdad no se me ve tan mal de anciana. Un poco más debil que antes, pero sigo siendo a mi parecer igual de bella. Parece ser que por mi nueva condición, Sarkia se sintió un poco arrepentida de su poco trato conmigo, pero aún así no dio su brazo a torcer. De todas formas, le lancé un hechizo de buena suerte para que le fuera bien la vida que había escogido.

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                                                  Al que no le pareció cambiarle nada mi nueva condición fue a Laik que aquel día siempre que podía aprovechaba para besarme, aunque molestara a Adiel.

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                                                  Adiel-¿Ya estáis otra vez delante de mí? ¡Un respeto, padres!

                                                  Si tengo que decir que Adiel cambió un poco más el trato conmigo, pero a mejor. Me intentaba ayudar más, aunque yo me negaba. Sería una ancianita pero era autosuficiente. La generosidad de mi hijo no tenía límites y yo estaba cada vez más feliz porque le veia cada vez más contento.

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                                                  Siempre centrado en su lectura, en sus tareas, en la magia y en los demás. Un día vino a casa después de una excursión al Mausoleo muy feliz. Dijo que había conocido a una mujer llamada Lisa que era muy inteligente y sabía muchas cosas de la magia. Esa mujer le dijo que le iba a ayudar siempre que quisiera y tuviera que ir al mausoleo. A mi no me pareció mal que mi hijo tuviera amigos que pudieran ayudarle en su camino como hechicero.

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                                                  Adiel se iba algunas tardes a la casa de aquella mujer y luego traía pergaminos y libros de historia mágica. La verdad era que no sabía como la tal Lisa tenía tanto material mágico. Yo no había podido encontrar ese tipo de pergaminos y libros en ninguna tienda.

                                                  Adiel- Y esto es lo que normalmente hago en casa, Lisa. Me gustaría crear un ambiente mágico, un aura de protección para mi familia.

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                                                  Lisa-Vaya, si que tienes talento, brujito... Me alegra mucho que se te de tan bien la magia... De verdad que me alegra. ¿Y dices que eres hijo de Vastid? ¡Qué sorpresa!

                                                  Con los días, mi hijo iba adquiriendo cada vez más sabiduría y poder mágico. Me resultaba extraño porque aumentaba su magia considerablemente y de manera veloz. Pensé que tenía que conocer a la tal Lisa. Seguro que podíamos compartir secretos mágicos. Si era capaz de enseñar a mi hijo tanto, tal vez podía aconsejarme algunas cosillas a mí... Aunque debo reconocer que a veces los conjuros que realizaba Adiel me daban algo de miedo, pues se asemejaban más a los que ya había visto en alguna otra ocasion.

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